Monia Presta: “Quien no conoce sus emociones se deja dominar por ellas”
Monia Presta lleva más de 17 años dedicada a la psicología. En su último libro, Tu cerebro emocional (RBA), aborda la escucha del cerebro emocional a través no solo de su experiencia profesional, sino también personal: «Tras una separación y un accidente que me cambiaron la vida, hice un viaje de transformación y aprendizaje que afianzó todavía más mi trabajo de ayuda». En este sentido, recuerda que los psicólogos también «somos humanos y estamos expuestos a los desafíos de la vida». Para afrontarlos, asegura que es imprescindible «tomar consciencia de nuestras emociones». De lo contrario, advierte, «somos como un barco a la deriva».
Tu cerebro emocional es tu nuevo libro, ¿por qué has escogido este título?
–Porque es lo que trabajo a diario con mis pacientes, alumnos y exalumnos desde que empecé mi carrera como psicóloga sanitaria y teatroterapeuta. El cerebro emocional es el gran desconocido y abandonado en nuestra sociedad cartesiana hiperlógica y productiva. Se ha dado mucha importancia a la mente y se han dejado de lado las emociones, como si fueran peligrosas. En realidad, lo más peligroso es no considerarlas, ya que todas las decisiones que tomamos están influidas por nuestras emociones.
¿En qué sentido?
–Si no tomamos consciencia de nuestras emociones, somos como un barco a la deriva. Quien no conoce sus emociones se deja dominar por ellas y puede tener conductas reactivas peligrosas para sí mismo y la sociedad. Además, inhibir las emociones es como tener una bala perdida en nuestro cuerpo. De hecho, es la causa de trastornos psicológicos, físicos y psicosomáticos.
¿Y por qué las inhibimos?
–Hemos crecido con la idea de mantener nuestras emociones a raya, de separar la emoción de la razón, de no dejar que nos superen. Sin embargo, las emociones dirigen nuestra atención, nos motivan, guían el pensamiento e impulsan la acción. En este libro hablo de casos clínicos que he solucionado gracias a entrenar la escucha del cerebro emocional con ejercicios muy prácticos y mi experiencia personal como psicóloga a raíz de una separación y un accidente que me cambiaron la vida. Hice un viaje de transformación y aprendizaje que afianzó todavía más mi trabajo de ayuda a través de la gestión emocional. Los psicólogos somos humanos y, cuando vivimos los desafíos de la vida, dejándonos tocar por ella, podemos acompañar mejor a los pacientes.
Afirmas que las emociones negativas no existen.
–Las emociones no son ni negativas ni positivas: son adaptativas y nos dan información sobre el entorno y nuestro estado interior. Si las cabalgamos, se van rápidamente, como un soplo de viento. Si las inhibimos o las negamos, se generan trastornos psicológicos y físicos. De hecho, las emociones nos avisan si una situación es buena o no, ni siquiera hay que pensar en ellas porque son automáticas. Nos guían hacia nuestro bienestar interior y supervivencia. Son reacciones muy rápidas que tenemos ante un estímulo externo o interno, que genera una alteración en nuestro organismo. Las emociones son nuestras amigas y vienen a informarnos de si una persona o situación si realmente nos conviene o no.
¿Tenemos tiempo para pararnos a sentir las emociones?
–Vivimos en la sociedad de la prisa donde evitamos el dolor y la consecuencia es que se genera más dolor. Estamos llenos de distracciones, corriendo de aquí y allá, surfeando en las redes sociales. Las personas sufren más porque no se conocen a sí mismas. La vida alterna momentos fáciles y difíciles y parece que no haya tiempo para vivir de verdad, ser y sentir algunas emociones como la tristeza, el miedo o la rabia. No queremos escucharlas porque algunas generan incomodidad y malestar. Las emociones tienen la función de asegurar nuestra supervivencia, nos motivan y nos informan sobre nuestro estado interior. Son nuestras brújulas.
Y si las ignoramos, ¿qué pasa?
–Dejan de ser adaptativas y se convierten en sentimientos duraderos, que conducen a enfermedades psicológicas como ansiedad, depresión y trastornos psicosomáticos y físicos. Las emociones están presentes en todas nuestras decisiones. Por tanto, es mejor identificarlas, abrazarlas y gestionarlas para vivir mejor, pensar mejor y tomar buenas decisiones.
¿Por qué no estamos conectados con nuestras emociones?
–La sociedad de la prisa necesita remedios rápidos sin pensar en las consecuencias. Vivimos corriendo. Ni la pandemia pudo cambiar las actitudes de las personas frente a la vida. Estamos rodeados de estímulos e hiperconectados a las redes sociales. Parece difícil desconectar y conectar con nuestras necesidades reales. Tenemos la obsesión de aprovechar el tiempo: la cronopatía, la enfermedad del tiempo, es una realidad peligrosa para el ser humano. El cerebro no está programado para vivir en modo simpático todo el tiempo. Tenemos que ser productivos y eficientes sin parar. En la sociedad 3.0 las personas se quejan de que no tienen tiempo…
¿Y qué consecuencias puede tener?
–Según datos estadísticos, siete de cada 10 españoles dedican una media de 11 horas al día a las nuevas drogas del siglo, que son las redes sociales, para un total de 4.015 horas al año. Esta manera de vivir no va en sintonía con lo que necesitan nuestra mente y nuestro cuerpo. El cerebro necesita descanso. Vivimos con el sistema simpático continuamente activado, lo que tiene que ver con la rapidez, la aceleración del ritmo cardiaco, la sudoración, la descarga del cortisol tóxico y la adrenalina. Nuestra sociedad está en alerta. Necesitamos desconectar y entrar en modo parasimpático, en calma y reposo. Si no tenemos tiempo para saber cuáles son nuestras necesidades ni de escuchar nuestras emociones, es muy fácil que caigamos en la hiperconexión con el ambiente externo, con las consecuencias ya mencionadas.
En este escenario, ¿cómo podemos conectar con nuestras emociones?
–Podemos meditar, pasear en medio de la naturaleza, practicar deporte, buscar una afición, leer y practicar el no hacer nada. También es muy importante hacer detox digital. Por la mañana es mejor empezar con una rutina sana haciendo ejercicio, desayunando y no conectarse a las redes hasta una hora preestablecida. A partir de las 19 o 20 horas, desconectar de todos los ordenadores, tabletas, redes sociales puede ser una manera para volver a conectar con las emociones y conectar con nuestro Daimon interior, que significa permanecer conectados a nuestra vocación, es decir, nuestro propósito vital. La lentitud y el tiempo dedicado a estar con nosotros mismos nos ayudan a conectar con nuestras necesidades; nos indican si vamos en la dirección correcta y con el viento a favor. La introspección es necesaria para saber en qué puerto amarrar nuestro barco.
Conocer las emociones es, entonces, beneficioso para la salud.
–No existe la salud si no escuchamos y cuidamos nuestras emociones. Si las escuchamos, las abrazamos, las integramos, podemos ser felices y tomar mejores decisiones. Las emociones son nuestra brújula interior natural. “No hay viento favorable para el marinero que no sabe a dónde ir”, decía Séneca. Hay muchas personas que viven anestesiadas, dormidas porque no hacen caso a los mensajes del cerebro emocional, sufren porque no se escuchan y no se conocen a sí mismas y provocan dolor en su entorno. “Conócete a ti mismo”, decía Sócrates. Si nos conocemos y escuchamos las emociones, desconectando del runrún exterior, vamos a ser personas felices, libres y empoderadas.
¿Cuál es la enseñanza principal que quieres hacer llegar con este libro?
–Que volvamos a conectar con la sabiduría del cerebro emocional. Cuando escuchamos, abrazamos, expresamos y gestionamos nuestras emociones, podemos tener éxito en todas las áreas de nuestra vida. Hay estudios importantes que evidencian que las personas felices no son las que controlan todo, las racionales, sino las que saben gestionar sus emociones, tener empatía y seguir el Daimon interior. Si tenemos conciencia de esto, podemos dar pasos hacia la libertad interior, transformar nuestra vida y volar hacia el bienestar psicológico, físico y emocional. Es un verdadero viaje de transformación, como hacían los héroes de la antigua Grecia. Recuperar lo que hoy se llama inteligencia emocional es una sabiduría milenaria. Estar en paz con uno mismo es lo mejor que nos puede pasar.
Fuente: Magisnet