“El mismo tiempo que le dediques a leer en papel no va a contribuir tanto si lees en digital”
Un estudio de ERI Lectura, un metaanálisis con más de 450.000 participantes, encuentra que los hábitos de lectura por ocio en pantalla se relacionan mínimamente con la comprensión lectora (o incluso negativamente en escolares), lo que choca con la relación positiva entre hábitos de lectura en papel y comprensión lectora.
La investigación Do new forms of reading pay off, A meta-analysis of the relationship between leisure digital reading habits and text comprehension forma parte de la tesis doctoral de Lidia Altamura, que la firma con Cristina Vargas y Ladislao Salmerón, y ha sido aceptada en la revista Review of Educational Research de la American Educational Research Association.
Se trata de una revisión de las últimas décadas de investigación (25 estudios que proporcionaron 39 comparaciones) que concluye que la relación entre los hábitos de lectura digital por ocio y comprensión lectora es mucho menor (0,05) que la reportada para lectura en formato impreso en metaanálisis previos (entre 0,30 y 0,40). Esto implica, por ejemplo, que si un estudiante se pasa 10 horas leyendo libros en papel su comprensión será probablemente de seis a ocho veces mayor que si lee en dispositivos digitales esas mismas horas.
Si un estudiante se pasa 10 horas leyendo libros en papel su comprensión lectora será probablemente de seis a ocho veces mayor que si lee en dispositivos digitales esas mismas horas
A partir de aquí, sus autores concluyen que las campañas de promoción de la lectura deberían enfatizar la importancia de la lectura impresa en casa, siendo cautelosos con la lectura digital de ocio. Lo que más sorprende es que el tipo de lectura digital da igual: ya esté el estudiante chateando con sus amigos o buscando información en Wikipedia, la asociación con la comprensión lectora es mínima.
Hablamos con Lidia Altamura sobre esta última investigación y sus hallazgos.
¿No rentan tanto las nuevas formas de lectura como las tradicionales?
–Este metaanálisis recoge datos correlacionales, una asociación entre dos medidas que se han tomado en un momento temporal [entre 2000 y 2022]. No podemos hacer afirmaciones de causalidad, por la naturaleza asociativa de nuestro metaanálisis, e indicamos que es necesario realizar más investigaciones de tipo longitudinal, que son las que nos permiten saber si una cosa es causa u origen de la otra.
Precisamente desde nuestro equipo de investigación estamos realizando ese tipo de estudios como complemento. En concreto, un estudio longitudinal de tres años, Lepanto, financiado por la Agencia Española de Investigación. Estamos siguiendo a 2.700 alumnos de 4º a 6º de Primaria de centros de la Comunidad Valenciana: 22 centros públicos, privados y concertados. El año que viene será el último de recogida de datos, pero los resultados de las dos primeras olas, del primer y segundo año, son parecidos a los del metaanálisis. Para nosotros no hay sorpresas.
¿Es este estudio un paso más, del No tiren sus libros en papel al “Tiren sus teléfonos móviles”?
–Nosotros no queremos que la gente deje de utilizar sus dispositivos digitales. Aquel metaanálisis, el de No tiren sus libros en papel, era de Pablo Delgado, Rakefet Ackerman, Lalo Salmerón y Cristina Vargas. Eran estudios experimentales, ellos analizaban el efecto del medio en la comprensión lectora. Este metaanálisis mide los hábitos lectores en el tiempo libre, con cuánta frecuencia leen los alumnos en digital. Nosotros simplemente pedimos un poco de precaución, tener en cuenta que el mismo tiempo que le dediques a la lectura en papel no va a contribuir tanto si lees en digital.
¿Qué les parece el movimiento para que se retrase la entrega del móvil a los adolescentes a los 16 años? ¿A partir de qué edad la lectura de ocio en digital sí empieza a rentar más?
–En nuestros análisis dividimos las etapas educativas siguiendo las del sistema americano, y teníamos, en primer lugar, educación primaria y middle school (educación secundaria temprana), que incluye hasta los 14 años, y justamente en estas etapas es cuando observamos relaciones negativas [entre tiempo dedicado a la lectura de ocio en digital y la comprensión lectora] y, a partir de la high school, la secundaria tardía, los 14, 15 años, es cuando se empiezan a observar relaciones positivas. Siguen siendo pequeñas, pero nosotros destacamos, y esto luego hay que confirmarlo con nuestros estudios longitudinales, que puede haber un periodo crítico, más sensible, a estos hábitos en el desarrollo de la comprensión lectora.
¿Puede ser más por el coste de oportunidad –el tiempo que se dedica a esa lectura de ocio en digital se deja de dedicar a la lectura en papel– o porque se modifica el modo de leer?
–Eso lo discutimos en base a la hipótesis de superficialidad. Cuando leemos en dispositivos digitales, la mayoría de los dispositivos, aparte de los ebooks, te permite realizar otro tipo de cosas, no solamente la lectura, y los lectores estamos expuestos a más distracciones, más tentaciones, y, además, el material que encuentras en los dispositivos digitales, a través de internet, puede ser de inferior calidad que el que lees en papel. Si el lenguaje no es tan rico como en papel esto también te puede estar perjudicando en el desarrollo de la comprensión lectora. Esta hipótesis de la superficialidad nos sugiere que nuestros hábitos diarios con la tecnología, al enfrentarnos a estímulos tan rápidos, tan cambiantes y tan distractores, podrían hacer que nuestra manera de leer en digital adquiriera esta superficialidad y no nos permita leer en profundidad, o prestar tanta atención a lo que estamos leyendo. En bastantes estudios sobre la preferencia del medio, papel o digital, la mayoría de las personas indican que prefieren el papel porque se concentran más.
También hay cada vez más padres en contra del libro digital, que consideran que era mejor el libro de texto en papel.
–Es un gran debate a nivel mundial. Si nosotros atendemos a las evidencias científicas, se ha demostrado que la comprensión lectora es ligeramente superior en papel que en digital. Y nosotros siempre sugerimos que las escuelas deben basar sus medidas en las evidencias científicas. No decimos que no haya que utilizar la tecnología, pero que se haga siguiendo las recomendaciones educativas y enseñando a los niños cómo hacerlo, sin asumir que por haber nacido en la época digital estos estudiantes ya son competentes en lectura digital, cuando bastantes estudios dicen que es un proceso más complejo que el de leer en papel.
Si nosotros atendemos a las evidencias científicas, se ha demostrado que la comprensión lectora es ligeramente superior en papel que en digital
“
¿Qué fue lo que más les sorprendió de la investigación?
–Una de las cosas que nos sorprendió en nuestro metaanálisis, fue que intentamos separar esos hábitos más dedicados a una lectura sociocomunicativa, a chatear por el móvil, y más informacionales, y hemos observado que no hay diferencia casi. Nos remitimos a la hipótesis de superficialidad para intentar explicarlo.
¿Qué implicaciones podrían tener estos hallazgos a nivel de política educativa?
–Resalto que en este caso analizamos hábitos de lectura en el tiempo libre. Dicho esto, lo que nosotros aconsejamos o advertimos, ya que el contexto educativo tiene cierto impacto en lo que los estudiantes hacen en casa, es que se recomiende o se fomente más la lectura en papel que la lectura digital, por esta relación que estamos observando. No hemos visto que sea negativa, pero es casi nula. En cambio, el papel tiene un peso mayor en el desarrollo de la comprensión lectora. Se trata de realizar actividades que puedan contribuir, sumar. Con los datos preliminares del estudio longitudinal en la mano podemos confirmar que en los tres años se ve un efecto positivo: a más frecuencia lectora en papel más comprensión lectora. Y en digital vemos asociaciones nulas o incluso negativas en algunos casos.
- Ladislao Salmerón, Lidia Altamura y Cristina Vargas son los investigadores de ERI Lectura, de la Universitat de València, que han llevado a cabo este análisis.