Informe Pisa: Era visto
“Era visto”, típica frase gallega que sirve para confirmar algo que se veía venir.
El último informe PISA sitúa los resultados educativos de España entre los peores de los países desarrollados. Parece ser que los alumnos españoles han caído en todas las materias de las que se han examinado y han tocado fondo en Matemáticas y Ciencias, obteniendo los peores resultados académicos de su historia.
Según tengo entendido, el descenso es general en casi toda Europa y la OCDE apunta a factores como el cierre de colegios durante el Covid, el abuso de los teléfonos móviles y de las pantallas en las escuelas o el descenso en la implicación de los padres en el progreso académico de sus hijos.
Reflexionemos algo más sobre las dos últimas variables. Es evidente que la utilización (moderada) de las pantallas en la escuela tiene sus beneficios: desarrolla la competencia digital del alumnado, favorece la motivación, ofrece infinidad de posibilidades e información… Pero también es algo obvio que su abuso tiene inconvenientes: es fácil despistarse, perderse entre tanta información, o que el alumno-a “salte” a webs que nada tienen que ver con el contenido de la clase.
Por otra parte, el uso del móvil en la escuela está prohibido salvo por razones pedagógicas; ahora bien, su presencia fuera de ella lo inunda todo (incluidas las cenas en familia). A mi modo de ver, esta presencia masiva del móvil en la vida de los niños y los jóvenes tiene una serie de consecuencias negativas. Los móviles están generando ciertos hábitos que van en la dirección contraria de lo que pide la escuela; a saber: no favorecen la atención sostenida (básica para cualquier tarea escolar), el lapso atencional de nuestro estudiantes lo marca internet: vídeo de Tik Tok de 3 minutos y a otra cosa. ¿Cómo podemos esperar que atiendan a una lectura durante cierto tiempo o que se impliquen en la resolución de un problema matemático un tanto latoso?
Los móviles tampoco favorecen el desarrollo de la perseverancia. Antes bien, permiten el “right here, right now”, o “aquí e agora” a golpe de clic, sin esfuerzo. Y, en la escuela, a veces, para resolver una tarea hay que leer el texto una, dos, tres, “incluso” cuatro veces. Y ya no digamos estudiarlo y trabajarlo. Y claro, eso choca con el aquí e agora del Sr. internet.
Y entre esas habilidades que implican ¿esfuerzo? ¿dedicación? está la lectura (al menos hasta que el microchip de Elon Musk cambie las reglas del juego). Como muchas otras habilidades, la lectura es un aprendizaje progresivo, una sucesión de logros: empezamos con textos sencillos para avanzar hacia otros más complejos.
Tengo la sensación de que en esta cadena de logros está fallando ya el primer eslabón:¿qué ha sido de las narraciones orales? ¿Y de las conversaciones padres-hijos? En mi experiencia, observo que en los últimos años han aumentado mucho los casos de dislalias en la educación infantil y los primeros cursos de educación primaria, ¿tiene esto algo que ver? ¿Por qué la asamblea de infantil no continua en primaria? Es una obviedad, pero un niño que no habla bien difícilmente podrá leer bien.
Y ya para acabar, hablemos de la implicación de las familias en la educación de sus hijos. El papel que juegan muchas familias no ayuda a una mejoría en su progreso escolar y personal. Eso ha pasado toda la vida, aunque quizás ahora llame la atención un aumento del porcentaje. Muchas familias no ayudan a sus hijos-as en las tareas escolares por dificultades en la conciliación, otras por falta de ganas; y otras muchas ayudan, pero ayudan mal. No acabo de entender qué adelanta un alumno cuando su madre o padre le hace la tarea, ya sea una operación matemática, un ejercicio de historia o la calabaza del Samaín para el concurso del colegio. En algún caso esto se lleva al extremo como esa madre devota que le pegunta la lección a su hija (en segundo de carrera).
Además, ahora en casa se lee menos. Salía la semana pasada la noticia de que más de un tercio de los españoles mayores de 14 años no coge un libro al año. Si los niños no ven libros en casa va a ser más difícil que adquieran el hábito lector (por más empeño que ponga la escuela). La lectura, como toda habilidad, requiere que se practique con cierta frecuencia. Lee lo que quieras, pero lee.
Finalmente, también hay cosas mal hechas en la escuela y en el sistema educativo. A veces los docentes plantean como libros de lectura obligatoria libros que le gustan al profesor, pero no al alumno: mal empezamos. Eso tampoco favorece el hábito lector. Después está la tendencia creciente de la administración de reducir los niveles de exigencia: lo importante es que el alumnado promocione, haciendo más o haciendo menos; pero que promocione.
Y mi favorita: esa corriente de pensamiento que siguen muchos progenitores según la cual la respuesta a las malas notas de sus hijos consiste en reclamar la nota al profesor más que exigir un esfuerzo extra al hijo-a. Curiosa forma de educar el carácter con vistas al futuro.
Con estos ingredientes, lo de PISA… Era visto.
Rubén Loureiro Silva
Ldo. En Pedagogía, Orientador Escolar
Colaboración dominical especial de la Asociación de Pedagogía de Galicia “APEGA” con Carriola de Marín