RINCÓN DE LA PEDAGOGÍA: ¿TIENE MI HIJO DIFICULTADES DE APRENDIZAJE?
Decimos que un niño tiene dificultades o desordenes en el aprendizaje cuando presenta alteraciones en la lectura y/o escritura, el razonamiento y/o el lenguaje matemático. Normalmente estas dificultades se pueden presentar relacionadas con la recepción, comprensión y organización de la información; con limitaciones para retener los diferentes contenidos académicos que reciben tanto por vía auditiva como visual; así como una escasa capacidad para resolver problemas de un modo creativo, ciñéndose casi siempre al uso de esquemas conocidos. Todos estos obstáculos impiden al niño alcanzar lo esperado según sus habilidades intelectuales, su nivel de motivación hacia el aprendizaje, su edad y su nivel escolar, abocándolo al fracaso escolar.
En algunos casos, pretendiendo descubrir su posible origen, encontramos en el niño una cierta predisposición genética, sufrimiento fetal en el parto, incluso lesiones perinatales o enfermedades neurológicas en los primeros años de vida, pero esto no determina exclusivamente la presencia de dichas dificultades. No se presentan asociados a algún déficit sensorial tales como sordera o ceguera y no pueden ser explicados por alguna deficiencia, por retraso mental, trastorno generalizado del desarrollo, problemas ambientales/culturales, o alteraciones emocionales. Debido a esto, la manera en que se manifiestan estas dificultades varía sustancialmente de unos niños a otros. Es necesario también diferenciar las dificultades de aprendizaje de aquellas variaciones normales que se producen en el rendimiento escolar a lo largo de la escolarización y que pueden ser debidos a múltiples factores (cambios de domicilio/escuela, cambios en la estructura familiar, enfermedades, problemas emocionales transitorios, cambios relacionados con el propio desarrollo personal,…).
Debemos tener presente que además del retraso que esto produce en la marcha escolar y el aprendizaje, estas condiciones personales afectan significativamente a la autoestima y en ocasiones desmoralizan a los niños que lo sufren, presentando en ocasiones conductas de evitación hacia todo lo relacionado con la escuela, favoreciendo así su persistencia a lo largo de la trayectoria escolar.
Qué debemos observar en el niño
Que su rendimiento académico está por debajo de lo esperado para su edad. Siendo la lectura lenta, dubitativa e imprecisa, realizando muchos cambios en las palabras que dificultan la comprensión. Además es incapaz de recordar la información leída e interpretarla correctamente. Incluso puede cometer muchos errores en la escritura tanto en lo referente a la ortografía como a la coherencia de sus escritos, haciendo un uso erróneo de la puntuación. Es posible que presente dificultades para comprender el uso de las cifras, su valor posicional, el cálculo, el uso de las distintas operaciones o el manejo de procedimientos para la resolución de problemas.
Qué hacer cuando detectamos las primeras dificultades
Los trastornos específicos de aprendizaje se presentan desde los primeros años de escolarización. Generalmente los observamos en niños de inteligencia normal haciendo que los adultos se confundan en cuanto a la interpretación de los síntomas y vayan dilatando el momento para realizar una correcta intervención. Normalmente las arrastran a lo largo de los años sin recibir las ayudas necesarias.
Es conveniente para los alumnos que en el momento que se despierte alguna sospecha se comunique al profesorado, para que ellos adopten las medidas necesarias de atención a la diversidad. Para ello, en un primer momento, será necesario realizar una valoración psicopedagógica que describa la situación actual del niño y defina las ayudas adecuadas para que pueda resolver sus dificultades. Es recomendable que no dejemos pasar estos primeros indicadores ya que las dificultades se van solapando unas con otras y aumentando.
El alumno necesita que respetemos sus ritmos de aprendizajes y no le presentemos nuevos contenidos si no ha superado los más básicos, por ello cuanto más precoz sea la intervención mejor serán los resultados que pueda alcanzar.
Dolores Armas Vázquez, Psicopedagoga
Fuente: Carriola