“Las adolescencias trans son adolescencias”
Hace unos años, desde ASEIA participamos en el desarrollo de una webserie sobre educación sexual para hacer llegar a la población adolescente información acerca de una sexualidad emocionalmente saludable. Los temas que se abordaron eran variados: desde los cambios puberales hasta la pornografía, pasando por los primeros encuentros sexuales, el erotismo, etc. Ya entonces descubrimos, tanto por el número de reproducciones de los videos como por las consultas recibidas y las visitas a diferentes institutos, que el tema sexual que más interesaba a los jóvenes contemporáneos era el de la identidad.
No es extraño que esto sea así. La cuestión de la identidad es crucial en el desarrollo de la adolescencia. Pero en la actualidad observamos cómo es un tema de gran importancia la investigación adolescente sobre qué es ser un hombre, qué es ser una mujer, qué es ser más allá de referentes binarios, qué diferentes formas hay de expresar el deseo, qué hay en juego en la correlación entre el género, las relaciones de poder y la dependencia. Lo podemos constatar en las conversaciones con este grupo etario, pero también en las temáticas que abordan algunos de sus youtubers, tiktokers y streamers más seguidos.
Por otra parte, ya hace tiempo que el modelo tradicional de hombre y mujer —anclados en una expresión de género muy estereotipada, apoyados en unos roles fuertemente estandarizados y con el sostén de la primacía heterosexual— está cuestionado. Por todo esto, que el adolescente contemporáneo se interrogue por su identidad sexual es necesario, y que la diversidad de opciones le resulte tan fascinante como angustiosa es lógico. Que en sus procesos madurativos reinventen categorías que creíamos socialmente inamovibles es lo esperable.
Ante esta realidad quisiéramos llamar la atención sobre dos cuestiones:
La primera hace referencia a que la primacía de lo identitario en el interés de los adolescentes respecto a su sexualidad no debería hacernos olvidar que existen otras cuestiones fundamentales que deben ser abordadas en la educación sexual. De entre todas ellas, destacaríamos la importante correspondencia existente entre el sexo y la integración del propio cuerpo con la búsqueda del placer y la necesidad de acercarse a la sexualidad desde una perspectiva ética y empática.
La segunda cuestión que resaltamos aborda la angustia que se detecta en la población adulta ante la emergencia de lo nuevo, lo cambiante y lo diverso en la sexualidad adolescente: una nueva realidad que nos pone en cuestión también a nosotros. Ante todo esto, muchos adultos parecen buscar tranquilidad en respuestas cerradas, unívocas, seguras y generalistas. Respuestas que protejan de la angustia del no saber, reenviándonos a algo más sólido, conocido y previsible. Las conclusiones precipitadas no responden a la necesidad de acompañamiento de los más jóvenes, sino que intentan calmar nuestro malestar por la decadencia de una norma sexual que fue la nuestra y que, progresivamente, va pasando a formar parte del mundo de ayer.
Por último, quisiéramos recordar que los adolescentes trans, no binarios, de género fluido, bisexuales, homosexuales o pansexuales, son adolescentes que estudian, se enamoran, salen de fiesta, están con sus familias, tienen miedos y dudas, hacen uso de los servicios de salud, son internautas, practican deporte y están preocupados por el futuro. Son, en definitiva, adolescentes.
La diversidad sexual no tendría por qué ser determinante en el desarrollo de una vida saludable. Lo que sí será determinante es la mirada de los otros hacia dicha diversidad. Unos de los principales motivos de acoso y dinámicas de exclusión entre iguales siguen siendo la transfobia, la homofobia, y el rechazo de condiciones sexuales no “normativas”. Como consecuencia de ello, el sufrimiento psíquico y social de esta población sigue siendo muy alto. Aceptar, respetar y normalizar la diversidad sexual debería ser una cuestión en la que los adultos deberíamos estar fuertemente implicados. Acompañemos a los adolescentes en su camino desde la presencia, la escucha, el respeto y la palabra justa.
*Ricardo Fandiño – Doctor y Psicólogo Clínico. Coordinador Xeral de ASEIA (Asociación para a Saúde Sexual na Infancia e a Adolescencia)
* Vanessa Rodríguez – Psicóloga y Sexóloga. Vicepresidenta de SOGASEX (Sociedade Galega de Sexoloxía)