Las guías también son para el verano
Hoy voy a hablarles de un tema que me toca muy de cerca: las guías turísticas. Y me toca porque recientemente he editado una titulada El Ortegal, secreto e insólito.
Muchos pensarán, no sin parte de razón, que editar una guía en papel ahora es un poco arriesgado, cuando en Internet se puede encontrar de todo. A pesar de que estos argumentos parecen oportunos, les diré que no es tanto así, sobre todo cuando hablamos de lugares que tradicionalmente no han captado la atención de muchos visitantes o cuando sus vecinos no se han tomado demasiadas molestias en difundir todo lo que su zona les puede ofrecer a los turistas. Y así pasa que muchos de ellos les parece conocen nuestro grande y verde país porque han cursado alguna visita a Santiago, Coruña, Vigo o las Rías Baixas. Y todos sabemos que no es ni un poco así, algo que se subraya en el hecho de que durante los últimos años hayan cobrado sentido como nuevos destinos, por ejemplo, Ourense, gracias al AVE y a ser un referente del termalismo español, o la Ribeira Sacra por la monumentalidad de sus iglesias, sus cañones y sus vinos.
En Galicia todavía queda mucho por descubrir a propios y extraños y esto deben hacerlo los que conocen y aman la tierra que les ha visto nacer y crecer y que creen en su rico pasado y el gran futuro que se les abre.
Pero en ocasiones no somos nosotros los que lo descubrimos porque lo que tenemos nos aparece como algo común a muchos otros lugares, y por tanto poco original, para poder ofrecerlo como algo novedoso y auténtico. Y son nuestros visitantes quienes, poniéndole un nombre o haciendo una observación casual, acaban señalando algo que a todos nos parece impactante.
Así ha ocurrido con la Playa de las Catedrales que, después de permanecer durante un muchos de años como un lugar recóndito para el descanso veraniego de los vecinos, se ha transfomado en todo un lujo visual que hace que deba ser visitada, por lo menos una vez en la vida, como si de una nueva Meca se tratase. Y ¿qué decir del Mejor Banco del Mundo, en Loiba (Ortigueira), desde donde se puede ver el Cabo Ortegal y la fina línea donde el mar se curva en el horizonte, y donde algunas noches su cielo negro o azul se vuelve naranja, creando sensaciones inexplicables? O el Fuciño do Porco, cuyo simbolismo sólo puede apreciarse desde el mar, pero sobre el que todos los días cabalga multitud de personas llegadas desde los más remotos lugares.
Queda mucho por decir y descubrir de Galicia, y su finisterre norteño es una de las zonas que todavía necesita de mucha divulgación en todos los sentidos. No en vano, en la actualidad, este territorio ha cobrado una destacable singularidad al ser considerada por la Unesco como Geoparque Mundial. Es decir, un área geográfica donde se gestionan espacios geológicos y paisajes de relevancia internacional y que, junto con su patrimonio, requiere de estrategias de promoción y desarrollo sostenible, respetuosas con la identidad del territorio. Esto hará que se desarrolle allí una actividad recreativa con fines educativos y culturales, basados en la geología y la geomorfología de los paisajes. Lugares en que sus visitantes podrán hacer excursiones a cavernas, montañismo, alpinismo, observación de la dinámica de playas y diversas actividades motivadoras de la educación geocientífica, a la vez que estimuladora de la economía de la Comarca.
Así que aquellos que todavía piensan que todo está escrito o que en Internet pueden encontrar cualquier cosa que quieran ver, les diré que algo hay de todo ello, pero todavía también que queda mucho por hacer y descubrir. Así que con El Ortegal, secreto e insólito he tratado de poner unos pocos granitos de arena con l fin de dar a conocer algunas informaciones y apreciaciones que no están en ninguna de ellas, como pueden ser algunos de los escenarios en que se han rodado importantes películas; la contribución que sus emigrantes han hecho a la educación de sus habitantes con la creación de unos sorprendentes centros escolares o la singularidad de muchas de sus personalidades históricas, de los que algunos solo conocen sus obras, pero no el liderazgo que tuvieron en su tiempo. Podría seguir enumerando muchos otros aspectos enriquecedores presentes en esta guía, pero también sé que después de estas breves líneas a muchos aventureros les estará ilusionando adentrarse ellos mismos en los territorios de Ortigueira, Cariño, Cedeira, Cerdido, Mañón o As Pontes para llevar a cabo sus propios análisis y, así, poder divulgarlos a los cuatro vientos.
Desde aquí, lo único que me queda por decirles es: “Vengan y aventúrense, a buen seguro que quedarán sorprendidos y admirados de todo lo que verán y oirán”.
José Manuel Suárez Sandomingo