¿Es necesario “redefinir” las metodologías educativas para sumar las ventajas de la IA?
Oliver, directora científica y cofundadora de la Fundación Ellis, subraya en una entrevista con Efe que se debe «aprovechar la potencialidad de la inteligencia artificial, y específicamente de estos sistemas como ChatGPT, para ayudar a escribir mejor e incluso mejorar el proceso creativo». Así, subraya que las potencialidades y ventajas de ChatGPT, por ejemplo, son mucho mayores que sus inconvenientes, y no comparte la decisión de la ciudad de Nueva York, que ha prohibido su uso en las escuelas públicas, o el del Instituto de Estudios Políticos de París, uno de los principales centros de formación de las élites políticas francesas, que ha seguido los pasos de la ciudad estadounidense.
Estos nuevos programas implican «una transformación más profunda» de la educación, resalta Oliver, más allá de la prohibición de su uso o no, y «es importante plantearse qué elementos positivos aportan estos grandes avances para conseguir que cada estudiante realice mejor su potencial, para fomentar más la escritura y para ayudar en la creatividad».
«Es una herramienta extremadamente potente en el contexto creativo, ya que cuando no sabes cómo expresar algo y escribes un par de palabras a uno de estos sistemas, te ayuda a salir del bloqueo», subraya Oliver, que sostiene que no debería preocupar a los profesores la aparición de estos programas pues también hay otros que detectan si los textos han sido escritos o no con IA.
No han sido entrenados para ser veraces
Destaca Oliver que estos sistemas «no han sido entrenados con un criterio de veracidad explícito» y que, «por muy bien escrito que esté lo que están escribiendo, no necesariamente es verdad y no necesariamente es veraz», ya que «lo que intenta el programa es contestar correctamente a lo que preguntas, aunque lo que preguntes no sea cierto». Por ello, afirma que esta «puede ser una herramienta muy valiosa para enseñar a los estudiantes a cuestionar las fuentes y a entender la diferencia entre lo que es veraz y lo que no, para aprender a contrastar la información».
La alicantina, académica numeraria de la Real Academia de Ingeniería de España, expone que ChatGPT tiene 175.000 millones de parámetros que han sido entrenados con miles de millones de textos, la mayoría de los cuales se encuentra en Internet, «y es difícil que, con esos volúmenes de datos, alguien anote lo que es veraz y lo que no» para corregirlo posteriormente. El sistema «no entiende lo que está escribiendo», pues es un mecanismo que «ha aprendido cuáles son las palabras más probables que deberían ir después de otras en base a ese grandísimo corpus, no de los textos con los que ha sido entrenado, y por eso es importante no confundir el que sepa escribir muy bien con el que realmente sepa de lo que está hablando».
Auge de la inteligencia artificial
La científica alicantina incide asimismo en que la IA es una ciencia fundada ya en los años 50, aunque parezca mucho más cercana, y en ese tiempo «ha tenido periodos de auge que suelen ir seguidos de periodos de declive, porque las expectativas que se generan no se cumplen». Sin embargo, «ahora se habla más de una primavera constante», puesto que, más allá de ChatGPT, han surgido aplicaciones como Krisp, que elimina voces de fondo en llamadas; Beatoven, que crea música única y libre, u otras aplicaciones que permiten crear imágenes totalmente nuevas a partir de dos o tres palabras. Por ello, resalta que esta familia de «modelos generativos», es decir, estos programas que son «un motor de creatividad» a partir de la información que se les da, «no solamente se están utilizando en el contexto audiovisual, sino que también lo hacen en la química o en la biología, un sector en el que está ayudando a sintetizar proteínas».
«El concepto de utilizar la inteligencia artificial para generar está formando parte de una revolución» que dará «grandes avances» en los próximos años, insiste la científica alicantina. «Esto –el modelo generativo en el que se incluye el ChatGPT– es solamente un tipo de modelo, porque luego tenemos todos los modelos que reconocen el habla, que permiten traducir de un idioma al otro, que permiten detectar tumores en radiografías o que predicen lo que ocurre en el futuro en la climatología y que ayuda a las fotovoltaicas. Todo ello es gracias a la IA», concluye Oliver.