Valeria Harrington: “La gran pregunta es: ¿para qué quiero hacerlos competentes?”
Valeria Harrington no solo no esconde su ideario sino que lo ondea y vuelve machaconamente a los valores, a ver a cada alumno en toda su integridad, a la importancia de las humanidades, a saber para qué estamos aquí, a no tener miedo a hacernos las grandes preguntas… Luces largas para tiempos de un presentismo y una incertidumbre, a veces, asfixiantes. Su discurso parece un pelo en esta sopa de tanta STEM, tanta competencia, tanta digitalización… ¿Está en las nubes? O con los pies en la tierra, según se mire.
Me han dicho que los colegios RC no dejan indiferente…
—Bueno, nuestro ideario se resume en ofrecer a los alumnos una formación integral, en la que se trabajen todas las cualidades de la persona: la inteligencia, los valores, la formación en liderazgo… Creo que a ningún colegio se le ocurriría hoy día trabajar un solo aspecto. Todo es cuestión de cómo miramos al alumno para intentar que llegue a lo máximo que pueda alcanzar.
¿En lo académico y en lo personal?
—Por supuesto, eso es lo que trasmitimos a nuestros profesores, que se tienen que enfocar en el alumno completo, para que sean excelentes alumnos pero sobre todo excelentes personas.
La clave, cada profesor, como siempre.
—Nuestros docentes tienen que ser excelentes profesores pero además sentirse realizados con su vocación. Los profesores están muy castigados en esta profesión y realmente deben sentir que están desempeñando una labor fundamental para que esa ‘personita’ que tienen delante llegue a lo máximo posible.
Salud mental y formación integral, ¿ves alguna relación o es arriesgado?
—Bueno, el vacío existencial existe por supuesto. A los alumnos, por muy cuidados que estén en su casa, lo que ellos creen ver les genera un vacío y, sobre todo, vulnerabilidad. Es la famosa «generación de cristal» que vemos que a nada se quejan, cosas triviales les parecen problemas gravísimos… Todo esto puede desembocar en trastornos que se empiezan a manifestar en chicas y en chicos a temprana edad.
¿Y qué hacemos?
—Nosotros estamos trabajando mucho en prevención, en que el alumno se conozca a si mismo, sepa su valor, se acepte y se supere. Entonces, si este conócete, acéptate y supérate lo vamos trabajando desde que son pequeñitos les vamos dando más armas para luego poder afrontar lo que les pase. Tienen que saber que estamos aquí para algo mucho más grande.
¿Pero no se insiste ahora en que simplemente tenemos que hacerles competentes?
—Es verdad que si nosotros pensamos en el alumno en toda su integridad, con su mente, voluntad y su cuerpo, tenemos que darle competencias, herramientas… Eso es obvio pero insuficiente. El factor diferencial está en hacernos la gran pregunta: ¿Para qué lo quiero hacer competente, para hacer algo valioso en su vida, para los demás…? Debe entender que no está solo él en el mundo y que el valor de servir a los demás sirve para encontrarse a uno mismo. Han aprendido a hacer algo, vale. ¿Ahora qué hago?
¿Competencia no es solo competencia laboral?
—Desde la revolución industrial, formamos así porque esto es lo que me pide el mercado. De qué sirve aprender algo si luego no voy a poder aplicarlo.
¿Para qué necesitamos las humanidades entonces?
—Para no dejar de ser humanos, para saber para qué estamos aquí. Al final, todos necesitamos un valor, un motor: los alumnos se deben sentir con ganas de hacer algo. No nos podemos mover únicamente por interés.
Pues que sepas que ahora solo se habla de asignaturas STEM…
—Esto va por modas, ahora vamos a hablar de esto, ahora de lo otro. Insisto, el tema es: ¿para qué? Debemos atrevernos a profundizar, a mirar a la persona y a preguntarnos qué nos aporta. El alumno debe ser competente en materias STEM, obviamente, si eres un colegio lo tienes que dar. Pero no podemos olvidar dar un sentido último a lo que hacemos.
Vale, pero ¿no nos estaremos pasando con tanta digitalización?
—Yo creo que sí. En parte porque, como hay tanta competencia entre colegios, todos estamos a la caza de cada tendencia que van saliendo. Por otro lado, si hay que formar integralmente y que ahora vivimos en un mundo digital, es algo que no podemos evitar.
¿Y ya?
—No, ya no. Ayudamos a nuestros alumnos a utilizar estas nuevas tecnologías para bien. Para que esos valores que le hemos enseñado en clase los puedan utilizar también ahí.
¿Por ejemplo?
—Puede servir para evitar adicciones a los videojuegos por ejemplo. Nuestros alumnos tienen que saber moverse en este nuevo ambiente digital, de redes sociales, de aulas con dispositivos… Son herramientas a la que hay que sacar provecho pero no buscar en ella las soluciones. No hay que rechazar las nuevas tecnologías pero hay que acogerlas con cabeza porque es un mundo bastante deshumanizado.
Hablando de humanismo, ¿los currículos LOMLOE son tan ideológicos como dicen?
—Tienen carga ideológica desde luego y yo creo que todos lo esperábamos. Se nota ese tinte en todas las asignaturas. Es el currículo que hay, aunque eso no implica que uno no pueda trabajarlos a la luz de su ideario y responder a lo que consideramos que es necesario responder. ¿Cuánto durarán? Quién sabe, hasta que los vuelvan a cambiar.
¿O sea que los filtráis por vuestro ideario?
—Claro, todo lo tenemos que mirar a través de nuestro ideario, si no estaríamos fallando a los padres, a las familias y a nosotros mismos. No hace falta saltarse la ley. Si de lo que se está hablando es de igualdad, se puede defender igualmente, pero de la manera que el colegio considere. También te digo, esto ha pasado más veces, solo que esta vez se nota más.
¿En qué materias crees que hay más carga?
—Está en todas porque se han cambiado todas. En todos los currículos hay referencias a valores y no solo en las asignaturas de humanidades. Sobre todo con el tema de la igualdad, de la defensa de la mujer, del fomento de las carreras tecnológicas entre las mujeres…
¿Qué pasa? ¿no te gusta esa discriminación positiva?
—Es que con los datos en la mano, quienes salen perjudicados son los hombres. La únicas carreras en las que hay menos chicas son las ingenierías, en todas las demás no. Hay que trabajar respetando a la persona y a su dignidad… pero con datos.
¿Estás en contra de la paridad en los estudios universitarios?
—Es que en las carreras sanitarias, tanto en Medicina como Enfermería, no hay hombres. ¿Tiene que haber hombres? No lo sé, pero eso no se lo pregunta nadie. Si queremos sacar lo mejor de cada uno, se debe sacar lo mejor, tanto si quieres ser ingeniero o enfermero o maestro…
¿Estereotipos?
—Sí, aunque a mí me preocupan más otros. Por ejemplo, hay que trabajar con los padres para que sus hijos escojan carreras que son muy vocacionales aunque, a priori, no estén tan bien remuneradas. Esa es nuestra lucha diaria: por defender algunos derechos no debemos olvidarnos de otros.
Volvemos a las humanidades… y terminamos con ellas. Muchas gracias.
—Para nosotros los filósofos son los mejores profesores. Tenemos que centrarnos en los grandes interrogantes y no solo en Filosofía, también en Lengua, Historia… Son competencias muy importantes y por supuesto no las vamos a abandonar.