La mitad de los jóvenes españoles no ha recibido educación sexual de su familia o en su centro
El Centro Reina Sofía de Fad Juventud ha publicado la investigación Juventud y pornografía en la era digital. Consumo, percepción y efectos. El proyecto, financiado por el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, busca generar conocimiento en relación al consumo y las actitudes ante la pornografía de adolescentes y jóvenes, así como sus implicaciones como agentes de socialización y de educación afectivo-sexual.
En relación con esta investigación, Beatriz Martín Padura, directora general de Fad Juventud, afirma que: “el peligro es que su sexualidad, que se forma a edades tempranas, asuma como normales comportamientos agresivos, violentos, de riesgo o degradantes para las mujeres. Si no empezamos a incorporar de forma más decidida la educación afectivo- sexual en la familia y en el currículo escolar les estamos dejando a merced del porno. Es fundamental que les acompañemos en el desarrollo de su sexualidad de forma clara, que puedan contar con referentes como fuente de información veraz y confiable, que no sea un tema tabú o incómodo que evitemos”.
“Además -en su opinión- también es prioritario que limitemos la oferta, que parece infinita en el ámbito digital, y las posibilidades de acceso a este tipo de contenidos a las y los menores, que pongamos en marcha los controles necesarios para que no encuentren y puedan consumir pornografía sin ni siquiera buscarla. Es un tema complejo, donde tienen responsabilidad muchos actores, pero que no podemos demorar”.
De acuerdo con la investigación, el consumo de porno comienza durante la preadolescencia. Un 45,2% de los encuestados afirma que su primer contacto con contenidos pornográficos fue alrededor de los 13 años. La casuística de cuál fue el agente facilitador que desembocó en ese primer contacto es diversa: cuatro de cada diez encuestados comentan que fue debido a que un amigo o amiga le facilitó dicho contenido. La misma proporción propone que no intentaban consumir porno al momento en el que lo encontraron por primera vez. Sin embargo, algo en lo que coinciden ocho de cada diez encuestados es que acceder a porno por primera vez fue fácil.
Tras esa primera visualización –de acuerdo con expertos consultados– el grupo de pares legitima el acceso al porno. Póstumamente, el consumo se realiza principalmente en solitario –un 84,2% ratifica esta idea. A razón de esto, se consolida que un 62,5% de los jóvenes de entre 16 y 29 años consume pornografía con regularidad.
Sin embargo, un motivo de peso que lleva al consumo de esta clase de contenidos se debe al desconocimiento y búsqueda de una referencia mediante la cual instruirse. Casi la mitad de los jóvenes españoles entre 16 y 29 afirman no haber recibido educación sexual de calidad de parte de sus centros o de sus familias. De hecho, apenas más del 10% plantea estar satisfecho con la educación afectivo-sexual que han recibido tanto de su entorno familiar (11,1%), como de su ámbito familiar (12,2%).
La desinformación en relación con este ámbito se ve suplida con el consumo pornográfico. Un 56,1% afirma que el porno les ayuda a conocer y comprender mejor el sexo, un 49,5% lo consideran una fuente de inspiración y alrededor de un 20% entienden que el porno es un recurso útil para su educación sexual.
Al crearse en el individuo el hábito del consumo de porno, la investigación concluye en que la principal motivación para ver porno es la masturbación –un 46,4% de los jóvenes afirma este planteamiento. La excitación (36,7%) la reducción de ansiedad, estrés o frustración (21,5%), así como la diversión (19,5%) son otros factores que también aparecen representados en gran medida. En menor relevancia, algunos encuestados reconocen a que consumen a razón de curiosidad (17,2%), el descubrimiento de preferencias (16%) y el aprendizaje sobre sexo (11,8%).
En relación con la tipología de vídeos consumidos, predominan como preferencia los productos que muestran desnudos integrales y actos sexuales explícitos sin violencia explícita. Un 45,6% de los jóvenes y adolescentes reconocen que visualizan esta clase de vídeos con mucha o cierta frecuencia. Le siguen los contenidos con desnudos integrales, pero sin actos sexuales explícitos (30,7%) y los contenidos eróticos sin desnudos ni sexo explícito.Respecto a los contenidos a los que además se les suma violencia física o verbal, son vistos con asiduidad por el 24,7% de las y los jóvenes consumidores de porno y un 16,6% reconoce que consume porno con alta violencia y humillaciones con mucha o cierta frecuencia. En este último caso, el de los contenidos altamente violentos y denigrantes, es el único donde hay más jóvenes que dicen no consumirlo que lo contrario.
Sin embargo, esta tendencia no viene sin costes. La mitad de los jóvenes tiene la convicción de que consumen una cantidad excesiva de porno –el 16,5% considera que consumen mucho porno con mucha frecuencia– así como también el 22,9% admite que han intentado reducir el consumo de la pornografía sin éxito.
Además, hasta un 40% de los encuestados afirma que ver porno afecta negativamente a ámbitos importantes de sus vidas y alrededor de un 35% ha dejado de hacer cosas que le interesan para consumir este tipo de vídeos. De ellos, un 14,1% comenta que prioriza frecuentemente el visionado de porno sobre actividades que suele hacer porinterés. Alrededor de un 30% plantea que en algún momento ha tenido problemas con su entorno por consumir pornografía –ocurriéndole con frecuencia a un 10,7%– o se siente mal cuando no puede hacerlo (esta realidad le ocurre con frecuencia a un 12,8% de los encuestados).
También aparece como dato preocupante que uno de cada tres jóvenes considera que la pornografía puede fomentar a un menor uso de preservativos y generar fantasías sexuales que involucran violencia en el proceso. Otras inquietudes que aparecen son que más del 30% hay relación entre el consumo de pornografía y presionar a otras personas para tener sexo o realizar prácticas sexuales específicas.
La investigación también refleja que un 28,2% de los encuestados considera que hay una correlación directa entre el porno y la reproducción de la violencia. Afirman que es habitual encontrarse con: violencia física (38,4%), machismo y misoginia (34,8%) o violaciones o abuso sexual (33,3%). Por otra parte, uno de cuatro encuestados creen que los contenidos discriminatorios, violentos y denigrantes no son habituales.
Chicos y chicas tienen una visión muy diferente sobre la violencia contra las mujeres y la pornografía; ellas son más críticas y creen que hay mucha mayor vinculación entre porno y violencia. Según aumenta la edad aumenta también la concienciación en torno a la violencia sexual y la situación de discriminación sufrida por las mujeres en el porno.
La adolescencia es una de las etapas de transición más importantes en la vida del ser humano, que se caracteriza por un ritmo acelerado de crecimiento y de cambios y que incluyen también todos los relacionados con la sexualidad. Conscientes de ello, Fad Juventud lanzó en 2022 una campaña digital a padres y madres para alertar sobre las graves consecuencias que puede tener sobre sus hijos e hijas un acceso temprano a la pornografía y la necesidad de la educación afectivo sexual en el ámbito familiar.
“Como padres y madres no podemos mirar hacia otro lado por muy incómodo o difícil de tratar que nos parezca este tema. Con esta campaña quisimos visibilizar el tema, que deje de ser tabú, y que las familias sean conscientes. En la web de Fad (www.fad.es) hay contenidos formativos para que aprendan a abordar este tema desde las familias y cómo acompañarles en su vida digital de forma segura”, ha añadido la directora general de Fad Juventud, Beatriz Martín Padura.
La campaña “Por no, porno”, diseñada por la consultora creativa PINK Lab™, invita a los padres a consultar la web de Fad Juventud donde podrán encontrar información de ayuda sobre cómo enfrentarse a esta difícil tarea: https://fad.es/adicciones-y-otras-conductas-de-riesgo/otros-comportamientos-de-riesgo/pornografia-y-conductas-sexuales-de-riesgo/
La campaña, que consta de tres vídeos de 45” y formatos digitales (banners, social ads, etc.), se difunde en las principales redes sociales y medios de comunicación que prestan su apoyo a la iniciativa.