Dejar a los niños ir solos al cole desde pequeños y otras lecciones de educación que nos da Japón
Los malos resultados en la última edición de PISA han provocado un aluvión de reacciones, en busca de fórmulas exitosas para salvarse de la debacle.
¿Qué tienen los métodos que funcionan? No pocos han vuelto los ojos hacia metodologías de larga trayectoria y probada eficacia, como es el caso del método Kumon.
Estos días, además, el método Kumon está logrando una notoriedad sobrevenida, de la mano de Álvaro Gamboa, el estudiante de Matemáticas que ha deslumbrado en el programa de La 2 Cifras y letras con su capacidad para resolver operaciones complejas en cuestión de segundos. Gamboa creció como alumno Kumon y fue, de hecho, uno de los primeros concluyentes de Kumon cuando estaba todavía en Primaria.
En MAGISTERIO hemos hablado con Antonio Campoy, subdirector general de Kumon España. Con más de 30 años de experiencia en el mundo educativo, Campoy nos da algunas pautas de por qué su fórmula funciona.
De origen japonés, con casi 70 años de historia y presencia en 62 países, Kumon es la empresa educativa más grande del mundo.
«Somos una empresa con actividades extraescolares centrados en los programas de matemáticas, de comprensión lectora en castellano, y de inglés como lengua extranjera», explica Campoy, que subraya la capacidad de adaptación a «distintas culturas, lenguas y sistemas educativos»: «Esto nos convierte en una empresa realmente especial dentro del mundo educativo»
El método Kumon llegó a España en 1991 y hoy cuenta con 200 centros repartidos por todo el país. Además, 26 centros educativos de toda España ofrecen Kumon como extraescolar, algunos desde hace más de dos décadas. A este respecto, Campoy nos cuenta cómo la irrupción de KUMON CONNECT ha supuesto un antes y un después: «Llevábamos unos años sin entrar en nuevos colegios, pero gracias a KUMON CONNECT estamos ofreciendo la oportunidad de contar con Kumon como actividad extraescolar a más colegios».
Los alumnos pueden empezar desde los 2 o 3 años, con dos días de atención presencial, con un orientador u orientadora, y el resto, desde casa.
KUMON CONNECT permite que los alumnos realicen los ejercicios con tablet y lápiz óptico. «Utilizamos las pantallas pero también escribimos–algo que consideramos fundamental en el proceso educativo de nuestros niños y niñas–, y esto nos permite potenciar los beneficios del método Kumon, hasta ahora en papel», señala Campoy, que incide en que, gracias a esta nueva herramienta, se desarrollan las competencias digitales y se humaniza la educación digital. «Aunque el soporte es digital, la presencia humana es permanente. Quien corrige todos los días es una persona y no un algoritmo, es el orientador u orientadora, que evalúa el proceso, desentraña por qué el alumno ha cometido ese error, va definiendo el proceso, decidiendo si le da unos ejercicios u otros, viendo dónde hay dificultades –si las hay– y valorando los éxitos, lo que está bien…», subraya Campoy, que añade que a través de la plataforma de la aplicación se incentiva el contacto con las familias –que pueden hacer un mejor seguimiento de ese trabajo diario– y los centros educativos. Para Campoy, en la educación convergen distintos vectores, y Kumon es un vector más, que debe trabajar unido con el centro educativo y la familia, en red, en permanente comunicación.
«KUMON CONNECT nos permite ofrecer un servicio de alta calidad durante los 365 días del año. Los alumnos en sus colegios van dos veces por semana, con su orientador u orientadora, y el resto de días lo van a trabajar en casa o en cualquier lugar, cómodamente, con su tablet», concluye Campoy.
Campoy subraya que, más que un tema cultural, se trata de un tema de políticas educativas, dado que Irlanda o Estonia también han logrado buenos resultados en el último informe PISA.
En cuanto al método Kumon, concede que la metodología surge «a partir de una manera de entender la educación muy japonesa». Habla Campoy de ir paso a paso, de tener un objetivo muy claro y de construir ese objetivo desde atrás.
Se trata de plantearse qué competencias creemos que necesitan los alumnos al final de la educación obligatoria, y, con esto claro, construir desde atrás las competencias y el camino a desarrollar. «Es una manera de entender la educación a partir del conocimiento previo, muy Vygotsky», reflexiona Campoy, que conecta esta idea con el «autoaprendizaje» y con la educación como algo fundamental dentro de la sociedad, «y aquí entra en juego el papel del profesorado, el papel de la escuela, y cómo la sociedad entiende el papel de la educación».
En este sentido, asegura que a sus compañeros japoneses les llama la atención cómo los padres españoles acompañan a los niños al colegio hasta muy tarde –4º, 5º o 6º de Primaria–. «En Japón es muy habitual que vayan solos desde bastante pronto. Y esto es así porque entienden que la comunidad va a hacer que el niño llegue al colegio: Si un adulto ve a un niño pequeño en Japón que tiene que cruzar la calle le va a ayudar. Y tras esto late la idea de comunidad, de que todos estamos influyendo en la educación de ese niño», asevera.
En España los profesores y la sociedad en general lamentan la bajada de nivel de los alumnos, que «llegan a la ESO sin saber leer». Pues bien, los alumnos que siguen los programas Kumon terminan resolviendo ecuaciones diferenciales, leyendo –y entendiendo– Vida líquida, de Zymunt Bauman o Great expectations, de Dickens.
«Yo he visto a alumnos hacer esto con 16 años; con 15, con 12, con 11, incluso con 10, y no está bien o mal. ¿Qué ocurre? Que cada uno ha llevado su camino. Y cuando nosotros hablamos de personalización, de individualización, lo que significa es que tú vas a hacer un recorrido con nosotros, vas a empezar en algún momento, en función de lo que tú conozcas, y vamos a desarrollarte para que llegues a este punto final, al que vas a llegar a una edad u otra. La mentalidad japonesa en este caso que hay detrás es “Tú vas a seguir tu ritmo”. Lo que ocurre es que va a ser un ritmo ininterrumpido: «Tú vas a trabajar todos los días un poquito, todos los días un poquito… Hasta que puedas llegar a hacer contenidos muy adelantados para tu edad, pero pueden ser más o menos adelantados, insisto, eso no lo valoramos: Cada uno va a tener su ritmo», proclama Campoy, que asegura que, si a los alumnos la experiencia de aprender por sí mismos todos los días les aporta confianza, a las familias el ver que están haciendo ejercicios, que son capaces de hacerlo, incluso por encima de su nivel escolar, les genera una satisfacción enorme.
«Llevo muchos años en Kumon, y una de las cosas que más me alegra cuando hablo con alumnos ya adultos, que en algunos casos matriculan a sus hijos, es la tranquilidad que el método da a las familias. Al final de la ESO y en Bachillerato es frecuente el estrés, la preocupación, la angustia por si los alumnos tendrán nivel, si lograrán la nota de corte para entrar en Matemáticas, Ingeniería…. En España tenemos pocos alumnos brillantes –un 6%, por un 24% en Japón–. Pues bien, me llena la tranquilidad de esas familias y de esos chicos y chicas de 15 o 16 años que sienten que sí que pueden, que creen que cualquier cosa que quieran hacer, la pueden hacer, que afrontan el Bachillerato o los ciclos formativos con seguridad y confianza, no con miedo», concluye Campoy.
«Imagínate a un chico de 11, 12, 13 años que es capaz de leer a Dickens en inglés. Esto significa que tiene el vocabulario, la gramática, el hábito de leer todos los días y de descubrir palabras nuevas, conceptos nuevos, y nosotros lo que hemos fomentado es que sea capaz de hacerlo solo», ilustra Campoy. «Esto es el final del trayecto. Evidentemente, requiere un tiempo, pero este sería el final de nuestro trayecto si nos referimos a la educación obligatoria. Y esto vale para la comprensión lectora –en castellano o en inglés– pero también para las matemáticas, que por cierto el fundador del método Kumon, Toru Kumon, consideraba que iban indisociablemente unidas a la comprensión lectora», finaliza Campoy.
Fuente: Magisnet