Los estudiantes, las familias y los resultados de sus primeros exámenes
Entrados ya en la 1ª quincena del mes de diciembre, generalmente tanto los alumnos de EP como ESO han pasado por una primera tanda de exámenes de cada asignatura y han obtenido los primeros resultados. Estas primeras calificaciones nos hablan del ajuste del alumno a las expectativas de cada asignatura y, por tanto, al sistema educativo .Si estas no son favorables, si no cumplen con lo esperado, deberíamos, como padres, iniciar una serie de medidas para ayudar a nuestros hijos.
Un primer escenario que no ayuda
En el momento que los padres reciben estas noticias negativas, bien a través del niño o bien a través de profesores y /o tutores, suelen despertarse una serie de emociones negativas que mediarán en la búsqueda de soluciones y en las medidas que tomemos. En la primera entrevista con el tutor pueden aflorar desencuentros entre el contexto escolar y familiar. Las familias esperan de los docentes explicaciones rigurosas, mayor compromiso y medidas eficaces para ayudar a su hijo y se encuentran con críticas y opiniones, de modo que en pocas ocasiones consiguen sintonizar. Los padres salen de los centros educativos con escasa confianza en la institución escolar y sin un camino trazado para actuar con respecto su hijo. Luego al llegar a casa, con un buen nivel de activación emocional, despliegan su dialéctica hacia el niño. Riñas, explicaciones y castigos contundentes de baja efectividad. La situación inicial, primeros resultados obtenidos, pierde su interés, y comienza el conflicto padres-hijo, escuela-familia.
Un segundo escenario que ayuda
Ante las noticias de bajas calificaciones, la familia acompañada por el tutor, mediante una interacción positiva, analizan del modo más detallado posible el contexto , las condiciones en el que el alumno obtiene ese resultado y las posibles causas, con el fin de proponer medidas que ayuden a superar esta situación. Se inicia un proceso de reflexión, en el que sería recomendable participase el alumno, y se plantean acciones que cada uno llevará adelante, con una fecha para su revisión.
¿A qué se pueden deber estos primeros resultados?
En el caso de haber sufrido un cambio de colegio, de grupo de clase, de profesores, de etapa… estos bajos resultados se puede relacionar con el período de adaptación.
Dificultades de aprendizaje que se vienen arrastrando relacionados con la comprensión oral y escrita, la comprensión matemática, y /o la expresión oral y escrita, y que no han sido abordados de un modo sistemático.
Otros problemas relacionados con cuestiones biológicas o neurobiológicas (problemas de visión, audición, hiperactividad, atención, …)
Falta de interés y motivación, acompañado por una baja autoestima, hace que los alumnos no se enfrenten a la tarea para no darse cuenta de sus dificultades.
Malestar emocional, provocado por malas relaciones sociales con sus iguales, problemas familiares, pérdidas de personas queridas, …
Ausencia de hábitos y rutinas de estudio, debido a ciertas dificultades de las familias o del propio alumno para establecerlos.
¿Qué debemos hacer?
Por supuesto alejarnos en la medida de lo posible del primer escenario descrito, y favorecer que aparezca el segundo. Reflexionar sobre las posibles causas, elementos o circunstancias que pueden estar influyendo en los resultados, para buscar soluciones y poner en marcha las medidas adecuadas.
Asimismo, deberíamos compartir nuestras dudas e inquietudes con el profesorado y buscar con él un camino a seguir. En el caso de que las explicaciones y medidas que nos proponen no las vemos adecuadas y ajustadas al niño, podemos entrevistarnos con el orientador del centro, o buscar ayuda externa. Lo que no podemos es esperar a que se produzcan cambios en el alumno de un modo milagroso, o bajo la máxima “tiene que madurar”,oída con frecuencia en ámbitos educativos.
Quiero destacar que cuanto más se tarde en descubrir y actuar sobre cada uno de los factores que intervienen en el desajuste escolar del alumno, peor será el pronóstico y más tiempo será necesario para resolver sus dificultades.
(*) Dolores Armas Vázquez es psicopedagoga y miembro de APEGA
Fuente: Carriola de Marín