Todos recordamos nuestra época de estudiantes a través de aquellos profesores que nos marcaron. Ya sea por su forma de enseñar, su simpatía o por lo difícil que era aprobar su asignatura.

Pero hay otros que se quedan en nuestra memoria porque cubrían cada hueco en el horario: “Tenía uno que nunca supe de qué era profesor en realidad. Daba inglés con pronunciación francesa, francés con acento gallego, historia dictada (solo leía del libro) y dibujo”, nos cuenta Irene Alonso, profesora de inglés, y que señala como responsable de estos casos tan curiosos a la no regulación de las materias afines.

Una materia afín es una asignatura que, como su nombre indica, es afín a la principal que se imparte o a las que fueron estudiadas en la carrera o licenciatura.

Por ejemplo, un profesor de Latín podría tener como afín Griego. O alguien licenciado en Filología Inglesa podría impartir otras lenguas extranjeras. El procedimiento de selección es muy sencillo: en función del expediente académico del maestro y de las materias y los créditos que ha estudiado, le habilitarán para unas materias u otras.

Pero a nadie se le escapa que, cada vez más, los profesores adquieren una actitud de todoterreno en la que enseñan un poco de todo, muchas veces fuera de su especialidad.

“En mi caso, me habilitaban para Inglés, Lengua Castellana y Lengua Gallega, pero Inglés no la pido nunca porque no me siento cómoda y no me atrevo” explica Vanessa, docente de – sobre el papel – Francés. “¿Qué ocurre? Pues que en Galicia no está regulado, no te piden ningún requisito.”

“Me dijeron que o la cogía o me sacarían de la lista. Si quieres trabajar, te obligan a dar una materia que no controlas.”

De este modo, a pesar de que docentes como ella sí seleccionen las asignturas en función de su certificación, muchos otros terminan enseñando materias sin los conocimientos pertinentes.

“Supuestamente la administración apela al buen hacer y a la profesionalidad de la persona que presenta su instancia para dar clases de su asignatura” explica Irene Alonso, que añade que gracias a (o por culpa de) esta forma de repartir las afines “se crean puestos a medida o cerca de casa”.

Sustituciones sin requisitos

“Yo estudié Traducción e Interpretación y soy profesora de Francés. En teoría no estoy habilitada para enseñar latín, pero cuando empecé a dar clase me tocó hacer varias sustituciones seguidas de Francés con afín Latín” cuenta Vanessa. “Mi primera intención fue rechazarlo, ya que llevaba sin tocar esa asignatura desde el bachillerato, pero me dijeron que o la cogía o me sacarían de la lista. Es decir: si quieres trabajar, te obligan a dar una materia que no controlas.”

Tras esa primera sustitución “forzada”, Vanessa se preparó lo suficiente para poder impartir Latín, por lo que pudo marcarla como afín en cursos siguientes, “pero claro, dentro de mi rama de letras no es tan alejado a mi especialidad como las personas del área de Francés que piden o se ven obligados a marcar una afín de Matemáticas… Eso ya va con la conciencia de cada uno”

Irene Alonso Gasalla – Docente y escritora

“AFINES SIN FIN”

“A ver… yo soy de mates, algo de física sabré dar. Y con el B2 en inglés que saqué hace 20 años igual puedo dar en los cursos bajos de la ESO, o alguna asignatura bilingüe ¡malo será! ”

En la educación, esto no debería pasar, pero pasa. Y no ocurre una, sino varias veces, cada año de cada curso escolar. Pasa porque ciertos docentes (afortunadamente, también los hay sensatos que se responsabilizan de sus peticiones) marcan las denominadas “materias afines” como quien marca cruces en la quiniela, aunque lo que desean en esta ocasión es ¡que no les toque!

Una vez que estos nuevos profesores se incorporan a su puesto de trabajo, vienen las sorpresas: para sus compañeros, para el centro, y para los que realmente lo van a sufrir más, los alumnos, que recibirán clase de Educación Física impartida por un profe de música, que no tiene ni idea de juegos de balón, pero que puso esa afín para ver si sonaba la flauta y le tocaba cerca de casa.

Afortunadamente los médicos no tienen afines. No quisiera verme en una operación de apendicitis con un dentista de cirujano…

¿Y el alumnado?

“Nuestro profe de E.F. era en realidad profesor de economía” nos cuentan dos alumnos de 2º de Bachillerato. Explican que el maestro siguió la programación establecida con los contenidos teóricos, pero las clases prácticas no eran lo que se esperaban: “Ni divertidas, ni con juegos o actividades variadas. Además no hacia ninguna demostración práctica ni se involucraba realmente. Nada que ver con lo que hizo la otra clase, que sí que tenía una profe de verdad”.

Algo parecido le ocurrió a Dafne, pero en su caso fue con la oferta de Tecnología Bilingüe, voluntaria en 3º de la ESO: “Muchos la escogimos porque teníamos ganas de ampliar nuestros conocimientos de inglés, pero acabamos el curso sin saber nada nuevo”. Cuenta que no se le dio importancia a la lengua extranjera, pues el docente no parecía dominar el idioma: “Tanto las clases como los contenidos de la materia estaban en castellano. Esto acabó en una serie de problemas y discusiones que solo empañó aún más la asignatura. Es una pena que optativas tan buenas y con tantas posibilidades como esta no sean impartidas como se debe.”