El Teléfono de la Infancia debe ser publicitado entre los niños y jóvenes
Hace ahora algo más de 33 años publicaba el artículo “Algunas alternativas para la protección a la infancia y la juventud de España” en uno de los periódicos gallegos más leídos de entonces. En aquellos momentos, la única ley de la democracia española que hacía referencia a los menores de edad era la Ley 21/1987, por la que se modificaron algunos artículos del Código Civil y de la Ley de Enjuiciamiento Civil en materia de adopción. Unos meses después, la Convención de los Derechos del Niño pasaría a ser ratificada por el Parlamento español y, por tanto, considerada como una ley estatal más.
Pues bien, aquel artículo fue para mí un catalogo de propuestas innovadoras no sólo para Galicia sino para toda España, por cuanto todo lo que en él decía eran situaciones con las que se podrían mejorar las condiciones de nuestros niños y jóvenes. Entre ellas estaba la creación de leyes de política juvenil (como ya existían en Australia desde 1968) y de Servicios de la Infancia, como las que había en Finlandia o Canadá desde principios de los ochenta. Pero también hablaba de otro tipo de servicios más a pie de calle, como los acogimientos familiares que ya existían en algunos de los países nombrados además de en Holanda, y que en algunos lugares ya habían formado asociaciones que protegían sus intereses y los de sus acogidos frente a sus administraciones.
Así mismo, hablaba de los servicios a domicilio, que daban apoyo a los padres en el desarrollo de su rol ante sus hijos y de las posibilidades que la sociedad les ofrecía para que no tuvieran que ser institucionalizados y perder con ello su guarda o su tutela. O de los servicios de emergencia, que permitían a las familias encontrar acomodo en un hogar transitorio ante la pérdida del suyo u obtener alguna ayuda financiera para paliar una situación crítica.
Todos estos servicios existen hoy no sólo en Galicia sino en la mayoría de las demás comunidades españolas y yo me siento muy orgulloso de haber trabajado en su puesta en marcha, aunque en nuestra comunidad tengan otro nombre, como pueden ser los educadores familiares (home services). Pero también nombraba en aquel catálogo de servicios en favor de los menores de edad a los teléfonos de la infancia, que en Italia recibía el nombre Teléfono Azzurro. Un teléfono que servía para atender a los jóvenes entre 8 y 18 años y así poder suministrarles información, consejo y ayuda sobre instituciones o documentación sobre algún problema personal o familiar.
El primer teléfono público de estas características que se creó en España fue en Galicia en el año 1994. La idea era que todos los niños y jóvenes gallegos de cualquier edad pudieran tener acceso gratuito a un especialista de la administración con el que poder tratar sus problemas. En un principio, el teléfono estuvo ubicado en una sala de Protección Civil, como un dispositivo accesorio, pero con sus propias características. El teléfono fue publicitado durante varios años dentro del magazín que todas las tardes ofrecía la TVG para su público diana: el Xabarín Club, que igualmente nació por las mismas fechas. El éxito del servicio telefónico fue espectacular. Todos los días, sobre todo durante las tardes, se recibían llamadas desde todos los puntos cardinales de Galicia. Una de las últimas pretensiones que teníamos puestas en él era darle voz y anonimato a unos niños para que pudieran trasladar sus preocupaciones sin tener que poner por medio a adultos. Y si con ello podíamos identificar situaciones de maltrato o abandono, mejor que mejor. Y, efectivamente, logramos nuestro objetivo. Algunos niños denunciaron este tipo de situaciones y la Administración gallega pudo intervenir de primera mano. No obstante, como es lógico, no fueron las únicas llamadas que se recibieron, ni siquiera las más numerosas, afortunadamente. La mayoría de ellas hacían referencia a problemas más cotidianos, aunque no por ello menores para niños, niñas y jóvenes. Problemas tan vitales para ellos como afrontar el desamor, una riña de los padres por sus malas notas y otras situaciones que, cuando no se tiene la experiencia debida, pueden ocasionar graves disgustos o frustración. Tampoco hay que negar que algunas llamadas, pocas, tenían como único objetivo molestar o simplemente hablar de cosas para las que no estaba pensado el dispositivo telefónico, pero que, como pasa con muchas cosas gratuitas, hay quien no sabe hacer uso de ellas de forma adecuada, derivando hacia el abuso.
Hoy el Teléfono de la Infancia es un número único para toda la Unión Europea (116 111) que funciona todos los días del año durante las 24 horas, o como se dice ahora 24/7. Sin embargo, para que siga siendo un teléfono útil para los niños deberá ser publicitado por las administraciones competentes entre su público de referencia. En caso contrario, sólo será utilizado por adultos compasivos que quieren denunciar a padres negligentes; vecinos que se ven incomodados por los gritos de familias desestructuradas o instituciones, como las escuelas, que evidencian situaciones de absentismo y malos tratos entre sus alumnos y alumnas.
José Manuel Suárez Sandomingo