Ainhoa Marcos: “Cuando damos al docente ese botón para crear contenidos con IA, le estamos dando es un superpoder”
Así es Odilo, seleccionada en 2024 por tercer año consecutivo como candidata para convertirse en una de las empresas unicornio de España. La lista, publicada en el diario Expansión, está basada en consultas hechas a los principales fondos de capital riesgo y business angels españoles.
Entrevistamos a Ainhoa Marcos, VP Education Spain and Global K12 en Odilo, que se enorgullece de que «después de haber trabajado en una multinacional canadiense y otra americana, pueda decir que estoy trabajando en una multinacional española».
«Mis pasiones son la tecnología, la educación y la Historia del Arte», dice Ainhoa Marcos en su X (¿conseguirá Musk que dejemos de llamarla twitter?). Y, en efecto, desde el minuto cero, alterna tecnología y educación con la misma pasión. Se resiste, a pesar de mis intentos, a admitir que nos hemos podido exceder con esto de la tecnología en las aulas… Sería mucho pedir para quien lleva toda su vida en la industria. Pero al menos sí apuesta por un reequilibrio –concepto que repite al menos en media docena de ocasiones– entre lo digital y lo analógico. Le honra.
¿Los resultados PISA han sido decepcionantes?
–No hay que ser tan catastrofista. Si nos fijamos en la OCDE, España está bastante equilibrada. Entonces yo creo que la primera reflexión es que las cosas no están tan mal.
Están mal si nos comparamos con años anteriores, pero no es un descenso que haya sido exclusivo de España.
¿Deberíamos replantearnos los procesos de aprendizaje?
–No. Al revés, soy muy positiva y pienso que esta clase de estrategias –el trabajo por metodologías activas, el trabajo basado en proyectos, el desarrollo de las habilidades blandas, el desarrollo del pensamiento crítico, entre otras– se van a necesitar en el futuro al igual que las habilidades digitales.
Lo que tenemos que ver es cómo seguimos avanzado con un plan muy potente de capacitación y empoderamiento en cuanto a esas tecnologías. Los países que lideran PISA, como Singapur y Corea, son los que han hecho una mayor apuesta por la digitalización.
Entonces, en lugar de eliminar las tecnologías, hay que buscar ese equilibrio entre lo digital y lo analógico y establecer modelos basados en metodologías activas, en aprendizaje por competencias y con digitalización, pero de forma equilibrada y con formación.
Pero ¿entiendes parte del profesorado esté decepcionado?
–El esfuerzo debe seguir haciéndose y las nuevas políticas educativas deben ir, precisamente, en esa línea de apoyar al docente. El docente se ha estado formando, pero nos han faltado proyectos unificados. Hemos dado pasos por separado.
Por ejemplo, en el caso de la digitalización se han hecho cursos de formación docente por una parte y luego, por separado, cursos sobre de dispositivos. Nos ha faltado un plan de digitalización apoyado en esa transformación educativa que aúne todos esos esfuerzos con una finalidad común.
Muchas veces lanzamos mensajes contradictorios. Por un lado, tenemos unas leyes educativas que fomentan las competencias, pero nuestro sistema educativo termina en un evaluación puramente de conocimientos y no de competencias, como lo son las pruebas de acceso a la universidad.
¿Es más complejo en determinados niveles educativos?
–Cuando hemos puesto en marcha proyectos de digitalización es mucho más fácil hacerlo en las edades tempranas. Cuando llegas a edades más avanzadas es mucho más complicado porque los docentes no quieren hacer experimentos. Buscan la efectividad y tienen currículos muy extensos que difícilmente lograran impartir en el curso, porque tienen una prueba que va a medir el aprendizaje de mis alumnos basado en conocimientos.
Lo que tenemos que hacer es no pensar que estos modelos no funcionan sino comenzar a transformar el sistema educativo, incluyendo las metodologías de evaluación para el acceso a la universidad.
Luego está el debate de los móviles dentro de las aulas. ¿Qué opinas?
–Hay mucha controversia y muchas veces se saca de contexto. Vuelvo al equilibrio, hay que saber educar antes de prohibir. Lo que ocurre es que se nos ha ido de las manos y no hemos educado a tiempo en el buen uso de determinadas tecnologías y eso ha llevado a un abuso y dependencia de los dispositivos por parte de los alumnos.
Por tanto, ¿prohibirías o no?
–Creo que se habla mucho del uso de las pantallas y se ha generalizado. El problema está en el móvil y el móvil ya está prohibido en muchos centros. Este debate no es nuevo.
El problema es el móvil porque es el dispositivo de ocio del alumno y es en esa intencionalidad del dispositivo donde está la diferencia.
En todo caso, creo que los dispositivo digitales no deben estar prohibidos sino limitados. Para uso de entretenimiento no lo permitiría, pero con fines educativos sí lo permitiría.
¿Y cómo controlar el uso que se hace en un colegio con cientos de adolescentes?
–La clave está en que la institución este dotada de dispositivos para el aprendizaje para que así el alumno no tenga que usar su móvil. Es decir que el centro pueda dotar al alumno de las herramientas.
Esa diferencia intencional es lo más importante, pero entendiendo ese dispositivo –sea móvil o tableta– como algo que debe estar gestionado, que debe tener determinadas limitaciones y que debe tener un uso totalmente intencional para el aprendizaje. Porque lo que no podemos es eliminar la tecnología de la vida de los niños y de los centros. Estaremos fracasando como sociedad si no preparamos a nuestros alumnos en un uso productivo de los dispositivos.
En una entrevista reciente con el director del Colegio ‘Estudio’ nos comentó que ellos lo prohibieron hace años…
–Hace mucho que varios centros tomaron esa decisión. Yo considero que el uso del móvil propiedad del alumno como elemento distractor debería prohibirse, pero no como herramienta de trabajo. El problema es que no les hemos formado…
Hace 10 años, cuando se hablaba de los nativos digitales, Marc Prensky ya hablaba de que no había nativos digitales sino huérfanos digitales. No tenían referentes que les dijeran las cosas que a todos nos han dicho como “no camines por esa calle” o “no aceptes cosas de extraño”.
Sin embargo, esos propios padres o profesores de hace 10 años no tenían ninguna competencia digital ni sabían educar ni en los riesgos, ni en el buen uso.
¿Ahí empezó todo?
–Sí, el problema es que no hemos educado en los buenos hábitos. Les hemos dado una herramienta pero no les hemos enseñado a usarla. Siguen siendo huérfanos y ahora que tenemos más competencias digitales nos decimos –Pero, ¿qué hemos hecho? Porque ahora es raro que a un niño no le regalen un móvil a los 11 años.
¿Este debate preocupa a la industria tecnológica?
–A mí lo que me preocupa es que todo este debate se esté llevando al resto de dispositivos digitales y al resto de las pantallas. Entonces dicen “Suecia ha eliminado los dispositivos y toda la lectura en tabletas”. No, Suecia no ha eliminado nada, Suecia ha buscado un equilibrio porque se han dado cuenta de que habían introducido los dispositivos en edades muy tempranas y que los chicos no estaban trabajando en papel.
Ahí es donde está la clave, en encontrar un equilibrio entre las herramientas digitales y las analógicas.
Es muy respetable que una voz de la industria hable de equilibrio…
–Es que creo que el bienestar emocional va a ser una clave para la educación en este año y en los venideros. Cada vez va a ser necesario preocuparnos por ese bienestar emocional, tanto del docente como de los alumnos.
Antes trabajamos mucho la inteligencia emocional, era como una tendencia. Ahora creo que deberíamos a enfocarnos en el bienestar emocional. Y esto no es solo por el tema de los dispositivos móviles, sino que también se relaciona con el mundo cada vez más globalizado y convulso en el que vivimos. Aunque hay una parte muy importante del bienestar emocional relacionado con temas de salud digital.
Hay mucha crispación y yo creo que eso debemos bajarlo al ámbito educativo y enseñar a los chicos a gestionar esas emociones.
Hay dos cuestiones relacionadas con esto que preocupan. ¿Te parece que las redes sociales les aislan?
–Yo creo que los jóvenes se relacionan de manera diferente a como lo hacíamos nosotros. No llaman por teléfono, por ejemplo. Mi hija está estudiando fuera y me envía audios –que más bien son podcasts [se ríe]– y yo me pregunto si no sería mejor que me llamara y tener una conversación bidireccional.
¿Es malo? No necesariamente, es diferente. Hay que aprender de las diferencias de esa forma de comunicación y buscar un equilibrio con otras relaciones sociales que les aporten el contacto visual, el hablar, los gestos, el tocarse… esas cosas que solo te puede aportar una relación analógica.
Para que las redes no se conviertan en un escondite…
–Efectivamente, para que no se conviertan en un refugio y que terminen aislándose.
El otro tema de debate público es de la pornografía. ¿Qué opinas?
–Totalmente de acuerdo. Volvemos a lo mismo. Les hemos dado una herramienta con un alcance poderosísimo sin ninguna limitación. Hay que educar, limitar y restringir.
¿Qué hacéis en Odilo por ese bienestar emocional del que hablabas antes?
–En toda la plataforma estamos trabajando en el desarrollo de itinerarios y píldoras formativas sobre el ámbito de bienestar emocional, para familias (cómo gestionar los cambios de la adolescencia…), para docentes (gestión de conflictos en el aula, detección de suicidios…) y para alumnos (conocerse a si mismos, gestionar sus emociones…).
Eso en cuanto a formación, pero ¿es un entorno seguro?
–Claro, es una plataforma cerrada con cuatro millones de recursos y contenidos de calidad. Podemos incorporar recursos educativos abiertos como videos de Youtube, pero es un entorno cerrado y seguro.
¿A qué te refieres con que es cerrado y seguro?
–Es seguro de fuera a dentro en el sentido de que nadie externo a la institución va a poder acceder a esos datos porque estamos tratando con menores. Pero también hacia afuera. El alumno no va a poder salir de ese entorno.
Por ejemplo, ¿cómo garantizas ese entorno cerrado con los vídeos de Youtube?
–Al insertarlos y reproducirlos en la web, evitas que salgan de la plataforma. Si los envías afuera, quedas expuesto a la publicidad y a otra serie de factores que no podemos controlar. Además, pierdes la trazabilidad de los datos, ya no sabes si lo han visualizado y por cuánto tiempo.
Vale, pero no tienen todo lo que ofrece la web a su alcance. ¿Qué les ofrecéis a cambio de seguridad?
–Calidad. Nosotros generamos una herramienta de autor donde los docentes pueden nutrirse de contenidos con derechos de autor que están en la plataforma. De esta manera, van a poder ofrecer a sus alumnos estos contenidos, como artículos de la revista National Geographic, por ejemplo.
¿Sustituís al libro de texto?
–Lo complementamos.
Pero ¿podríais llegar a sustituirlo?
–Sí.
¿Pero no sois como un libro de texto?
–No, porque entendemos el aprendizaje desde muchos ámbitos. El libro de texto es un aprendizaje muy lineal. Lo que estamos viendo con el desarrollo de competencias y el mundo abierto a millones de contenidos de mucha calidad que nos ofrece el mundo digital es que todos aprendemos de maneras distintas. Hay personas que requieren de un concepto de curso e itinerario, de una educación más estructurada y lineal, mientras que hay otras que adquieren más conocimientos a través de vídeos, podcasts, artículos…
Nosotros lo que hacemos es construir todos esos modelos de aprendizaje para todas las personas, independientemente de sus gustos, y fomentamos el gusto por el aprendizaje. Es decir, sea entendido no como algo obligatorio.
Por ejemplo, si un niño está viendo un video de ballenas y luego ha visto un vídeo sobre ecosistemas marinos, pues la plataforma le va a recomendar contenidos relacionados con esos temas ya que está construida a partir de algoritmos de inteligencia artificial que le va a hacer recomendaciones relacionadas con los mamíferos marinos o con cualquier otro ámbito relacionado.
Te lo pregunto para que no se pongan nerviosas las editoriales…
–No [dice con vehemencia], las editoriales están encantadas con nuestra participación. De hecho, tenemos más de 7.300 proveedores de contenidos en nuestra plataforma dentro de las que están las principales editoriales de libros de texto.
Insisto, nuestro objetivo no es incluir un libro de texto lineal dentro de nuestra plataforma, sino ofrecer un complemento a los libros de texto para aquellos centros que los siguen utilizando o para a esos otros centros que los han eliminado.
¿Cuáles son vuestros proveedores de contenido?
–Trabajamos con contenidos de Bruño, SM, Grupo Planeta, Siruela, Grao, National Geographic, Penguin Random o Disney, ente otras. Así hasta 7.300 proveedores.
Sorprenderá a muchos que siendo una multinacional ed tech prensente en docenas de país no seais americanos…
–Pues no, Odilo es una empresa cartaginense. Empezó en la digitalización de archivos, luego dio el paso a las bibliotecas, de ahí al desarrollo de planes lectores y luego pasó a ser lo que es hoy: una plataforma de aprendizaje ilimitado que puede abarcar cualquier área de aprendizaje. Me enorgullece que, después de haber trabajado en una multinacional canadiense y otra americana, pueda decir que estoy trabajando en una multinacional española.
Por cierto, ¿veis la IA como una amenaza?
–No, la vemos como una herramienta para todos –profesores, estudiantes, sociedad…– pero que tiene sus retos… Aquí también tenemos que encontrar ese equilibrio porque es una oportunidad.
¿Ya la habéis incorporado?
–Lo hicimos hace años. Todos nuestros algoritmos de recomendaciones están basados en algoritmos de inteligencia artificial. Ahora, además, hemos añadido en nuestra herramienta de autor un botón que llama a la IA y que permite al docente simplificar el prompt para crear un esquema o contenido.
Claves para trabajar con la IA en el aula.
–Hay dos cosas que no debemos perder de vista. Lo primero es el contenido de calidad validado y el respeto a los derechos de autor de ese contenido.
En segundo lugar, el papel del docente, que no va a ser sustituido por ningún robot ni ninguna IA. El componente humano no puede ser sustiuido y para nosotros es fundamental. Cuando le damos al docente esa herramienta, ese botón, para crear contenidos a través de inteligencia artificial, lo que le estamos dando es un superpoder. Pero, como decía Spiderman [sonríe], “un superpoder lleva consigo una gran responsabilidad”. Ahí está la responsabilidad del docente de evaluar la calidad de los contenidos que ha generado la IA y de hacer una valoración ética.
No podemos usar la IA y decir que lo hemos hecho nosotros. Me parece que es perfectamente válido decir que hemos usado la IA. De igual modo, hay que formar a los alumnos en ese uso responsable de la IA y en saber citar la IA cuando han hecho un trabajo.
Fuente: Magisnet