¿“Todos los chicos son iguales”?
¿Cuántas personalidades puede tener una Barbie?, ¿cuántas un Ken? “She’s everything. He’s just Ken”.
No ha sido nada fácil, pero en el tiempo transcurrido entre la juventud de nuestras abuelas y la nuestra, la mujer parece haber encontrado una gran diversidad de formas de ser entre las que elegir a la hora de identificarse.
En cambio, plantea el Doctor en Psicología, sexólogo y codirector de Amaltea Silberio Sáez, “los hombres no cuentan todavía con modelos alternativos a la masculinidad tradicional en los que recoger (y acoger) sus diferencias”.
No quiere decir que no los estén buscando, o que no los necesiten. El estudio ‘La caja de la masculinidad’ de la Fundación Fad Juventud da cuenta de cómo “las mujeres jóvenes muestran una mayor tendencia que los hombres a vincularse con posiciones transgresoras con los mandatos de género tradicionales”, pero al mismo tiempo recoge que hasta el 41,3% de los varones de entre 15 y 29 años ya no se identifica con los valores de la masculinidad tradicional; y que otro 44,7% es consciente de que estos mandatos no se ajustan a la realidad de la sociedad contemporánea.
Si lo mainstream refleja los cambios sociales, y es indudable que así es, entonces la taquillerísima película de Greta Gerwig supone también un argumento más para poner las nuevas masculinidades sobre la mesa. El motivo más importante para hacerlo, sin embargo, quizás sea que los mismos cambios que pueden mejorar el bienestar emocional de los chicos, son capaces de redundar también y “de un modo directo y eficiente en la lucha contra la violencia de género”, como recogen protocolos en el ámbito educativo referentes como el del Gobierno de Aragón, en los que también se aclara que “no se trata de sustituir unos objetivos por otros, sino de hacerlos compatibles”.
Afecto y empatía, una oportunidad para mí
Ahora que sabemos lo que ya podíamos intuir, que no todos los chicos ni mucho menos se sienten cómodos como esos “machos alfa” que desdeñan los afectos, se obsesionan con caballos o piensan en el ‘Imperio Romano’, ¿cómo les ayudamos a construir alternativas?, ¿cómo vencemos las resistencias?
Los prejuicios son meras simplificaciones, pero influyen mucho más de lo que creemos; y más alla del último ‘trend’ de TikTok, lo cierto es que, denuncia el codirector de Amaltea, son muchos los adolescentes que crecen todavía hoy con un modelo que les incita a “dar la espalda a las emociones a riesgo de ser considerados ‘blandos’ o ‘moñas”; les presiona en cuestiones como el sexo con referentes de genitalidad y metas “desmedidas”; y les frustra a través de roles muchas veces imposibles: “Tengo que ser el macho alfa, pero alfa solo puede haber uno”.
“Es curioso”, prosigue Sáez, “que el afecto pueda ser interpretado como una cuestión ‘moñas’ porque está demostrado que aquellos hombres con carencias afectivas tienen muchas más dificultades para convivir, mayor miedo al abandono y predisposición a los celos y al maltrato”.
“Tenemos que explicarles a los adolescentes que el hecho de querer y sentirse querido —y esto es así, está demostrado, no estoy ahora en cuestiones de poesía— favorece que la persona sea más fuerte, más sólida, más empática y con un mayor y mejor manejo de las emociones”, concluye el Doctor en Psicología y sexólogo, para quien resulta claro que “el cuestionamiento de los elementos tóxicos de la masculinidad tradicional traerá hombres más sanos emocionalmente y, subsidiariamente, relaciones en la que el riesgo de violencia o maltrato sea potencialmente mucho menor”.
El hombre frente los retos de la igualdad
También en opinión del antropólogo y coordinador de Equimundo. Center for Masculinities & Social Justice en España Ritxar Bacete, hablar de nuevas masculinidades ante los retos de la igualdad es hacer referencia “a dos cuestiones clave”, que son “el sostenimiento de la vida” y la “lucha contra la violencia de género”.
Subraya el experto que si más del 90% de las reducciones de jornada para cuidados las piden todavía ellas, difícilmente la igualdad podrá ser real sin la implicación de la otra mitad tanto en términos prácticos como de “carga mental y emocional”; insiste en que erradicar la violencia machista pasa por “ir a las causas, al corazón de la bestia, que no es otra que la ideología machista”; y reivindica la puesta en marcha de políticas públicas y recursos dirigidos a hombres así como la necesidad de abrir nuevas vías desde la cultura, el audiovisual y, por supuesto, la educación.
“¿Hacen falta programas para chicas?, sí; ¿y para chicos?, también, ¿y de reencuentro y sanación?, pues también”, reflexiona el coordinador de Equimundo España, que aterriza sus ideas con datos: “Si lo bajamos a tierra, lo que vemos es que se ha demostrado que las estrategias de acompañamiento en hombres que han ejercido la violencia reducen el riesgo de reincidencia. Y si funciona con hombres que ya han ejercido la violencia, imagínate si las implementasemos de forma preventiva desde Primaria”.
Espacio y tiempo para un camino propio
En este sentido, Silberio Sáez destaca la importancia de que los adolescentes puedan reparar por sí mismos en cómo los referentes bélicos (en los que se valora la acción por encima de la reflexión) y de heterosexualidad explícita (conquistador de mujeres capaz de hacer disfrutar de un modo inusitado) asociados a la masculinidad hegemónica fomentan una contención emocional y una imagen de fortaleza, sin vulnerabilidades ni sensiblerías, que afecta de manera directa a su propia felicidad: “Tenemos que hacerles pensar: ‘¿qué consecuencias generan en mí estos modelos?’, ‘¿qué beneficios podrían traerme a mí la diversidad como objeto equilibrador?”.
Preguntado por esas alternativas, el director de Amaltea responde que no podemos decidirlas por ellos y que hemos de darles “tiempo y espacio” para que las construyan por sí mismos y puedan vivir “el camino como propio”. “No podemos darles el plato acabado como un mandato impuesto porque, si no, nos van a contar lo que queremos oír, pero luego sabemos que lo íntimo circula por otro lado”, advierte.
Las resistencias de los chicos
Frente al repunte de actitudes de resistencia y cuestionamiento de los valores del feminismo detectado entre los adolescentes varones en los últimos años, ambos especialistas apuntan a la necesidad de una escucha activa y no “vacía, paternalista y adultocéntrica” y nos animan también a hacer autocrítica.
“Tenemos que repensar nuestros mensajes porque a lo mejor nosotros creemos estar diciendo una cosa y ellos están recibiendo emocionalmente otra y se están poniendo a la defensiva”, prosigue Silberio Sáez, y añade: “Aunque evidentemente el sujeto del abuso en la violencia de género es el varón y esto viene avalado por siglos y siglos de historia, ellos tienen una historia mucho más corta”.
“Llevan solo 12, 13, 14 años en el planeta” ahonda para señalar que, en ese tiempo, el peso de los roles tóxicos enquistados “los hace sentir elementos potencialmente peligrosos” cuando ellos aún no han tenido oportunidad de escribir su propia historia.
Así las cosas, “podemos pensar: ‘Qué cafres, qué brutos, no han entendido nada”, pero echarnos las manos a la cabeza no servirá de mucho si nos quedamos de brazos cruzados.
Coincide el antropólogo Ritxar Bacete, que aunque se alinea con la lectura más optimista de los datos — “no son la mayoría, sino los que más ruido hacen”—, también advierte de un “cierto cansancio entre los chicos por sentirse señalados o atacados”; habla del efecto Bivalvo — esa ostra que cuanto más fuerzas para que se abra, más se cierra—; y nos anima a reflexionar: “Creo que esa actitud beligerante no tiene que ver con la defensa de los privilegios, sino con los miedos, estamos hablando de algo tan importante como la identidad y la gente quiere encontrar su lugar en el mundo, ¿de verdad no hemos sido capaces de generar espacios y pactar formas más amables para acompañarlos a ellos? Hace mucho tiempo que nos están pidiendo un día y se lo negamos, articulemos una fecha para los hombres feministas, ¿por qué no?”.
“Tenemos que escuchar, hablar con ternura, ver que nos tienen que enseñar también las nuevas generaciones, y empezar a construir juntos y juntas”, concluye y cita a la legendaria femenista Gloria Steinem para recordar todo lo que tiene que ganar el hombre con la igualdad: “Completar su humanidad”. “Esto es lo que está en juego”.
Fuente: Faro de Vigo