RINCÓN DE LA PEDAGOGÍA: Viajar con los hijos en vacaciones
¿Podemos viajar con nuestros hijos?
… y algunos miles de kilómetros más adelante, cuando nos acercábamos al Mediterráneo, hemos sido pagados con el mejor de los reproches: “No me lo creo, me parece un sueño, y si lo es, me gustaría repetirlo. Pero papá ¿por qué no me has llevado antes al desierto?”. Por qué, digo yo… ( Josto Mafeo).
Llegan las vacaciones y con ellas surgen algunas dudas en cuanto al mejor destino. Algunos buscamos un lugar tranquilo, donde los hábitos diarios no se alteren excesivamente, los niños puedan disfrutar de la playa o el campo y nosotros descansemos de la rutina del trabajo. Otros pensamos en la posibilidad de viajar, de ir a algún destino atractivo que siempre hemos tenido en mente, pero… ¿llevaremos a los niños? Ahí, en ocasiones, valoramos la carga que supondrán en el viaje y nos los imaginamos deambulando detrás de nosotros, con sus quejas y demandas, con sus rutinas y sus necesidades. Es esencial, por tanto, rescatar otra imagen de ellos que nos permita hacerles tomar parte de ese viaje y mostrarles esa parte de nosotros aventurera, viajera y explorada.
¿Qué es un viaje para un niño?
Los viajes son un modo más de estimular a los niños, de darles la posibilidad de explorar y conocer entornos diferentes al suyo, ofreciéndole los medios adecuados para satisfacer su curiosidad y el interés innato de descubrir el mundo. El viajar, el ponerse en contacto con otros lugares, otras culturas, otras formas de vivir, favorece que el niño se haga preguntas , busque respuestas y tome decisiones; que comprenda la diversidad, y desarrolle actitudes de compresión y respeto. No podemos olvidar que además comparte esa experiencia con las personas que lo cuidan y lo quieren, lo que lo llena de satisfacción y bienestar.
El viaje en cada momento del crecimiento del niño
De 0 a 3 años: a esta edad los niños son los que marcan las pautas del viaje, pues tiene unas rutinas muy marcadas en cuanto alimentación, descanso e higiene que hay que respetar a la hora de planificar trayectos, estancias y visitas. En estas edades es recomendable que los desplazamientos se hagan en coche desde el lugar de origen, o que en el destino se alquile uno, ya que eso les permitirá descansar durante los trayectos, hacer paradas de descanso, llevar juguetes, alimentos y bebidas; y flexibilizar los planes en función del cansancio, los imprevistos, o los momentos de mayor diversión.
De 4 a 12 años: en estas edades es necesario involucrarlos activamente, desde el primer momento, en la planificación del viaje. Debemos tener en cuenta sus gustos, sus características y sus necesidades. Si los padres le presentan opciones adaptadas a ellos, podrán elegir aquello que les resulte más interesante. No olvidemos que en un museo, una visita guiada, un centro de interpretación podrá mantener su atención alrededor de una hora; mientras que en una actividad física y lúdica estará dispuesto durante más tiempo.
A la hora de pernoctar, es bueno pasar más de una noche en un mismo alojamiento, así se familiarizan con el lugar y con las personas, lo que les da un mayor grado de autonomía, incluso la posibilidad de conocer a otros niños con los que interactuar. Es muy importante compartir el viaje con otras familias y sus hijos. Aprenderá como hay que adaptar los planes a todos, a participar en experiencias y vivencias. Además, nos facilitará que en muchos momentos jueguen entre ellos y no seamos nosotros las únicas personas con los que se relacionan.
La adolescencia: Quizás esta sea la edad más complicada para compartir los viajes, pero no por ello debemos dejarlos de lado. Planifiquemos el viaje juntos, buscando lugares interesantes, incluso alguna actividad que puedan hacer sin nosotros. Generalmente tienen menos atractivo los viajes culturales y más los de aventura y naturaleza. Hacer comentarios y observaciones interesantes y atrayentes; dejarles manejar los mapas y los navegadores, que busquen lugares para comer, para dormir; que puedan presentar alguna alternativa a los planes previstos es una manera de hacerlos sentirse necesarios.
Dolores Armas Vázquez (Psicopedagoga)
(*) Colaboración dominical especial de la Asocaición de Pedagogía de Galicia “APEGA coi Carriola de Marín