La educación infantil en Galicia: de Preescolar na casa a la gratuidad total
Galicia ha sido una de las comunidades autónomas pioneras en el tema de la educación infantil. Cuando todavía ésta no estaba prevista dentro de las normativas oficiales, el cura lucense, Antonio Gandoy, puso en marcha, en 1977, un programa educativo de lo más útil e innovador para maestros y familias, al que llamó Preescolar na casa. Un programa que combinaba la sabiduría de los maestros con la ilusión de los padres por educar a sus hijos desde la cuna, a la vez que ellos también aprendían a manejar los instrumentos de la evolución infantil.
Fueron muchos los años que este programa depositó sus inmejorables características por toda Galicia y lo hizo no sólo a través del contacto directo de los maestros con los padres y sus hijos en sus propios hogares, sino también por medio de programas de radio, televisión y boletines que difundían y ensayaban las iniciativas que entre todos iban tomando. Era tan carismático su formato que pronto saltó las fronteras de Galicia para ser incorporado a otros territorios nacionales y extranjeros.
Pero el discurrir de la legislación y de las necesidades educativas y culturales de los niños y niñas previas a su incorporación al sistema educativo hicieron que las legislaciones española y gallega fueran trazando las líneas maestras de la educación infantil. Primero se hizo con la incorporación del segundo ciclo: desde los 4 a los 6 años, dejando la etapa 0-3 como un elemento con un carácter más de conciliación laboral que propiamente educativo, a la que todo el mundo se refería como de guardería. De hecho, para este tipo de atención no se les requería a los profesionales ninguna titulación educadora.
Pero el mundo educativo siguió evolucionando y cada vez fue más comprensible que el niño es un ser educable desde que nace y que cada momento de su evolución precisa de unas normas y situaciones que le van a servir para proyectar su futuro. Así que todas las comunidades, incluida la gallega, optaron por dictar normativas en este sentido. Sin embargo Galicia se quedó atrás, cuando, a pesar de considerar la etapa 0-3 como educativa, dejó sus escuelas en mano de las consellerías de servicios sociales, en lugar de pasarlas a la de educación, como hicieron el resto de comunidades, y así poder elaborar estrategias de coordinación y profesionalización acordes a todo el sistema.
Y ahora la Consellería de Política Social e Xuventude quiere marcar un gol, anunciando que esta etapa será totalmente gratuita para los padres tanto en las escuelas públicas como en las concertadas. Si lo hace por favorecer la natalidad, poco mérito tiene, cuando se siguen cerrando escuelas infantiles por falta de alumnos a los que sus padres puedan pagarles la diversidad de gastos que supone su crianza, debido a que sus empleos son de baja calidad y, mayormente, mal pagados. En este caso, lo más digno políticamente sería que la primera preocupación de la Xunta fuera mejorar la política industrial y laboral de Galicia y no empezar la casa por el tejado, cuando los padres piensan que un hijo es más que pagar una guardería. Y si lo hace por ser el primer gobierno de España en hacer algo novedoso, casi sería mejor que lo hiciese dentro de la Consellería de Educación, más dotada económicamente que la de Política Social, siempre escasa de dinero para dotar sus propios programas.
Así las cosas, todavía quedan muchas tareas para hacer que la educación infantil gallega sea un verdadero referente tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, por lo que dejaremos aquí algunos apuntes de por dónde viene su futuro, por si a alguien le interesa tomar nota.
Por un lado la educación infantil de 0 a 3 años ya está empezando a depender de los avances tecnológicos que impregnan nuestra cultura actualmente, lo que exige cambios en las políticas educativas y en la atención a las necesidades de las familias y de las comunidades. Esto se debe al mayor énfasis que estas últimas le están dando a la educación temprana por el impacto significativo en el desarrollo de los niños y en su futuro. Ello exigirá un aprendizaje más personalizado y adaptado a las necesidades individuales que se verá apoyado por la implementación de las nuevas tecnologías en las aulas, pero también por programas de aprendizaje en línea, en los que se ofrecerán actividades y juegos acomodados a la habilidad y ritmo de aprendizaje de cada niño.
En el futuro, las escuelas infantiles tendrán una orientación más inclusiva de todo tipo de niños y niñas con necesidades especiales, así como de culturas y orígenes diversos. Y su enfoque educativo se basará en habilidades socioemocionales, como la resolución de problemas, la empatía o la comunicación afectiva, algo no demasiado tenido en cuenta, sobre todo por ciertos tipos de familias, pero que se saben cruciales para el éxito de sus hijos.
Todo esto hará, como ya preveía Antonio Gandoy y sus pupilos de Preescolar na casa, que se dé una mayor colaboración entre educadores y padres, y que estos últimos se impliquen no sólo en la parte experiencial o evolutiva de la educación, sino también en la planificación y evaluación del aprendizaje de sus hijos.
José Manuel Suárez Sandomingo