Demorar el momento de la obtención del móvil (II)
La semana pasada les hablaba en este mismo lugar de las alarmas surgidas entre los padres, los educadores y los responsables políticos por la falta de responsabilidad del niño en la utilización del móvil. Un hecho que había disparado el acoso escolar, la inmersión cada vez más precoz de los niños en páginas pornográficas, su anticipación en el sexo y su total desconocimiento sobre los límites de su uso.
Una de las respuestas que se baraja actualmente en España y en otros países de nuestro entorno es la de utilizar el Whatsapp como instrumento para comunicar las opciones y estrategias que limiten el uso del móvil. Pero hay más, muchas más. Algunas bastante radicales, como la que ha puesto en marcha el Garante de las Comunicaciones Italiano, que ha abogado por obligar a que, desde el pasado 24 de noviembre, las teleoperadoras italianas bloqueen las páginas con contenidos inapropiados (pornográficos, violentos, sectarios…) a las que intenten acceder los menores titulares de una tarjeta SIM. Una medida que han aplaudido sus pedagogos y familias, a pesar de que esta medida presente algunas limitaciones, pues no afecta a los contenidos de aplicaciones como WhatsApp, X o Instagram, donde también son muy numerosos los usuarios menores de edad.
En España, desde el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE), se pondera más el uso de guías y consejos a las familias en el proceso de aprendizaje digital, ofreciéndoles recursos y asesoramiento para que sean ellas las que adopten sus propias estrategias en función de sus dinámicas.
Otra posición a la que se recurre actualmente con mucha intensidad es la de prohibir el acceso al uso de los móviles hasta los 16 años a través de una ley estatal. Sobre esta opción habría que decir que poner un límite de edad para todos no parece demasiado adecuado por cuanto no todos los menores maduran al mismo ritmo respecto a lo que es adecuado o no hacer con estos aparatos. Aunque no por ello la Administración debe dejar de legislar y regular lo que cada una de las partes (empresas, padres, educadores, etc.) tiene que hacer bajo su responsabilidad.
De todos modos, todavía quedan algunas cosas que sí se pueden hacer antes de que todo lo anterior se pueda desarrollar. Me estoy refiriendo a los sistemas de filtros y controles que están al alcance de los padres y de los educadores para intervenir pasivamente en el acceso al mundo virtual de sus hijos y alumnos. Y aquí, las opciones son múltiples. Por un lado, están aplicaciones tan interesantes como la Family Link, de Google, que se puede incorporar a los móviles con el sistema operativo Android y que además es gratuita. Esta le permite a los progenitores darse de alta como “administrador familiar” y de ese modo controlar y limitar el acceso de sus hijos a la mayoría de las aplicaciones más utilizadas, así como su frecuencia, además de activárselas o desactivárselas de modo remoto. También les permite saber su ubicación y el tiempo máximo de utilización o la hora a que se desactivaran a la hora de acostarse.
Otros métodos de control parental son FamiGard, Vodafone Secure Net Family, mySpy, Kids Place, Confidant, Kapersky Safe Kid, Locategy, Qustodio, Norton Familiy o Eset Parental Control, cuyas opciones son similares a la anterior y para las que, en algunos casos, se deberá estar dado de alta en alguna compañía concreta. Por otra parte, los padres pueden limitar los contenidos en plataformas como Youtube, Netflix o HBO, accediendo a su opción de configuración y elegir el catálogo más adecuado para su edad.
Si el niño o la niña se sabe supervisado podrá tomar dos caminos: hacer autocontrol de sus propias actividades con el móvil y no entrar en aquello que sus mayores no creen recomendable para él o ella o, por el contrario, tratar de saltarse el sistema de control externo recurriendo a las aplicaciones que se lo permiten, que de todo hay en el mundillo virtual. En estos casos, las responsabilidades que estarán asumiendo trascenderán lo prohibido para pasar a lo tolerable por los padres y, entonces, tanto ellos como sus hijos deberán buscar nuevas fórmulas de compromisos y pactos sobre el uso de las diferentes tecnologías.
Aquellos que aún crean que están a tiempo de prevenir una mala utilización de los dispositivos móviles en la actividad lúdico-recreativa de sus hijos pueden bajarse la aplicación gratuita Magic Desktop, que funciona con Windows 10. Una aplicación diseñada como un escritorio para niños, con una completa y sensacional oferta de juegos, herramientas de dibujo y fotografía, y contenidos web, y que, además de favorecer su aprendizaje y creatividad, dispone de actualizaciones mensuales, que la hacen muy atractiva para aquellos que se cansan de hacer siempre lo mismo.
Sólo queda que padres e hijos traten de entenderse y de comprender que los problemas virtuales también pueden acarrearles consecuencias en el mundo real si no toman en consideración el uso que hacen de las tecnologías y sus aplicaciones.
José Manuel Suárez Sandomingo