Ana Brito: “La formación debe ser algo que nunca deje de formar parte de la vida”
Antes de la pandemia, Ana Brito trabajaba por cuenta ajena en el área de Derecho de una productora. Un trabajo que no dominaba ni le gustaba, por lo que decidió arriesgarse y probar suerte en el mundo del entretenimiento. Dos años después, esta influencer ha ganado miles de seguidores gracias al tono cómico e irónico con el que habla de la “gente bien”.
El próximo 24 de noviembre será una de las ponentes más destacadas del concurso de emprendimiento YouLead. Hablamos con ella de la importancia de informarse bien antes de crear un proyecto, de la falta de apoyo para los creadores y de la actitud como clave para la vida.
Pregunta.– ¿Por qué decidiste emprender en lugar de trabajar en una empresa con un horario establecido y sueldo estable?
Respuesta.– Yo vengo de ese mundo, no salgo de la universidad y emprendo. Antes había estado en mil trabajos, dentro del sector de la comunicación pero en diferentes ámbitos. Y ya estaba un poco trillada. Además, hice prácticas desde mi primer año de carrera.
En ningún momento había contemplado montármelo por mi cuenta, en parte porque mi madre siempre ha sido autónoma y con la crisis de 2008 lo pasamos mal. Siempre he sido muy reacia por la inseguridad del autónomo y las pocas ayudas que tienen.
Pero al final se dio: yo estaba en el área de Derecho de una productora, algo que no domino, quería meterme a entretenimiento, y decidí irme. A las dos semanas, ya con fecha de salida de la empresa, llegó el COVID. Me despidieron un viernes y el lunes empecé con mi primer vídeo. A partir de ahí, me he ido profesionalizando, aprendiendo. Y va a seguir así mucho tiempo.
¿Cómo te llegó el éxito? ¿Es fácil llegar a conseguir esa popularidad?
–Depende de lo que cada uno defina como éxito. Es algo muy subjetivo. En mi caso, creo que ha sido bastante progresivo, no algo de la noche a la mañana, dentro de que no hay que olvidar que empecé hace dos años.
Primero, es impresionante lo rápido que pasa el tiempo, porque para mí esto empezó antes de ayer. Y segundo, el éxito solo se consigue trabajando, no te llega por algo fortuito. Yo creo mucho en la suerte, pero hay que trabajarla. Y te pilla trabajando, ni descansando ni en los laureles.
También es verdad que soy una persona muy luchadora, soñadora e inconformista, y siempre tengo nuevos retos, sueños, proyectos. Creo que eso también forma parte de mi ADN.
¿Qué es lo mejor y lo peor o más difícil de crear tu propio proyecto?
–Al principio, el desconocimiento. Te tienes que empapar de tus referentes, de aquellos que hacen lo mismo que tú, para entender cómo se desenvuelven, cómo funciona y de qué va el negocio, cómo se gana dinero, qué salidas hay, si hay posibilidades o no… Lo importante es enterarse primero de qué va la vaina. Después de haberse informado, entonces se puede ver la posibilidad de emprender o no.
A mí me hace mucha gracia que la gente se cree que uno emprende y al día siguiente es Amancio Ortega. Esa parte del desconocimiento inicial me parece muy importante abordarla desde la paciencia, que es algo que muy poca gente tiene. Y me incluyo.
También la incertidumbre y lo que genera. La incertidumbre a nivel económico, de si vas a llegar a fin de mes, la inseguridad de si te pasa algo y no generas ingresos… porque como autónomo no tienes bajas.
Hablas de pocas ayudas al emprendimiento. ¿Hay falta de apoyo a nivel institucional?
–Por supuesto. Son ridículas las ayudas que se les da a los emprendedores en este país, cuando las PYMEs son entre el 70 y el 80 por ciento del PIB. ¿Cómo pretendes que la gente invierta en crear nuevos proyectos si no tiene apoyo, económico y formativo? ¿Cómo monto una empresa, cómo creo una sociedad? ¿Cómo me doy de alta como autónomo, qué implicaciones fiscales tiene? ¿Cómo me tengo que asesorar? Eso no se enseña, a menos que estudies ADE. Tienes que ser muy avispado, y no hay instrucciones ni soluciones claras.
Somos un país que no apoya al emprendedor, somos muy retrógrados en ese sentido. No es como en EEUU, donde el fracaso es parte del éxito y te dan la enhorabuena cuando tienes ocho empresas a tus espaldas y fracasan las ocho.
Y también socialmente el tener que administrar tu tiempo y que la gente lo juzgue… No entienden que tú, como dueño de tu proyecto, tengas que ponerte a trabajar a la hora que sea. Yo no puedo apagar el ordenador y decir bueno, lo hago mañana. Hay una falta de apoyo social, que la sociedad entienda lo que implica montar el negocio y los sacrificios que la gente tiene que hacer. Y por supuesto a nivel institucional.
¿Lo recomiendas? ¿Todos valemos para emprender? ¿Está emperrada la sociedad con el concepto de emprendimiento?
–No, claro que no. Igual que no a todo el mundo le gusta el pescado. Cada uno es como es, tiene sus dones y su personalidad. Yo en la monotonía me muero. Habré tenido 100 trabajos, pero en todos estaba buscando cuál iba a ser el próximo porque veía que eso no me llenaba, que no era lo que quería hacer. Hasta que encuentras tu sitio te tienes que dar muchos golpes.
Y el emprendimiento no es para todo el mundo. Y tampoco lo veo nada malo: igual que hay gente que es carne de cañón y se siente cómoda explorando, hay otros a los que eso no les gusta y les genera muchísima ansiedad. Cada uno es de su padre y de su madre y eso es súper respetable y lógico.
Por otro lado, ese afán por emprender es un poco ridículo. Infórmate antes. ¿En qué vas a emprender? ¿De qué va a ser tu empresa, de productos o servicios? ¿Quién es tu competencia? ¿Por qué? Habla con gente del sector: no es lo mismo crear algo en un sector que está al alza, como el envejecimiento de la población, que montar una tienda de sudaderas, que hay una entre un millón. ¿Por qué la tuya va a ser diferencial? ¿Qué ventaja competitiva tienes?
Son muchas cosas. La gente se olvida de una parte que a mí me parece crucial: hacer un Business Plan en condiciones, estudiando mucho más que la viabilidad del negocio.
¿Qué es lo más importante a la hora de crear un proyecto: la personalidad, la formación… o es una mezcla de todo?
–Depende mucho del emprendimiento al que decidas optar. Considero que es una mezcla, y que la parte formativa debe ser perenne, algo que nunca deje de formar parte de tu vida, porque todas las industrias están en constante evolución. No puedes pretender, con los conocimientos y la educación que tienes hoy, trabajar cuando tengas 70 años, porque nadie te va a contratar. La educación, la de nuestros abuelos y padres, de colegio, instituto, universidad, máster y carrera para toda la vida, out. Y quien no lo quiera ver, se morirá de hambre.
La personalidad también tiene mucho peso. Una de las cosas más importantes es querer. Querer querer. Buscar soluciones, ser mejor, entender más, aprender más. Si no tienes esa pasión seguramente no tengas éxito, porque esto es un camino que requiere muchísimo sacrificio. Y el sacrificio cuando algo te apasiona es una inversión. Lo ves con otros ojos, como algo que sientes como tuyo.
Yo, por ejemplo, tengo déficit de atención, pero cuando trabajo en lo mío soy más eficiente, presto más atención, el tiempo se me pasa más deprisa, y si tengo que levantarme a las cinco de la mañana y acostarme a las tres lo voy a hacer. Y eso te tiene que salir de manera natural.
Y, ¿qué tiene más peso: la actitud, el dinero o los contactos?
–La actitud lo es todo: te consigue los contactos y el dinero. Cualquier persona que tenga actitud y quiera querer mueve montañas y no tiene límites. La actitud lo es todo en un proyecto de emprendimiento… y en la vida. La vida es de los rápidos. Pasa en un segundo, y hay dos tipos de personas: los que la aprovechan y los que no. No es ni malo ni bueno: el que quiere estar todo el día en el sofá y es feliz, ole. Parece que todos tenemos que tener una actitud buenísima y ese tipo de personalidad. Pero no, el mundo necesita gente diferente para diferentes cosas.
¿Y hay algún otro factor que afecte?
–Creo que no hay claves definitorias. La vida te va poniendo retos que tienes que ir sobrepasando. Para algunos estás más preparada y hay otros que te estallan en la cara y tienes que buscar una solución como sea. Y por mucho que te cueste, que lo puedes pasar mal y te puede generar ansiedad y pasar épocas de mierda, el foco es buscar una solución. O buscas a alguien que te ayude, como un proveedor, o te apoyas en esa amiga que conoce a otra que conoce a otra que tiene la solución a tu problema… es un poco eso, querer querer.
¿Es más fácil crear un proyecto cuando tienes más recursos económicos o realmente el dinero no es tan importante?
–Quien diga que el dinero no es mejor es mentira. Independientemente del proyecto y el tipo de inversión que tengas que hacer, no es lo mismo montar un restaurante que, por muy artístico que seas, ponerte a explotar tus cuadros. A lo mejor el primero tiene que invertir 300.000 euros, y el otro, entre pinceles y demás, 5.000. No lo sé. Pero cuantos más recursos, más fácil. Y quien diga que no, miente.
¿Cómo crees que aquellos chavales que tienen menos recursos pueden salvar ese gap con respecto a los que sí lo tienen?
–No puedo hablar de lo que no sé. El Business Plan al que he hecho referencia es importante. Y, a pesar de la falta de ayudas, hay asociaciones y organizaciones en las que te puedes apoyar, y puedes aprender a generar esos ingresos o a crear ese pequeño capital para crear tu proyecto.
Si yo tuviera que empezar un proyecto que requiriera de una inversión inicial considerable barajaría todas las opciones, como un crowdfunding. Los estudiantes deberían informarse sobre cómo generar ese pequeño capital para crear su negocio y ver las opciones societarias para impulsarlo. ¿Vendo acciones, levanto capital, pido un crédito, hago un crowdfunding, qué ofrezco a cambio…? Lo primero es informarse antes de tomar ninguna decisión, la información es poder.
Has estudiado en instituciones públicas y privadas y tienes una visión global de la educación. ¿Qué has aprendido de ello?
–Creo que tenemos un sistema educativo bestial en comparación con otros países y que, al igual que a nivel sanitario, no nos podemos quejar. Pero si yo tuviera que comparar la universidad pública con la privada, la diferencia es abismal. En la universidad privada, los profesores tenían bastante más nivel, mayor formación, trayectoria, experiencia… era gente más preparada. Aparte de eso, el trato era mucho más cercano, y el aprendizaje. Al ser las clases más pequeñas o el sistema educativo diferencial, tenías mayor acceso al profesor. Era todo mucho más cercano.
En la pública tuve muy mala experiencia, pero una de mis mejores amigas fue a la misma universidad que yo, y su opinión no tiene nada que ver. Depende mucho de los profesores que te toquen. En mi caso ni iban a clase, cuando iban se dedicaban solo a leer unos apuntes, en el examen si no estaba todo escrito igual que en el temario no lo daban por válido, las notas se notaba que estaban puestas a dedo porque yo podía poner el texto calcado y a mí me ponían un cinco y a otro que lo dejaba en blanco le ponían un nueve.
Mi experiencia no fue buena. Pero insisto: conozco a muchísima gente que le gustó. Y tenemos un nivel educativo del que tenemos que estar súper agradecidos.
También es verdad que el sistema de hoy en día no tiene nada que ver con cómo hemos crecido nosotros. Ahora toda la información está en internet, puedes ser autodidacta gratis. Ahora muchísimas de las mejores universidades del mundo tienen plataformas gratuitas de cursos a los que tienes acceso, o el propio YouTube. Si no encuentras una solución es porque no has buscado lo suficiente.
Gran parte de tu proyecto está en las redes sociales. ¿Qué peligros puede entrañar vivir de ellas? ¿Afecta demasiado a nivel mental, hay que gestionarlo de una manera especial? ¿Cuáles son los peligros que más pueden afectar?
–Las redes sociales son muy volátiles: lo que funciona hoy no tiene por qué funcionar mañana y la red que se lleva hoy quizá mañana no exista. Es un ámbito en constante evolución y tienes que saber adaptarte a las plataformas y reinventarte. Eso a veces es muy retador.
También la generación de contenidos, el tener que generar contenidos sin descanso porque tanto para el algoritmo como para la audiencia nunca nada es suficiente. Mi plataforma más fuerte es Instagram pero se replica también en TikTok, y cuanto más publicas, la plataforma más te potencia. Cuando no estás a un mínimo de publicaciones, entre dos y tres diarias, la app te oculta a tus seguidores y tus contenidos no llegan a la misma audiencia. Eso es súper retador por lo que implica a nivel de trabajo. En cuanto al público, hay gente para la que nunca es suficiente, que siempre quiere más porque no ven todo lo que supone hacer esto…
Y por supuesto la exposición. Pierdes tu privacidad. Yo voy por la calle y hay gente que me reconoce, y si mañana me quedo embarazada, lo sabe todo el mundo. Yo soy muy celosa de mi intimidad y no me gusta que la gente hable de mi vida, porque no me gusta dar explicaciones. Y lo que la exposición implica a nivel emocional y psicológico, tanto para bien, que te acostumbres a los halagos, como para mal, en el momento en que hay críticas y te hunden. Yo afortunadamente no tengo haters pero entiendo que eres mucho más vulnerable en ese sentido.
¿Crees que los estudiantes están preparados para aguantar todo esto? Hay muchos jóvenes que están triunfando en TikTok con 18 años.
–No nos podemos comparar con ellos. Yo al menos, que tengo 32 años, no he tenido una adolescencia con ese nivel de uso de redes sociales. Que les va a afectar es una obviedad, no entendería que a ningún ser humano no le afectara. Pero también es verdad que ellos, quizás a nivel más privado, llevan conviviendo mucho más tiempo con ello.
Creo que las redes sociales están muy bien para muchas cosas, porque nos han dado acceso a la información, y permiten, por ejemplo, que puedas hacer una receta de alguien de Islandia o ver cómo pinta una persona de Australia. Y eso me parece súper enriquecedor. Pero también se han perdido muchas otras cosas, como el trato con la gente en persona. Creo que todo tiene sus pros y sus contras
¿Necesitarían más formación y apoyo de psicólogos o coaches?
–Sí, pero vamos, eso todo el mundo. La salud mental es súper importante, yo lo tengo súper normalizado. En mi casa siempre se ha hablado con libertad de esto y mi madre siempre me ha recordado que, aunque me puedo desahogar con ella, no es una profesional, y a veces sola no puedo. Hay que asumir que somos humanos y que según nuestra experiencia, vivencias, personalidad… la vida nos afecta de manera diferente. No tenemos las herramientas y las soluciones para todo.
Igual que vas al gimnasio y te cuidas a nivel físico, cuídate la mente y ve a ver a alguien. Cuando lo necesites, por la razón que sea, busca ayuda porque tú solo no vas a poder. Está bien intentarlo, pero si ves que empiezas a estar irascible, a tener síntomas de depresión, ansiedad y miedos, busca una solución. La pena es que no se destinen más ayudas a este tema en la sanidad pública. Porque claro, paga tú una media de entre 50 y 80 euros la hora a la semana por un psicólogo. Es mucho dinero. No es accesible para todos y lo debería ser.