La bajada de impuestos, el mantra falaz de la derecha
La idea de la derecha de que bajar los impuestos aumenta el crecimiento económico de una región es falsa a todas luces. ¿Pero qué otra cosa puede ofrecer la derecha, siempre inmovilista ante cualquier atención pública? Nada. Y cuando vende algo diferente a su clásico mantra de que disponiendo todo el mundo de más dinero la economía irá mejor no hace más que dejar en manos de la desregulación que los ricos sean más ricos y los pobres más pobres.
Si el Estado no dispone del dinero suficiente para pagar y mejorar los servicios públicos para que todos sus ciudadanos pueden acceder a ellos, sólo lo harán los más pudientes a través de las redes clientelares privadas. Menos servicios públicos supone una menor calidad de vida para toda la población y, en consecuencia, más pobreza y más deterioro de sus relaciones. Es decir, más conflictos y menos negocio y recursos.
En las autonomías en las que gobiernan las derechas están viendo la entrada de los fondos Next Generation como una tabla de salvación para que su mantra se cumpla. Esto es así, por cuanto están pensando en disponer de esta financiación para cubrir con ella los gastos de los servicios que ya prestan y así no tener que subir los impuestos en los próximos años. Pero esta fórmula es totalmente falaz, pues los 750.000 millones de euros con que la UE dotó a este mecanismo financiero para el conjunto de los Estados Miembros, lo hizo con el fin de hacer frente a las consecuencias económicas y sociales de la pandemia y no para cubrir los servicios que estos ya estaban ejecutando.
Pero la peor maldad de todo esto es que, cuando la Comisión Europea reciba, a través de sus unidades gestoras, la nómina de en qué se han gastado los fondos y compruebe que esta no ha seguido los criterios marcados por la convocatoria, la rechazará. Y entonces, será el Estado o la Comunidad autónoma la que deberá asumir el coste de los servicios presupuestados con ellos. O sea, deberá detraer de donde sea los dineros que necesite para abonar el pufo. Eso supondrá -como ya pasó en otras ocasiones- que no se puedan seguir manteniendo determinados servicios públicos o que estos tengan que ser recortados en extensión o en calidad.
En época de elecciones parece que todas las promesas pueden ser coreadas a los cuatro vientos sin ningún tipo de escrúpulo. Por ello, los equipos políticos echan mano de cualquier financiación para elaborar las cuentas de la lechera, pensando que así no van a amargarles la vida a sus electores pidiéndoles más dinero para los servicios que están obligados a prestarles. Actuando así, parecen no darse cuenta de que los impuestos son la única manera de promover la equidad social, ya que si no existiesen no podríamos no sólo disponer de sanidad, escuelas o carreteras, sino de muchos otros recursos como becas para alumnos, subvenciones para empresas o ayudas para situaciones de emergencia. Una multitud de prestaciones a las que todos tenemos derecho a disfrutar gracias al pago de los impuestos. Esos que, además, no nos llevaremos a ningún paraíso fiscal pensando egoístamente en “¿Y si algún día pasa algo?, ¿con qué cubro mis necesidades?”. Los impuestos son el aquí y el ahora del bien común de los ciudadanos, usurparlos o no cobrarlos, además de una aberración social, supone una transgresión del contrato firmado a través del voto entre el pueblo y sus representantes para cumplir el designio de sus programas.
José Manuel Suárez Sandomingo