Dime a qué clase particular vas y te diré qué renta tienes
El mercado de las clases particulares también diferencia entre estudiantes de familias vulnerables y acomodadas. No solo el nombre y ubicación de la academia varía, sino incluso el tipo de enseñanza al que acuden unos y otros: materias curriculares los trabajadores, enseñanzas artísticas los mejor situados. E idiomas, todos, aunque más cuanto más dinero entra en casa. Este es la principal e importante conclusión de un estudio realizado por Juan Manuel Moreno, catedrático de Didáctica de la UNED e investigador de EsadeEcPol, igual que el otro autor, Ángel Martínez.
El trabajo permite tener una fotografía de la situación en España. Aunque hay datos por comunidades autónomas, Galicia no tiene cifras separadas, y se encuentra en el grupo «resto de España», más allá de Andalucía, las dos Castillas, Cataluña, Comunidad Valenciana, Madrid y País Vasco. Juan Manuel Moreno, autor principal, explica el porqué: «No hay suficiente representación gallega en la encuesta y no tiene por tanto seguridad estadística, pero los datos gallegos están muy cerca de los de Castilla y León, o incluso La Mancha».
Según el informe, el 46,5% de todos los alumnos de la red pública (de infantil a bachillerato) tienen clases particulares, y algo más, el 50,1%, de los de la escuela concertada. Las diferencias se notan sobre todo en ESO y bachillerato, donde 6 de cada 10 alumnos tiene profesores fuera de su centro escolar.
En cuestión de dinero, ni siquiera los hogares más humildes se salvan de pagar ese extra, que suma en España unos 1.700 millones de euros: el 30% de los hijos de estas familias acuden a clases particulares, que son exactamente el doble si se trata de entornos muy acomodados. Claro que Moreno Olmedilla matiza el dato: «La cantidad que gasta en clases particulares el 20% más pobre de la sociedad es muy limitada, incluso para su renta. Por ejemplo, puede ser que contrate a la hija de un vecino para que le dé unas clases de refuerzo a sus hijos una semana antes del examen».
En esto de las clases particulares tiene mucha importancia la cantidad, y también la calidad (de qué va la clase que se recibe). Dos de cada tres euros se invierten en materias de ampliación y perfeccionamiento (especialmente idiomas —es la mitad de todo el dinero invertido— y música) mientras que uno de cada tres euros se va al refuerzo de materias curriculares, como Matemáticas.
«Todas se llaman clases particulares, pero son dos cosas muy diferentes»
«Todas se llaman clases particulares, pero son dos cosas muy diferentes», apunta el investigador, que ve que el dinero de la familia es la clave en la valoración cuantitativa y cualitativa de las clases: los alumnos más ricos tienen más clases (diferencia cuantitativa) y sobre todo diferentes (brecha cualitativa). «Los hijos de los ricos que van a colegios privados —apunta Moreno, a la vez que añade que es una generalización, y por lo tanto tiene muchos matices— no van a clase de refuerzo de Matemáticas; van a clase de chino, de arpa o de robótica». ¿Por qué no tienen que repasar materias curriculares fuera del horario lectivo? «Seguramente porque ya tienen ese refuerzo en el colegio si lo necesitan, y está incluido en el precio; la atención en estos centros es muy personalizada».
«Entre la red pública y la concertada hay pocas diferencias»
También apunta el catedrático de la UNED que no se deben tener muy en cuenta los datos de la escuela cien por cien privada, porque es muy minoritaria en España. «Y entre la red pública y la concertada hay pocas diferencias. Los profesores de la red pública son excelentes. Las diferencias están en la capacidad económica de las familias», añade este experto, que recalca que lo mismo ocurre, por ejemplo, con los datos de PISA, en los que es el entorno socioeconómico el que marca la diferencia.
Las clases no solo aumentan con la mejora económica familiar. También con la edad del alumnado. Así, apenas hay diferencias en infantil entre escuela pública, concertada y privada; en primaria ya se empieza a notar (el 30 % de los alumnos de la pública frente al 45% en la concertada); más adelante ya hay una clara diferenciación, con un 63 % de los alumnos de ESO de la concertada con clases fuera del horario escolar y en bachillerato, el 74%. En la pública, en cambio, los porcentajes son del 51% (ESO) y 56% (bachillerato).
«Sabemos lo que hay que hacer. Solo hay que ser más agresivos», dice el autor del trabajo
Para los investigadores del think thank de políticas económicas y sociales de Esade, esta deriva es peligrosa para la equidad educativa, una brecha que se ha ampliado con la pandemia. Y señalan dos opciones que puede tomar la Administración para atajar estas diferencias: reforzar las tutorías personalizadas en los centros escolares de forma gratuita para las familias o aplicar deducciones fiscales a las pasantías privadas. La primera opción es la que está empleando Gran Bretaña, como medida estrella para recuperar la pérdida de aprendizaje; los descuentos en el IRPF son la solución diseñada en Andalucía. Esto, explica la investigación de EsadeEcPol, «es un claro ejemplo de transferencia de recursos públicos al sistema de educación en la sombra (EeS). Es una política desaconsejable porque se convertirá en un incentivo adicional para incrementar la demanda de EeS y con ello en una fuente de desigualdad educativa y de pérdida de confianza pública en la escolarización. Y esto amén de que la desgravación solo bonificará a las familias de clases media-alta y alta».
En España, el Ministerio de Educación y FP fomenta el programa PROA+, que ha tenido muy buena acogida en Galicia. Aún así, en la comunidad solo hay 300 centros participantes (de los 1.100 públicos) y cuentan con uno o incluso medio profesor de refuerzo, lo que es claramente insuficiente en entornos con mucha población vulnerable.
«Todo está muy estudiado —recalca Moreno Olmedilla— y sabemos lo que hay que hacer, solo que la Administración debe ser más agresiva y destinar más recursos». Cree que la gran conclusión del informe es que «la Administración tiene que conseguir que desaparezcan las clases de refuerzo pagadas, que eso se haga en los propios centros».
EsadeEcPol propone como solución además del aumento de las tutorías personalizadas y gratuitas en la propia escuela, otras medidas a largo plazo para «incrementar el capital de confianza pública sobre centros y profesores» como fórmula para reducir la demanda de estas clases particulares. Estas soluciones pasan, por ejemplo, por revisar los exámenes externos altamente competitivos (es decir, la selectividad), bajar las tasas «injustificadamente altas» de fracaso y repetición; o reformas en materia de certificación del aprendizaje, orientación personal y profesional, y multiplicación de itinerarios formativos que conviertan la escolarización en una carrera donde todo el mundo encuentre su propia manera de ganar». En ese sentido, destaca que la Lomloe marca un buen camino, pero «progresar en esa dirección no es solo hacer buenas leyes, porque estas crean un escenario pero no aseguran nada. La realidad se vive en las clases y que se publique en el BOE no significa que haya financiación suficiente para cambiar las cosas».
Se necesita, concluye, tres cosas: «Voluntad política, recursos financieros y aumento de la confianza en el profesorado».
PORCENTAJE DEL TIPO DE CLASES SEGÚN EL ENTORNO ECONÓMICO
(Quintil 1 es la quinta parte de la sociedad con menos recursos y Quintil 5, la quinta con más)
Materias curriculares
- Quintil 1: 53 %
- Quintil 2: 50 %
- Quintil 3: 38 %
- Quintil 4: 34 %
- Quintil 5: 19 %
Idiomas
- Quintil 1: 39 %
- Quintil 2 34 %
- Quintil 3 43 %
- Quintil 4 44 %
- Quintil 5 56 %
Artes (música y danza no oficiales)
- Quintil 1: 6 %
- Quintil 2: 13 %
- Quintil 3: 16 %
- Quintil 4: 19 %
- Quintil 5: 18 %
Otros (Estudio, informática…)
- Quintil 1: 1 %
- Quintil 2: 3 %
- Quintil 3: 3 %
- Quintil 4: 3 %
- Quintil 5: 7 %