¡Profesores, eduquen a mis hijos!
En los últimos decenios, por razones diversas, muchas familias han ido delegando en los centros educativos la difícil tarea de educar a sus hijos y los docentes, de todas las etapas educativas, han ido poco a poco cediendo, admitiendo y asumiendo una función que no les corresponde.
Una buena parte de la sociedad ha visto y sigue viendo a la escuela como la solución a cualquier conflicto que surja ya que al parecer todo tiene su origen en ella y, por lo tanto, se le encarga la resolución de problemas sociales, derivando la responsabilidad en la escuela, lo que permite a los verdaderos responsables trasladar los problemas y justificar así su incapacidad.
En consecuencia, la escuela, además de su función primordial de formar e instruir a las jóvenes cohortes de ciudadanos, debe ocuparse de educarlas y también de completar su formación, con todo lo que se le vaya exigiendo. Para ello se inventó la transversalidad, que consiste en añadir a los currículos todo cuanto a uno se le pueda ocurrir. Como no caben más temas a lo alto, se introducen a lo ancho.
Además de su función como docentes y de soportar situaciones de difícil sino imposible solución, para lograr los fines de la educación la ley se encarga de atribuirles, con carácter general, una gran cantidad de obligaciones relacionadas con el desarrollo de valores que fomenten la igualdad efectiva entre hombres y mujeres, la prevención de la violencia de género, y de los valores inherentes al principio de igualdad de trato y no discriminación por cualquier condición o circunstancia personal o social; con el aprendizaje de la prevención y resolución pacífica de conflictos en todos los ámbitos de la vida personal, familiar y social, así como de los valores que sustentan la libertad, la justicia, la igualdad, el pluralismo político, la paz, la democracia, el respeto a los derechos humanos y el rechazo a la violencia terrorista, la pluralidad, el respeto al Estado de derecho, el respeto y consideración a las víctimas del terrorismo y la prevención del terrorismo y de cualquier tipo de violencia; con medidas para que la actividad física y la dieta equilibrada formen parte del comportamiento infantil; con la práctica diaria de deporte y ejercicio físico; con la educación y seguridad vial; con el desarrollo sostenible y el medio ambiente; con los riesgos de explotación y abuso sexual; con las situaciones de riesgo derivadas de la utilización de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, así como la protección ante emergencias y catástrofes; con el desarrollo y afianzamiento del espíritu emprendedor; con la prevención de la violencia de género, de la violencia terrorista y de cualquier forma de violencia, racismo o xenofobia, incluido el estudio del Holocausto judío como hecho histórico y también se ocupan de evitar los comportamientos y contenidos sexistas y estereotipos que supongan discriminación.
Además, en todas las asignaturas deben desarrollar la comprensión lectora, la expresión oral y escrita, la comunicación audiovisual, las Tecnologías de la Información y la Comunicación, el emprendimiento y la educación cívica y constitucional.
Por si fuera poco, además de todo lo anterior, no cesan de sumarse propuestas adicionales como ajedrez, primeros auxilios, economía financiera, meditación, lenguaje de signos, lenguas cooficiales, etc, etc, etc.
No hay duda de que el papel lo aguanta todo, pero un poco de sensatez no estaría de más. Ante este panorama y en este contexto, el siguiente análisis, referido a centros públicos, permite poner en evidencia el tiempo que los alumnos pasan en el centro y el tiempo que los profesores pueden dedicar a sus alumnos, con el fin de reflexionar sobre la responsabilidad que deben asumir los centros educativos y los docentes.
Educación Primaria
De los 365 días del año, el calendario escolar establece 175 días de clase. Se exponen las horas totales, las horas fuera del colegio, horas en el colegio y el porcentaje sobre las horas totales.
Al año, los alumnos de Primaria solamente están un 10% de su tiempo en la escuela y un 90% fuera de ella. Cada semana de clase, los alumnos de Primaria están solamente un 15% de su tiempo en la escuela y un 85% fuera de ella. Cada día de clase, los alumnos están el 20% de su tiempo en el colegio y el 80% fuera del mismo.
A lo largo de la Educación Primaria, un alumno está un 10% del tiempo bajo la responsabilidad del centro educativo y un 90% bajo la de su familia. Cada grupo de alumnos pasa un 15% de su tiempo semanal con sus maestros en clase.
Educación Secundaria
En Secundaria, los profesores son especialistas de las materias que imparten y pueden atender a cada grupo entre una y cinco horas semanales de clase, en función de la asignatura, aunque la media es de tres horas.
De los 365 días del año, los alumnos van al instituto 175 días. Se exponen las horas totales, las horas fuera del centro, horas en el centro y el porcentaje sobre las horas totales.
Al año, los alumnos de Secundaria solamente están un 12% de su tiempo en el instituto y un 88% fuera de él. Cada semana de clase, los alumnos de secundaria están solamente un 18% de su tiempo en el IES y un 82% fuera del mismo.
La mayoría de los profesores de Secundaria imparten a cada grupo tres horas de clase semanales con una media de 25 alumnos.
Los datos anteriores describen objetivamente la proporción real del tiempo que los alumnos pasan en la escuela y fuera de ella. Es difícil de entender que, ante cualquier situación que escape al control de los responsables políticos o de la sociedad, se pretenda responsabilizar al sistema educativo, a los centros educativos y a los profesores.
Los docentes asumen su responsabilidad y la sobrecarga de trabajo que se les demanda, y seguirán haciendo su trabajo y esforzándose, a pesar del escaso reconocimiento social que reciben, pero pretender que, en los períodos de tiempo mencionados, instruyan, formen y eduquen a sus alumnos, en grupos de veinticinco, es un objetivo excesivamente ambicioso, por no decir imposible.
Si un alumno pasa el 10% de su tiempo en el colegio y el 90% fuera del mismo, ¿cuánta responsabilidad le corresponde al centro y cuánta a las familias?
¿No debería aplicarse un sistema de responsabilidad compartida con los padres, con la Administración y con la sociedad, en una medida razonablemente proporcional, que impida que ante cualquier problema solo los docentes sean cuestionados?
Xavier Gisbert y Mª José Martínez de Lis son miembros de Educación Siglo XXI
Fuente: Magisnet