Próxima mejora del Bachillerato
Una ley de educación básicamente consiste en establecer lo que se ha de aprender en cada etapa educativa y el procedimiento que se seguirá para comprobar que el alumno lo ha aprendido. Paradójicamente en España no se cumple ninguna de estas dos premisas. Hasta ahora lo que no se cumplía era el hecho de comprobar si el alumno realmente había aprendido lo establecido. Ello se debe a que ni el Ministerio ni ninguna de las consejerías autonómicas de Educación están comprobando si las calificaciones que dan los centros a sus alumnos, realmente reflejan la realidad de lo que saben. La única prueba externa que se hace en nuestro sistema educativo es la prueba de acceso a la Universidad (PAU/EBAU), una prueba que sólo la realizan los alumnos que quieren acceder a la Universidad y que se hace a los 17 o 18 años, cuando ya es demasiado tarde para rectificar si se descubre que el alumno tiene graves carencias en su formación, es decir si se descubre que su colegio le ha ido promocionando de curso y le ha dado el título de la ESO y del Bachillerato, pese a no tener los conocimientos mínimos establecidos para ello, cometiendo así un fraude con dicho alumno, con sus padres y con el resto de la sociedad.
Actualmente, con la LOMLOE, la ley que impulsó la exministra Celaá, el problema se ha agravado, porque ni el Ministerio ni muchas consejerías autonómicas han establecido con suficiente claridad lo que se ha de enseñar a los alumnos, es decir los currículos de cada asignatura. Es como si el Ministerio hubiera querido delegar la concreción de los currículos en las diferentes comunidades autónomas, para no tener discrepancias con ellas. Esto ha dado lugar a que cada comunidad autónoma ha hecho los currículos a su manera y con tanta libertad decisoria, que se han generado casi 18 sistemas educativos diferentes, el de las 17 comunidades autónomas y el de Ceuta y Melilla, las únicas dos ciudades que dependen directamente del Ministerio.
Paradójicamente, la falta de detalle sobre lo que hay que enseñar en la ESO y en el Bachillerato por parte del Ministerio, no se debe a la brevedad de los dos Reales Decretos derivados de la LOMLOE que establecen los currículos de las asignaturas, ya que el de la ESO, el Real Decreto 217/2022, de 29 de marzo, tiene 219 páginas, y el del Bachillerato, el Real Decreto 243/2022, de 5 de abril, tiene 362 páginas, es decir tienen 581 páginas en total, frente a las 378 páginas del Real Decreto anterior, el derivado de la LOMCE, el Real Decreto 1105/2014, de 26 de diciembre, que abarcaba la ESO y el Bachillerato.
La causa real de la actual falta de detalle de lo que se ha de enseñar en cada una de las asignaturas se debe a que en los dos Reales Decretos sobre los currículos de la LOMLOE, si, por ejemplo, se dedican 7 páginas a una asignatura, solo 1,5 páginas se destinan a concretar los contenidos a aprender, los llamados “saberes básicos”, mientras que las 5,5 páginas restantes se dedican a explicar la forma en la que el profesorado ha de enseñar dicha materia. Se trata de una serie interminable de observaciones teóricas discutibles, de términos ambiguos, como por ejemplo “Competencias clave”, “Competencias específicas” y “descriptores operativos”, y de las interrelaciones entre ellos. El resultado es que, en general, ni los autores de los libros de texto ni los profesores saben exactamente lo que se ha de enseñar en cada curso ni el nivel de profundidad con el que se ha de tratar. Es justo lo contrario de lo que pasaba en el Real Decreto de ESO y Bachillerato de la LOMCE, en el que si, por ejemplo, se dedicaban 4 páginas a una asignatura, 3 páginas eran para detallar, punto por punto, los contenidos a aprender y solo 1 página se dedicaba a comentar la estructura de la asignatura, sus objetivos y las competencias que se pretendía que adquiriera el alumnado, dejando así una gran libertad al profesorado sobre cómo enseñar dicha materia. En mi opinión la Administración ha de establecer lo que se ha de aprender, no la forma de enseñarlo, que es justo lo que no hace.
En el caso del Bachillerato todavía han aumentado más las diferencias entre los currículos de las distintas materias entre las comunidades autónomas, ya que muchos coordinadores de materia de los exámenes de las PAU/EBAU han indicado a los profesores de Bachillerato que algunos temas no serán objeto de preguntas, por lo que estos temas, que generalmente son distintos en cada comunidad autónoma, ya no se explican en clase. Por otro lado, como los contenidos de muchas materias se dividen entre primero y segundo de Bachillerato y en las PAU/EBAU solo se pueden preguntar los contenidos que entran en el segundo de Bachillerato, una buena parte del profesorado ha dejado de enseñar los contenidos correspondientes al primer curso y dedican los dos años a enseñar solo los contenidos de segundo curso. La consecuencia de esto es que incluso entre centros escolares de una misma población, puede haber diferencias entre los temas que se enseñan.
La próxima mejora de esta lamentable situación estriba en el acuerdo entre las once comunidades autónomas gobernadas por el PP, cinco de ellas en cogobierno con VOX, de hacer la misma PAU/EBAU, ya que ello implica ponerse de acuerdo en los contenidos que pueden ser objetos de preguntas y en los niveles de exigencia. Por otro lado, al tratarse de la misma PAU/EBAU, se asegurará que todos estos alumnos recibirán la formación necesaria para poder aprovechar los estudios universitarios. Una prueba de que ello no sucede actualmente, es que en muchas Universidades el profesorado se ha visto obligado a enseñar conceptos básicos que el alumnado ya debería haber aprendido. Realmente estamos ante una gran mejora de nuestro Bachillerato.
Antonio Jimeno es presidente del sindicato AMES