¿Por qué vamos a la escuela desde tan pequeños? El motivo más extendido es la dificultad para conciliar el empleo de los padres con el cuidado de los hijos. Por otro lado, en muchos casos existe un desconocimiento sobre la posibilidad de quedarse en casa hasta los seis, una situación legal en España, donde la educación solo es obligatoria a partir de Primaria.

En ocasiones, esta decisión también viene motivada por una serie de mitos: pensamos que “después será más complicado encontrar plaza en el colegio”, que tal vez “cuando empiece en la escuela estará por detrás de sus compañeros”.

Entonces, sabemos por qué vamos a la escuela, pero, ¿por qué no? Hablamos con algunas familias gallegas que han optado por educar en casa a edades tempranas, una decisión que, a pesar de estar contemplada legalmente, todavía está acompañada de un estigma (tanto que prefieren no compartir su identidad). Principalmente, nos cuentan, se educa en casa “con la intención de ofrecer un espacio seguro a los niños y niñas. Un lugar en el que se trabajen aspectos que en las escuelas tradicionales están más descuidados, como pueden ser aquellos relacionados con las emociones, y también para utilizar métodos pedagógicos alternativos al tradicional”.

Y es que esta educación no solo se realiza en casa: excursiones al campo, al mar, paseos a la biblioteca… Actividades que intentan derribar el gran mito (o el gran miedo) de las familias que escolarizan tan pequeños a sus hijos: la no-socialización y el libre albedrío.

“Las familias deberían conocer el currículo de la etapa del mismo modo que se hace en un aula de Educación Infantil.”

“Las actividades complementarias son fundamentales para enriquecer el acompañamiento en el homeschooling y ayudan a seguir también el currículum. Están integradas en el diseño de horarios, que puede hacerse semanal, quincenal o mensual. Se procura que siempre estén relacionadas con los intereses de los niños y pueden ser muy variadas, desde ir a un museo, organizar un pequeño viaje a modo proyecto, deportes, música…. Y por supuesto son fundamentales para proporcionar esa socialización de la que podrían tener carencias al no asistir a ningún centro educativo.”

1 CONOCER SU PROPIO CUERPO Y EL DE OTRAS PERSONAS

Comprender sus posibilidades de acción y aprender a respetar las diferencias.

2 OBSERVAR Y EXPLORAR SU ENTORNO

Tanto familiar, natural y social, es el primer contacto con el mundo que les rodea.

3 ADQUIRIR AUTONOMÍA EN SUS ACTIVIDADES HABITUALES

De forma progresiva, es el momento en que comienzan a hacer tareas por sí mismos (ya sea haciendo un dibujo, yendo al baño o recogiendo las cosas después de jugar).

4 DESARROLLAR SUS CAPACIDADES EMOCIONAL Y AFECTIVAS

Compañerismo, empatía, amabilidad… desde aprender a compartir hasta trabajar o jugar en grupo.

5 RELACIONARSE SIGUIENDO PAUTAS DE CONVIVENCIA

Vivir con las demás personas en igualdad y adquirir progresivamente pautas elementales de convivencia y relación social, ejercitando (de nuevo) la empatía y la resolución pacífica de conflictos.

6 DESARROLLAR HABILIDADES COMUNICATIVAS

En diferentes lenguajes (verbal y no verbal) y formas de expresión. Saber comunicar lo que siente, lo que quiere, lo que le gusta y lo que no le gusta.

7 INICIARSE EN HABILIDADES ACADÉMICAS

Primeras nociones lógico-matemáticas, inicios en la lectura y la escritura, así como en el movimiento, el gesto y el ritmo.

8 APLICAR NORMAS SOCIALES

Aprender, promover y entender pautas en sociedad, especialmente aquellas que implican la igualdad entre hombres y mujeres.

9 CONOCER Y VALORAR LA CULTURA DE GALICIA

En el caso de la comunidad de Galicia, conocer las singularidades culturales, como el idioma o la historia, de forma últil para su desarrollo personal.

Sobre este el componente relacional, añaden otra ventaja: “la posibilidad de mantener contacto estrecho con una variedad de generaciones (abuelos, tíos, primos…) que también les aporta más diversidad de situaciones sociales de aprendizaje”

Y es que se habla mucho sobre las “desventajas” lectivas que puede ocasionar el quedarse en casa en esa primera etapa educativa, aunque es cierto que ni leer ni escribir son objetivos de preescolar. En cambio, sí lo son el control de la motricidad, la comunicación, las pautas de convivencia… ¿cómo trabajarlos en casa?

“Se pueden hacer las cosas que se han hecho toda la vida de una manera más natural, fomentando la autonomía y la independencia. Los niños y niñas observan e imitan a sus guías (madre, padre, abuelos…)”.

Y es que mediante la observación como método de aprendizaje se desarrollan habilidades y conocimientos muy diversos en el día a día.

“En cuanto a la motricidad, por ejemplo, en la cocina se les puede enseñar a cortar y pelar fruta, que además les aporta autonomía y sentido de pertenencia. También pueden ayudar a colgar la ropa; jugar con las pinzas es una herramienta de vida práctica que se emplea habitualmente cuando se detecta que algún pequeño le falta esa habilidad. No hace falta inventar nada, es todo más natural”.

Surge, claro, la pregunta: ¿la educación en casa, con sus padres, puede alcanzar los objetivos de infantil de la misma manera que un maestro? “Son ámbitos diferentes, de manera que habrá objetivos que se lograrán de igual modo y otros que no llegarán a conseguirse” cuenta AMEI, la Asociación de Educadores de Infantil, que añade: “Las familias deberían conocer el currículo de la etapa y procurar el desarrollo competencial de sus hijos e hijas del mismo modo que se hace en un aula de Educación Infantil.”

Sí, con tiempo y dedicación podemos conseguirlo, aunque los miedos a la educación infantil están infundados: ni se exige demasiado ni lo pasan mal, es un lugar más donde aprender y divertirse.

Fuente: Faro de Vigo