Ariana Pérez, autora del informe ‘Jóvenes y medio ambiente’: “El nivel educativo es determinante en las prácticas sostenibles”
El Observatorio de la Juventud de la Fundación SM presenta su último informe “Jóvenes y medio ambiente”, una investigación que analiza los posicionamientos de la juventud española frente a la cuestión medioambiental. En el estudio tratan estos posicionamientos con proyectos de intervención de lectura, el acompañamiento del profesorado y la investigación educativa.
Los resultados se obtienen a partir de una encuesta aplicada a 1.500 jóvenes residentes en España de edades comprendidas entre los 15 y 29 años. El posicionamiento de estos jóvenes se basa, sobretodo, en tres factores que los condicionan: la educación en la competencia ecosocial, ciudadanos globales y el aumento del sentimiento de autoconsumo.
Entre la población joven existe una preocupación generalizada por la crisis medioambiental. Sin embargo, el 40% estaría de acuerdo en que el problema se está exagerando. A pesar de lo anterior, predomina una visión pesimista con respecto al futuro de la humanidad.
La investigación apunta que, para lograr un mayor compromiso individual y colectivo en la lucha contra el cambio climático, no es suficiente con proporcionar información y formación a los jóvenes. Es necesario fortalecer la creencia de que ellos tienen un papel clave y necesario para que el impacto sea eficaz.
El 82% demanda más educación sobre temas medioambientales en los centros educativos y consideran que esta es la medida más efectiva, junto con endurecer las leyes y cambiar la forma en que consumimos, para abordar la crisis climática.
Los y las jóvenes identifican a las grandes empresas como las principales responsables de la crisis ecológica, y consideran que solo la Unión Europea, junto con las Naciones Unidas y su propia generación, se están tomando en serio esta cuestión.
La mayoría (el 72%) entiende que la protección del medio ambiente debe ser prioritaria en la política. Casi en la misma proporción, reclaman transiciones ecológicas justas con impuestos que recaigan especialmente sobre las personas con mayores recursos.
En el primer capítulo, basado en las creencias y los valores, Juan Mª González-Anleo habla del “imaginario juvenil”, un concepto que trata la percepción equivocada que tienen los jóvenes del tiempo, en este caso creen que queda mucho tiempo para poder realizar los cambios y para la agenda 2030.
Las emociones manifestadas con respecto a la problemática medioambiental se identifican, principalmente, con la impotencia, el miedo y la tristeza, todo ello porque más del 70% considera que somos incapaces de abandonar el estilo de vida consumista.
Entre las creencias fundamentales tenemos las llamadas creencias negativas, donde más de la mitad de los jóvenes está de acuerdo en que la batalla por salvar el medio ambiente está perdida. Por un lado, piensan que individualmente lo están haciendo bien, y por otro lado, piensan que el resto no lo hace bien.
Activistas, pero no dispuestos a cambiar su estilo de vida. Los resultados de la investigación muestran que los y las jóvenes tienen un elevado nivel de concienciación con respecto al reciclaje, y a comprar moda y tecnología producida de manera sostenible y ética. Sin embargo, están poco dispuestos a introducir cambios radicales en su estilo de vida.
Pero, ¿todos los jóvenes son expertos en temas ambientales? En los datos encontramos irregularidades, por ello hay una gráfica del efecto Dunnig-Kruger: el sesgo cognitivo por el cual las personas con baja habilidad en una tarea sobrestiman su habilidad. “La gente con poco conocimiento se cree que es experta”, explica Juan Mª Gonzalez-Anleo.
Fuente: Magisnet