¿Serán los exámenes gallegos en julio, como en la Comunidad Valenciana?
La Consellería de Educación apenas ya tiene más o menos perfilado el calendario del próximo curso y el traslado de sus exámenes extraordinarios (de septiembre) de ESO y 1.º de bachillerato al mes de junio. Pero las fechas que han trascendido son temporales, solo para el curso 2021/22, y la incógnita es qué pasará después. Hay quien apuesta por hacer lo mismo que la Comunidad Valenciana, uno de los modelos más aplaudidos en España, y que supondrá atrasar realmente las pruebas a la primera semana de julio.
¿Qué hay seguro hasta ahora?
El secretario xeral de Educación, José Luis Mira, llevó a la mesa sectorial (consellería y sindicatos) un calendario de exámenes para el curso 2021/22 que supondría para los alumnos de ESO y 1.º de bachillerato (los de 2.º tienen un calendario algo diferente por culpa de la selectividad) lo siguiente: comenzar las clases el 15 de septiembre y terminar la última evaluación el 6 de junio; desde entonces y hasta el 17 los alumnos con materias pendientes tendrían clase de refuerzo y entre el 17 y el 21 de junio se celebrarían los exámenes extraordinarios. Los estudiantes, pues, empezarían el verano sabiendo si promocionan o repiten curso.
¿Es una propuesta para más de un curso?
Realmente, no. El inicio de curso se prevé igual que hasta ahora (una semana después de los estudiantes de infantil, primaria y especial) porque la primera semana de septiembre los alumnos de ESO y 1.º de bachillerato (también los de FP básica) tendrán exámenes de recuperación, que pertenecen a este curso ahora en vigor y que no se van a cambiar. En los primeros días de mes hay que examinarse, corregir las pruebas y hacer las matrículas correspondientes.
Pero en septiembre del 2022 no habrá exámenes, y por tanto nada impide que el día 7-9 empiecen las clases. Desde la Consellería de Educación se ha dicho que la idea es adelantar el inicio de curso, pero sin aportar más información.
¿Por qué la Comunidad Valenciana es un ejemplo posible?
La Comunidad Valenciana trasladó los exámenes de recuperación en ESO y bachillerato de septiembre a julio en el curso 2014/15. Durante dos cursos fue un plan piloto, y tuvo tan buenos resultados generales que a partir de ahí se decidió mantenerlo. Cuando el gobierno autonómico pasó del PP a un tripartito de izquierdas —entre socialistas, que ostentan la presidencia, Compromís y Podem—, el nuevo equipo se planteó un cambio, pero tras analizar los datos decidió que era mejor seguir así.
Es de las comunidades a las que mejor les ha ido, junto con el País Vasco. En Aragón, en cambio, se puso en marcha durante varios años, pero en el 2011 se cambió al sistema de septiembre; y Castilla-La Mancha también desistió después de un intento en el 2004.
¿Cuál es el calendario de la Comunidad Valenciana?
Todos los alumnos —de infantil a bachillerato— empiezan a la vez, sobre el 7-9 de septiembre, y todas las clases terminan también al unísono, una semana antes del 30 de junio (sobre el 23, dependiendo del año).
Desde ese momento, los centros se dedican a trabajar con los alumnos que tienen alguna materia suspensa, y los exámenes de recuperación se celebran entre los días 30 de junio y 7 de julio. «Son los centros docentes, acogiéndose a su autonomía pedagógica y didáctica, los que determinarán el calendario y el tiempo existente entre la evaluación ordinaria y extraordinaria, teniendo en cuenta la horquilla de días que fija la consejería, que siempre suele ser de alrededor de 6 días laborables una semana después de que acaben las clases», dicen desde el departamento de Educación de la Comunidad Valenciana.
¿Qué hacen con los alumnos que aprueban?
Los estudiantes tienen que estar en clase hasta el 23 de junio con normalidad. «Los profesores pueden incorporar repasos, exámenes, recuperaciones…, pero en ningún caso se podrá suspender ni disminuir esta atención al alumnado antes de las fechas fijadas por el calendario [sobre el 23 de junio]». Así, si un centro quiere, puede «organizar talleres de refuerzo» para los alumnos que tienen algo suspenso, pero hasta el 23 de junio debe ser «fuera del horario lectivo».
El qué hacer con los alumnos que aprueban todo es el gran problema que ven los docentes gallegos en la aplicación del nuevo calendario. Eso y que a los estudiantes con buena nota se les hurta de facto quince días de clase, porque si la tercera evaluación se celebra el 6 de junio, eso supone que no habrá más aprendizaje después.
En la Comunidad Valenciana, como se adelanta una semana el inicio de curso de septiembre y se amplía en casi tres en junio (de 6 gallego al 23 valenciano), el período de aprendizaje es casi un mes más para todos los estudiantes.
¿Trabajan entonces los profesores en julio?
Sí. La celebración de los exámenes después del día 30 de junio obliga a los docentes a estar en el centro al menos la primera semana de julio. En la Comunidad Valenciana, como ocurre en Galicia, ese mes es laborable no lectivo para los docentes: «Nuestra normativa especifica —dicen desde la consejería— que durante los períodos laborales no lectivos, la jornada laboral del profesorado tiene que estar dedicada a las actividades que se determinen, entre otras: la aplicación de las pruebas extraordinarias de evaluación según lo que disponga la normativa vigente, la corrección y la evaluación de estas y la atención al alumnado y sus representantes legales en los casos en que soliciten aclaraciones y revisiones o bien tenga que resolverse un procedimiento de reclamación de las calificaciones». Es decir, tienen que ir a los exámenes, corregirlos y asistir al claustro de evaluación.
En Galicia la normativa va en el mismo sentido: los profesores tienen que estar a disposición del centro, y si se organiza un examen, deben acudir y por supuesto corregir las pruebas.
En la reunión de la consellería gallega con los sindicatos no se habló de esa posibilidad, pero si para los cursos 2022/23 en adelante se plantea, es de suponer que los representantes de los trabajadores muestren su malestar, y la aceptación actual —que tiene matices pero no opositores frontales— puede convertirse en batalla sindical.