El día a día en la clase… del Álvaro Cunqueiro
“La salud es lo primero”. Es la frase que más repiten los profesores de los niños y niñas que, por algún problema, tienen que ingresar en el hospital y dejan de ir al colegio. Es el caso de muchos pequeños que se quedan en el Álvaro Cunqueiro, contando las horas dentro de su habitación: “Aquí hay tiempo para jugar, leer, aburrirse… y también hacer cosas del cole”.
Y así es como aparece el Aula Hospitalaria, una clase poco usual que combina atención presencial, a domicilio y en ruta por las habitaciones de ingreso de los niños y niñas en edad escolar.
“Muchas veces, cuando llamamos a los colegios para coordinar, la primera reacción desde los centros es ‘¡Que no haga nada! ¡La salud es lo primero!’ y es cuando tenemos que hacerles ver que, dentro de la recuperación, entra también el normalizar la situación en la medida de lo posible” nos cuenta Mar Nieto, una de las maestras del Aula, que llega de hacer las visitas por las habitaciones con una libreta llena de ecuaciones de primer grado.
“El hecho de estar haciendo las mismas tareas o ejercicios que están practicando sus compañeros en clase les hace ver que no se han quedado atrás, que su vida se normaliza. Parece que todo vuelve a su cauce”. Hay dos zonas educativas. Una para infantil y otra para niños algo mayores, aunque a veces se mezclan y los de más edad ayudan y juegan con los pequeños. “Surge una clase colaborativa de la nada” nos cuenta Chus Iglesias, la maestra que se queda en el Aula mientras Mar hace la ruta por las habitaciones. “Es muy beneficioso, especialmente para los enfermos de salud mental. Es increíble ver cómo se abren y se relacionan”.
Y es que el trabajo en la clase se divide en dos: siguiendo un horario parecido al de un colegio ordinario, las primeras horas se utilizan para continuar con el currículum que corresponda a sus edades (de 10:15 a 11:30h).
El resto del día es para descansar y jugar, realizando tareas relacionadas con la educación, pero de forma más relajada, como leer o dibujar. Terminan a la 13h (“Un poco antes que en los centros educativos, pero coincide con la hora en la que las celadoras reparten la comida”).
La salud es lo primero, pero la escuela ayuda a la recuperación, especialmente en un sentido emocional
Para los pequeños esto se traduce en recorrer las estanterías en busca de sus juguetes favoritos, pero también para leer, charlar, dibujar o incluso echar unas partidas al futbolín. “Una de las grandes ventajas de esta parte lúdica es servir de punto de encuentro” apunta Mar “Dejan de estar aislados en su habitación, con su mundo y su enfermedad, y se juntan con sus iguales”. Y Chus recuerda: “Los mayores hacen piña y se pasan los teléfonos para hablar por whatsapp cuando les dan el alta”.
Y es que las dos profesoras son testigos de que las amistades que se fraguan en el Aula Hospitalaria son para toda la vida.
Nos lo cuenta Raquel, que estudiaba en el aula durante su ingreso y que ahora ya está en casa, pero aprovecha cada prueba médica por la que debe acudir al hospital para ir a dibujar con sus amigas y profesoras, y sobre todo para ver a Inés, a la que conoció cuando estaba ingresada: “Un día pasó por delante de mi habitación ¡y ya nos hicimos mejores amigas!”
Es un aula pequeña, pero con una asistencia cambiante: “No existe un grupo estable y cohesionado, está sujeto a altas y bajas, y por suerte, los grupos se deshacen a medida que se recuperan”.
De este modo, hay días que el Aula se llena hasta los 15 alumnos, otros pueden llegar solo tres o cuatro, aunque nos dicen que la media es de unos ocho. “Estos días hay muchos aislados que reciben las clases en su habitación, como algunos internos en el ala de psiquiatría o los ingresados en oncología, que por inmunidad no pueden venir al aula”. Eso no impide que jueguen y aprendan como los demás: “Tenemos un servicio de préstamo con el que pueden llevarse a la habitación cualquier libro o juguete que les guste y tenerlo con ellos toda la semana.”
En el Álvaro Cunqueiro hay tiempo para todo, y los mayores incluso lo dedican para hacer exámenes: “Si estamos en la época de evaluación, lo primero que preguntamos es ‘¿los tienes preparados?’ Tal vez por el malestar previo al ingreso no pudo estudiar, pero cuando sí los han trabajado es una lástima no hacerlos” explican “Entonces llamamos al centro, nos envían las pruebas y nosotros vigilamos mientras las terminan. Luego los remitimos otra vez para que sean sus maestros quienes lo evalúen.”
Llega la hora de la comida y entran por la puerta madres y padres. El aula cierra por hoy, aunque los más pequeños pueden seguir jugando en el parque infantil al final de la Vela F. Mientras, Chus y Mar se dirigen al aula de profesores para reunirse con el equipo de Salud Mental y hablar con los maestros que han visitado a los estudiantes que se encuentran en régimen domiciliario: “Los profesores que estamos aquí somos maestros especializados en Infantil y Primaria, pero entran muchos alumnos de Secundaria y Educación Especial, así que tu capacidad de reacción tiene que estar muy despierta. Da igual la edad o la condición, todos pueden ponerse enfermos, y todos necesitan mantener el contacto con sus colegios.”
¿Cómo funciona un Aula Hospitalaria?
A las 8:30 h comienza la jornada escolar. Es el momento de vigilar los nuevos ingresos de todos los niños o niñas en edad lectiva y pasar por las habitaciones para averiguar: si puede salir, si será una estancia larga, a qué colegio va y qué está estudiando…
Después, la jornada se divide en dos. Chus se queda en el aula, y Mar hace la ronda por las habitaciones. Les lleva el material que han coordinado con las escuelas, algún libro… Aunque nunca se sabe lo que va a pasar: “Vas a atender al mismo niño de ayer, pero puede que su estado físico o anímico no sea el mismo que hace 24 horas. Puedes llegar como profe de matemáticas y pasar a ser oído. Porque es una parte importantísima”.
Se personaliza la clase a cada habitación, ya que a mayores de la actividad propiamente educativa es necesario añadir un componente terapéutico y emocional, especialmente en los casos de oncología o psiquiatría. Son ingresos más largos, y en ocasiones recurrentes, que precisan de una sensibilidad especial. “Recuerdo un día con una niña de onco, pequeñita, que yo llevaba algo de trabajo, y al final acabé cogiéndola en el colo y contándole un cuento. Esa flexibilidad es importantísima”.
Una flexibilidad que se transmite también en el trabajo que no se ve, antes y después de la clase, y especialmente desde que el Aula del Álvaro Cunqueiro se ha convertido en la Sede de Atención Domiciliaria: “Es un proyecto importante en el que creemos, pero los recursos son los mismos que antes. Y coordinar a todo el equipo, los horarios, los kilómetros, la materia… supone trabajo y tiempo, que no debe repercutir en la calidad del Aula. Porque todos los alumnos se merecen la mejor dedicación.”