Alberto Galiana: “No hay que divinizar las competencias ni las metodologías activas y la LOMLOE las diviniza”
Galiana estrena plató de Magisterio y se presta a una cordial –pero incisiva– «charla educativa» en la que sale de todo en apenas 20 minutos: PISA, digitalización, el móvil, la salud mental, la ministra, la FP y el PP… No vacila en ninguno. Nos confiesa fuera de micro que, en los pocos meses que lleva, no ha podido correr lo que hubiera querido porque ha tenido que dedicar demasiado tiempo a apagar fuegos… Tras cuatro años de PSOE, nos dice, nos hemos encontrado el ambiente escolar muy crispado… «y eso que mi predecesor, Pedro Uruñuela, era un experto en convivencia», sonríe.
Empecemos con los resultados de PISA, ¿nos hemos pasado con esto de las metodologías activas, las competencias…?
–Los resultados PISA han manifestado déficits, tanto en el sistema educativo español como en el riojano. Aunque también es cierto que, teniendo una pandemia de por medio, no han sido excesivamente malos. Sin embargo, siguen lejos del objetivo razonable para un país como España.
En relación con las metodologías activas, hay que huir de extremos. Con la entrada en vigor de la LOMLOE me da la sensación de que hemos vuelto a los extremos en España. Lo digo en el sentido de volver a un modelo que en Europa está siendo cuestionado en su versión más radical.
Creo que hay muchas cosas buenas que aporta el enfoque competencial, el aprendizaje por proyectos… y, en general, las metodologías activas, por lo que no debemos demonizarlos. Sin embargo, tampoco hay que divinizarlos y la LOMLOE los diviniza indebidamente porque se desatienden aspectos fundamentales relacionados con los contenidos, con una evaluación objetiva y fácil de entender y aplicar por parte de los docentes.
En La Rioja habéis sido cuartos…
–Sí. La Rioja ha obtenido unos resultados razonables, pero tenemos retos en materias de lectoescritura que tenemos que abordar.
¿El enfoque competencial no le sugiere que estamos formando masa productiva? ¿En la escuela no debería primar que aprendan cosas en lugar de que sean técnicamente competentes?
–Claro. Incluso en la FP tenemos las Spainskills que acabamos de celebrar y que es una demostración de habilidades y competencias de cara al mundo laboral pero que terminan siendo insuficientes.
Necesitamos una base, no solo construir trabajadores sino construir personas y ayudar a que esas personas se desarrollen. Para eso, es necesario educarlos en descubrir la realidad y no construir una realidad propia.
¿No tiene la sensación de que con las metodologías activas todo el esfuerzo recae sobre el profesor?
–Se han invertido los términos. Hemos pasado de una educación donde había una actividad muy centrada en la clase magistral y en la que había una cierta pasividad del alumno a una educación en la que el profesor se convierte en una especie de showman y ese no es el camino.
Evidentemente hay que hacer la clase agradable, pero el camino no es entretener sino educar. Y educar implica ayudar a descubrir, sacar adelante todo el potencial que una persona tiene y para eso es necesario esforzarse.
Y respecto a la digitalización, ¿no nos hemos pasado de frenada?
–Nuevamente, hay que buscar el equilibrio. Es común caer en una fascinación pasiva con la tablet o con el móvil. Sin embargo, estos pueden llevar a dificultades en la concentración por ser captadores de atención de manera indebida.
Al final, como pasa en muchas otras disciplinas como la comunicación o el marketing, todos estamos luchando por captar la atención y si enseñamos a los niños que la atención es pasiva y que no tiene nada que ver con su propio interés, solo conseguiremos alumnos ensimismados y sin ningún interés en descubrir el medio que les rodea.
Por eso es muy importante que, desde las primeras edades, se faciliten alternativas y que no se centren demasiado en la tecnología. La tecnología es una ayuda y a veces la convertimos en un fin en sí mismo.
¿Qué vais a hacer con el tema del móvil en las aulas?
–Vamos a buscar una solución equilibrada. Es verdad que ahora mismo no hay móviles en infantil y Primaria. En Secundaria y Bachillerato sí existe el uso pero solo en situaciones muy puntuales. Ese es el modelo que tenemos, intermedio y alejado de maximalismos, basado en la práctica, con cierto grado de autonomía en cada centro.
En Secundaria vais a ser más permisivos, por lo que estoy entendiendo…
–La cuestión no es permisividad. Nuestra posición es restrictiva, pero no prohibitiva en Bachillerato. Creemos que, con la debida atención del tutor, puede haber actividades en las que se puede trabajar con el móvil.
Pero estamos en una observación permanente. De hecho, en el Consejo Escolar de La Rioja hemos encargado un estudio a expertos porque creemos en el enfoque basado en evidencias empíricas y queremos tener datos exactos del sistema educativo riojano con las cuales tomar buenas decisiones.
La IA en las aulas, ¿amenaza u oportunidad?
–Hay que verla como una oportunidad, pero con mucha prudencia; algo a lo que nos vamos a tener que adaptar porque ofrece una potencialidad inmensa en todas las profesiones y, por supuesto, la Educación no va a ser la excepción.
Lo que sí es que va a requerir un replanteamiento del papel del maestro y del profesor, donde este sea comprendido como un guía en un universo complejo y no como un transmisor exclusivo de contenidos y competencias.
Si enseñamos a los niños que la atención es pasiva y que no tiene nada que ver con su propio interés, solo conseguiremos alumnos ensimismados
¿Toca reivindicar al maestro?
–Maestro con mayúsculas, el que hace más. Pero eso va a requerir tener a los mejores profesionales en la docencia. Hay que reivindicar el papel del maestro como un gran profesional pero para ese papel de guía, en un universo complejo de comunicaciones, necesitamos a los mejores.
¿Tiene que ser ejemplar?
–Sí.
¿Eso es más arriesgado?
–En efecto, ser maestro en el sentido de guía –porque la mejor educación es el ejemplo– es muy exigente. Por eso creo que es tan importante la vocación en la selección de los maestros y la formación. Si no se ama la profesión del magisterio no se enseña bien.
Los problemas de salud mental entre menores se han disparado. ¿Qué estamos haciendo mal?
–Hay varias causas, tanto de índole social como de índole tecnológica y a veces, por desgracia, de índole familiar. Fueron agudizadas por la pandemia, pero ya estaban metidas en la sociedad y en nuestro sistema educativo con anterioridad. En ese sentido, lo primero que hay que tener claro es que el sistema educativo no puede solucionar todos los problemas, pero que sí es un instrumento de gran importancia para poder solventarlos en conjunción con otras áreas como Salud.
También está afectando la tecnología, en especial por su impacto en la atención en los jóvenes.
Y, desde luego, también hay un problema, muchas veces grave, de soledad de los niños y niñas provocado por la vida vertiginosa que tenemos las familias.
Como ves, es un reto de enormes dimensiones pero ineludible.
¿Y qué estáis haciendo en La Rioja?
–De momento, tanto desde el gobierno regional como desde la Universidad estamos desarrollando una estrategia regional de salud mental basada en estudios empíricos para solventar los fallos en detección y diagnosis de estos casos. Así podremos tratarlos de manera más eficaz.
En este contexto, qué mal ejemplo dan a nuestros jóvenes quienes deberían ser modelos… Me estoy refiriendo ahora al espectáculo de insultos al que asistimos en las sesiones parlamentarias.
–Sin duda. Tenemos que volver a un clima de consenso y diálogo en el ámbito político y parlamentario; volver al espíritu del 78 a través de un ejercicio de contención y de responsabilidad. Y también es necesario volver a construir perfiles políticos de más altas miras.
Es verdad que, en mi opinión, no todos los partidos políticos son iguales ni tienen el mismo grado de responsabilidad en esta situación. Pero también es verdad también que los partidos que abanderamos una serie de ideales, sobre todo basados en la libertad y en la convivencia constitucional, tenemos una mayor responsabilidad. Y esa mayor responsabilidad tiene que pasar por dar ejemplo.
¿Ha habido excesos de tu propio partido de los que no te sientes orgulloso?
–Yo me siento muy orgulloso de mi partido. Pero no es un partido perfecto, como ningún partido lo es. Es un partido perfectible.
Pero si alguna esperanza tiene ahora mismo este país para poder salir adelante y reconstruirse es a través del Partido Popular.
¿Tenemos una ministra missing? Es portavoz y está todo el día con la amnistía y demás… Y, para colmo, tiene Deporte.
–Yo solo sé que la última vez que coincidimos, se ausentó inopinadamente cuando estábamos interviniendo varios consejeros y dando, por supuesto, cuáles iba a ser nuestra posición en una materia tan sensible como la Formación Profesional en relación con las prácticas y las cotizaciones sociales de los alumnos en prácticas. Me pareció una falta de respeto inaceptable. Pero yo creo que es marca de la casa, por desgracia.
Yo, fíjate, reivindiqué la lealtad institucional, incluso en el propio seno de la Conferencia Sectorial. Lamentablemente, mi primera reunión con una ministra en ese seno fue todo lo contrario, pero sigo manteniendo la esperanza. Creo que es nuestro deber, como políticos, mantener esa puerta siempre abierta. Pero hay que reconocer que, a veces, es desolador.
Tendrá que reconocer que también tenemos un Partido Popular un poco missing en materia educativa… Apenas recuerdo a Feijoo hablar de Educación. ¿No tienen alternativa o no es una prioridad?
–La hay y es una prioridad. Lo que ocurre es que, ahora mismo, el ruido con temas de otra índole evita que luzca…
¿La amnistía se lo come todo?
–Pero eso no quiere decir que no tengamos un proyecto político en relación con la Educación, basado en una idea también de nación y de España.
Prueba de ello es la creación de un grupo de trabajo en el que nos hemos comprometido los consejeros y los presidentes autonómicos a generar –al menos en las comunidades gobernadas por el Partido Popular– una prueba común en el acceso a la universidad, un EBAU única.
Yo creo que ahí hay un camino posible y es un ejemplo de cómo las competencias autonómicas, lejos de ser utilizadas para diferenciarse, pueden ser utilizadas para buscar una armonía razonable entre los territorios, preservando las particularidades, pero sin perder la visión de Estado.
¿Algún otro objetivo para La Rioja?
–Otro punto de interés es el primer ciclo de Educación Infantil. Queremos aumentar el número de plazas porque pensamos que es un elemento vertebrador para favorecer los resultados académicos y no sólo por la ayuda que supone a la conciliación. Esa es otra marca de la casa del Partido Popular.
También queremos seguir potenciando la FP con algunas cuestiones como, por ejemplo, la orientación educativa. Creo que hay una oportunidad para que la orientación de los centros se conecte mejor con el conocimiento del mercado laboral que tienen los orientadores laborales: tienen mucho en común pero no se ponen demasiado en contacto. Ahí hay un reto.
Y, desde luego, seguimos apostando por la Formación Profesional dual, aunque la nueva Ley nacional de Formación Profesional nos lo está poniendo difícil. Cómo enfoca la dualidad nos está provocando que se desvirtúen algunos proyectos duales que teníamos muy avanzados en La Rioja. Eso no lo queremos perder.
Y, por supuesto, también queremos seguir apostando por la libertad de elección. Creo que la libertad educativa es esencial y la necesitamos.
Fuente: Magisnet