El Partido Popular y la Educación
A nivel nacional, el Partido Popular, que nunca se ha caracterizado por su interés por la educación, ha tenido dos ocasiones para tratar de mostrar que sí lo tenía. En 2002, con la Ley de Calidad de la Educación de Pilar del Castillo, y en 2011, con un ambicioso programa electoral en materia educativa que llevó a las elecciones generales que ganó con mayoría absoluta.
La primera intentó dar un giro al desastre educativo de la LOGSE y reconducir el sistema educativo basándolo en los principios de libertad, calidad y equidad, pero la LOCE fue dinamitada en 2004 por el Partido Socialista para impedir su aplicación a toda costa, sin esperar a la aprobación de una nueva ley, paralizando su desarrollo.
La segunda, que ilusionó a un gran sector de docentes, que apostaba por la calidad y que proponía un cambio de la estructura del sistema educativo, un Bachillerato de tres años, una prueba nacional de Bachillerato, un sistema de evaluaciones externas, etc., fue hundida por sus dos máximos responsables, que habían oído la música del programa de educación, pero no conocían la letra, y que optaron por improvisar un modelo propio, la LOMCE, una chapuza que ellos mismos tuvieron que empezar a desmontar. El caso es que tiraron por la borda todo el capital educativo del Partido Popular que, a fecha de hoy sigue a la deriva, sin saber cómo recomponer a nivel nacional un programa que, de haberse aplicado en su día, seguramente hubiera marcado un antes y un después en la educación en España.
En el ámbito autonómico, el PP no parece haber sido capaz de articular unas políticas educativas uniformes, coordinadas o en torno a un proyecto común y es muy probable que incluso los máximos responsables de la educación de sus comunidades autónomas se pregunten cuál es el programa de educación de su partido.
La percepción es que cada Administración funciona con criterios propios, sin más coordinación que la que permiten algunos manidos mensajes, como el relacionado con la libertad de elección de centro, y sin más interés que el de no generar el más mínimo ruido, con lo que la educación difícilmente puede avanzar y mejorar.
PISA, que podría servir como indicador del nivel de coherencia de determinadas políticas educativas, solo sirve para comprobar la enorme diferencia de resultados que obtienen las distintas comunidades entre sí, independientemente de quién las gobierne. ¿Cuál es la política educativa de un partido político con unas comunidades autónomas entre las mejores y otras entre las peores?
En este contexto, solo se puede conocer los aciertos y los errores de las políticas educativas en el ámbito autonómico y solamente en aquellas regiones que han podido desarrollar y mantener en el tiempo determinadas medidas y programas.
De cuanto ha ocurrido en educación en este siglo, el Partido Popular no puede atribuirse más éxito que el de haber puesto en marcha en Madrid el primer y el más completo programa de enseñanza bilingüe, programa que se extendió posteriormente por todo el país y que ha supuesto una auténtica democratización del aprendizaje de idiomas. Y no parece tener nada más de lo que pueda sentirse orgulloso.
Las políticas educativas en general persiguen resultados a medio o largo plazo y difícilmente producen efectos inmediatos. El programa bilingüe en la escuela pública madrileña fue una apuesta arriesgada, con mucho trabajo de diseño y cuidadosa implantación. Poco a poco se convirtió en un programa estrella gracias a las grandes ventajas que implicaba (igualdad de oportunidades, cambio metodológico, incentivos económicos, formación específica, apoyo al profesorado, innovación, evaluación, mejora cultural y lingüística de todos los alumnos,…); en definitiva una revolución educativa que produjo una reacción de mejora en todos los centros educativos tanto del sector público como del concertado y privado.
Al contemplar un sistema de evaluación entre sus bases y gracias a un correcto equilibrio entre todos los elementos que lo componían, a pesar de una gestión no siempre acertada y de tener aspectos mejorables, el programa bilingüe de Madrid siempre ha funcionado a satisfacción de cientos de miles de familias.
A lo largo de 20 años, la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid nunca ha detectado ni manifestado ninguna deficiencia de su programa bilingüe ni ha planteado el más mínimo problema relativo a los niveles de adquisición de conocimientos por parte de los alumnos. Por el contrario, siempre ha presumido de unos resultados muy positivos.
Sin embargo, a hurtadillas y por la puerta de atrás, alguien introdujo en el programa electoral del PP de Madrid lo que ahora ha anunciado el consejero de Educación y es que, a partir del próximo curso, la Geografía y la Historia se van a impartir en español en todos los centros bilingües, lo que supone el inicio del desmantelamiento de su programa bilingüe.
Teniendo en cuenta los datos disponibles sobre el programa bilingüe, especialmente los publicados por la propia Consejería de Educación, todo parece apuntar a que el PP de Madrid debe de tener entre sus filas algún topo que lo está dinamitando desde dentro, o lo que es peor, algún incompetente iluminado que se ha aprovechado del desconocimiento general. Esto debería ser motivo de preocupación ya que puede llevarle al desastre y, por su bien, debería actuar sin dilación.
Todo el mundo está a la espera de que el consejero de Educación aclare, explique y justifique un anuncio que hasta ahora solo ha creado alarma y confusión.
La Consejería de Educación de Madrid que, por el bien de sus estudiantes, debería esforzarse por priorizar, reconducir y reforzar su programa bilingüe, parece que ha optado por pegarse un tiro en el pie.
¿Será capaz de reaccionar o se repetirá la historia y tirará por la borda, como hicieron a nivel nacional, lo único valioso que le queda?
Xavier Gisbert, Mª José Martínez de Lis y Javier Aparicio forman parte del colectivo Educación Siglo XXI.
Fuente: Magisnet