El Método Definitivo para tener Hijos Lectores
Los padres y las madres queremos siempre lo mejor para nuestros hijos. Queremos que estudien, que saquen buenas notas, que se espabilen, que no se dejen utilizar ni manipular, que encuentren un buen trabajo, que triunfen en la vida y, por encima de todo, que sean felices y nos hagan felices también a nosotros. Son objetivos loables y bellos pero, desgraciadamente, no tenemos ninguna garantía de que, a pesar de la educación que les procuramos y la atención que les dedicamos, el resultado sea como deseamos. Nuestro deber es crear el clima familiar adecuado para que estas aspiraciones se puedan producir, sabiendo con seguridad que, por mucha ilusión que pongamos, hay un sin fin de condicionantes que no podemos controlar y que pueden poner en peligro la consecución de lo que nos proponíamos.
Así pues, querido lector, querida lectora, comenzamos nuestro paseo conjunto por las páginas de esta guía con una confesión inaplazable. Confiamos haber captado su atención con el título de la guía, que promete revelaciones increíbles y fórmulas mágicas para convertir de la noche a la mañana a nuestros hijos, tan reticentes a la palabra impresa, en lectores empedernidos. Pero permitidme desmentirlo antes de que sea demasiado tarde, y reconocer ya de entrada la única verdad universal que posiblemente encontraréis en este material (y por eso lo subrayamos): no hay recetas milagrosas para contagiar el gusto por la lectura. Lo lamento, pero todavía no se ha inventado una píldora capaz de poner del revés mente y cuerpo para inocular el virus de la lectura compulsiva.