Móviles en las escuelas europeas: la autonomía de los colegios es la opción mayoritaria
España llega ahora al debate público y político sobre los teléfonos móviles en las escuelas, que ya lleva meses, incluso años, en otros países de la Unión Europea (UE). La solución va desde la prohibición, como en Francia, a dejar a los colegios autonomía para decidir, como en Alemania, siendo esta última la opción mayoritaria.
El teléfono móvil está prohibido por ley en la enseñanza primaria y secundaria francesa durante el horario escolar desde 2018 a causa del «grave» perjuicio que puede suponer para las actividades docentes y la vida comunitaria.
La normativa incluye a cualquier otro tipo de dispositivo electrónico como tabletas o relojes inteligentes, pero excluye los de uso médico, como los de la diabetes, y los de uso educativo si los centros aclaran las circunstancias de su utilización.
En Suecia, el Gobierno ha presentado una iniciativa, para la que cuenta con el apoyo de la mayoría del Parlamento, que quiere prohibir el uso de los teléfonos móviles en las escuelas de primaria.
Los alumnos deberán entregar sus teléfonos al llegar a la escuela por la mañana y podrán recogerlos al finalizar el horario lectivo. El objetivo es, según el Gobierno, «no tener consigo los móviles entre los cursos de primero y noveno a lo largo de la jornada escolar, y tampoco en los recreos».
En Rumanía, el uso de teléfonos móviles está prohibido durante las clases y desde septiembre está en vigor una ley que permite a los profesores «recogerlos» en caso de que un alumno acuda a clase con uno. La ley se aplica en preescolar, primaria y secundaria hasta los 18 años. Los estudiantes pueden utilizar los teléfonos en los espacios explícitamente autorizados por el reglamento interno del colegio.
En Portugal, una ley de 2012 establece que los alumnos «no deben usar ningún equipamiento tecnológico como los teléfonos, equipos, programas o aplicaciones informáticas» en lugares donde se da clase. En la práctica, la decisión de autorizar o no la utilización de estos aparatos queda en manos de los propios colegios.
Actualmente existe en el país un debate político y social sobre si el Gobierno debería prohibirlo o limitarlo ante los casos de acoso escolar. El Consejo de Escuelas elaboró un informe, hecho público a finales de octubre, en el que desaconsejó prohibirlo a nivel nacional y recomendó que cada colegio regulara su uso según conviniera en base a la ley de 2012.
En Países Bajos también, en colegios e institutos no se permitirá el uso del teléfono móvil en toda la educación primaria y secundaria a partir del año escolar 2024-2025. Solo se podrán usar si se considera que son necesarios para el contenido de la lección, o si el estudiante depende del móvil por motivos médicos.
Pero Países Bajos no impone una prohibición legal (que se está también estudiando), sino que corresponde a las escuelas hablar con profesores, estudiantes y padres sobre cómo se aplicará esta prohibición del móvil en las aulas y cuáles serán las excepciones.
En Alemania, los centros educativos tienen autonomía para prohibir el uso de dispositivos móviles. Con el inicio del curso escolar, en el estado federado de Schleswig-Holstein la conservadora Karin Prien propuso prohibirlos en los centros de primaria a nivel federal, aunque la idea no prosperó.
Las propias asociaciones de educadores se han pronunciado en contra de una prohibición generalizada, ya que, según dicen, sería imposible de implementar debido a la sobrecarga de tareas y la falta de personal y porque las propias familias quieren poder contactar a sus hijos en casos de emergencia.
En Italia, sigue siendo decisión del director del centro educativo el consentir o no que los alumnos puedan usar y cuando el teléfono en clase, por lo que en algunos centros los móviles son requisados al inicio de las lecciones, mientras que otros permiten su uso entre las clases.
El ministro de Educación, Giuseppe Valditara, envió el año pasado una circular a todos los colegios e institutos para recordar la prohibición de utilizar el móvil durante las clases, por ser un elemento de distracción y una falta de respeto a los profesores, pero dejó claro que no se trata de una norma con sanciones disciplinarias sino que llamaba a la responsabilidad por parte de alumnos y docentes
Matizaba que su uso puede permitirse, «obviamente», con la autorización del profesor, y respetando la normativa escolar, con fines educativos, inclusivos y formativos.
En Bélgica, en la federación Valonia-Bruselas las escuelas son libres de autorizarlos o prohibirlos. Lo mismo ocurre en las escuelas de Flandes. Los responsables de Educación belgas no contemplan de momento una prohibición.
En Austria, el Ministerio de Educación no plantea una prohibición general. Los alumnos pueden llevar el móvil a clase y, según las reglas de cada centro, deben apagarlo o ponerlo en modo silencio durante las lecciones. Los colegios determinan también las normas de uso en los recreos.
En Hungría, las escuelas deciden de forma autónoma sobre el uso de los móviles en las clases y fuera de ellas. La Federación Nacional de Pedagogía defiende que «sea como sea, los dispositivos estarán presentes en las instituciones. La tolerancia cero debe sustituirse por un uso óptimo».
Fuente: Magisnet