Campamentos de verano, un modo de conciliación familiar
Desde que el general de la armada británica, Lord Robert Baden-Powell, puso en marcha el scultismo en el Reino Unido en 1908, a través de la creación de un campamento de verano para instruir a niños con problemas familiares y sociales de los barrios pobres bajo disciplina paramilitar, hasta hoy, cuando ya nadie desearía que sus hijos siguieran este tipo de formación, muchas cosas han cambiado y mejorado.
Por eso, un año más la Xunta de Galicia y también las diputaciones, los ayuntamientos y las organizaciones juveniles han abierto sus plazos para que los padres piensen en sus hijos y los preparen para disfrutar de las actividades de verano bajo la atenta mirada supervisora de los monitores de tiempo libre.
Y es que ya falta poco para que los alumnos de todos los colegios pongan fin a sus clases y piensen en pasar el verano en un ambiente más distendido que el de sus clases, y donde el compañerismo pasará a ser el primer argumento para disfrutar del merecido descanso.
Sus elecciones pueden ser múltiples y muy variadas. Estas van desde pasar el día fuera de casa, pero cerca de ella para poder volver a dormir, esto es, la opción promovida por los campamentos urbanos, hasta echarse la mochila al hombro y salir de su zona de confort, y, así, dar rienda suelta a conocer otros lugares y desarrollar tareas nada habituales como, por ejemplo, en campos de trabajo.
Para los que prefieren otras alternativas, estos disponen desde poder estudiar la naturaleza en su propio medio como desde en un espacio más controlado, como puede ser una granja o un campamento de costa donde practicar vela, windsurf o nadar a pleno pulmón.
Pero lo más importante será siempre que la mayor parte de los riesgos estén controlados y disfrutar de la compañía y la amistad de otros jóvenes que, a poco que se conozcan, se mostrarán como una segunda familia, donde unos participan de las tareas de los otros para que, cuando decaiga el verano, quede un poso de un nutrido número de amigos con los que seguir interactuando el resto del año.
Por eso, todos, administraciones y entidades, ponen todo su compromiso con estos espacios de esparcimiento para jóvenes. Y no lo hacen sólo para que los niños pasen muchos momentos divertidos, gratificantes y formativos en cosas que el resto del año ven poco o no ven en absoluto, sino porque también están ayudándoles a sus padres en la difícil tarea de la conciliación familiar, en unos momentos que para ellos el trabajo sigue o han de ejercer otros deberes que les impiden proteger a sus pequeños como desearían.
Todo esto hace que, cada vez más, los campamentos de verano sean planificados con tiempo, buscando que todas sus actividades sean entretenidas y no se produzcan momentos de aburrimiento que hagan que los chicos sientan que estarían mejor en otro lugar o en otras compañías. Son muchos los años de trabajo y experiencias de los muchos monitores que ejercen durante los veranos esta labor y todos ellos guardan un as en la manga para que esos momento tan fastidiosos e inoportunos no se lleguen a producir.
Así que manos a la obra y reúnanse con sus hijos para repasar los catálogos o los dogas oficiales para encontrar aquellos campamentos que mejor se adecúen a ellos y a sus posibilidades. Y de esta forma todos puedan lograr lo que se espera de un campamento: diversión, educación y responsabilidad.
José Manuel Suárez Sandomingo