El fracaso escolar se alimenta en las aulas
-¿En el instituto creíais que no podíais hacerlo?
-Yo llegué a pensar que era retrasado. Hasta me hice la prueba de coeficiente intelectual, imagina?
Este es la respuesta de un alumno que ha sufrido exclusión en el aula. España es el segundo país de Europa con una mayor tasa de abandono escolar: casi el 19% de estudiantes de entre 18 y 24 años dejan su formación tras lograr como máximo la ESO. En Galicia la tasa de abandono y fracaso escolar es del 17% en ambos casos. Para comparar, la media europea se sitúa en el 10,7%, una diferencia “preocupante” para UNICEF, que ayer presentó el informe Factores de la exclusión educativa en España: Mecanismos, perfiles y espacios de intervención. En él se recogen las dificultades de algunos chicos para integrarse en un sistema educativo en el que no hay cabida para el diferente y que la organización ha apoyado con el propio testimonio de los alumnos. El origen social o el sexo pueden marcar el destino de algunos estudiantes. Unicef advierte de la función del profesorado, que en ocasiones desarrolla malas prácticas que pueden incentivar la exclusión.
“El origen social del alumnado es el atributo con más peso en el análisis del riesgo de fracaso escolar, siendo el 50% de las diferencias en rendimiento atribuibles a la clase social”, señala el informe. Pero no solo, algunos indicadores concluyen que la probabilidad de repetir curso es 10 puntos mayor para los chicos que para chicas, y su probabilidad de fracasar es más de un 10% superior (40% chicos y 29% chicas). Influyen también la nacionalidad o la etnia.
Otro vector que entra en juego y que destaca el estudio es la perspectiva del profesorado respecto a sus alumnos, “que contribuye a enmarcar las expectativas del alumnado sobre sus propias capacidades”. Esto se traduce en un trato diferencial que perjudica a algunos estudiantes.
El maestro y autor de la web docente Imaxinante, Manel Rives, concuerda en que los profesores suelen “tipificar” a los estudiantes, lo que “desperdicia sus capacidades”. Los alumnos encuestados en el informe confesaron sentirse “estigmatizados” por sus notas o comportamientos de otros cursos, lo que provocó mayor alejamiento respecto a sus docentes. Rives incide, como causa, en la poca formación en inteligencia emocional de los profesores que no cuentan “con ninguna estrategia”.
El análisis subraya la individualización del fracaso en un sistema meritocrático en el que se supone que todos parten con las mismas condiciones y cuyo objetivo es meramente la credencial. “El individuo es el que tiene que adaptarse al sistema y si no encaja, se queda fuera de él”, simplifica José Manuel Suárez, presidente de la Asociación Profesional de Pedagogos de Galicia, que se muestra contrario a esta situación: “¿Por qué un individuo que no tiene capacidad memorística tiene que aprenderse de memoria un temario? Puede que tenga otras capacidades, manuales o artísticas, por ejemplo, pero el sistema es tan rígido que le exige conocimientos que ni siquiera la sociedad nos exige después”. A eso, dice el presidente de la Asociación Nacional de Profesores Estatales, Julio Díaz, hay que sumar las elevadas cuotas en el aula y la extenuación de los profesores con los recortes sufridos en los últimos años, que no pueden “atender de manera individualizada” a los chicos.
Uno de los momentos más críticos de la carrera escolar es el paso de primaria a la ESO. Según informa Díaz, aquí se produce el 95% de los expedientes sancionadores. Unicef recoge que los alumnos sienten “lejanía entre los contenidos que se imparten, sus propias experiencias vitales, sus marcos de referencia y sus expectativas laborales”. Díaz explica que se encuentran “con chavales que desconectan totalmente con las clases” y para los que no hay una salida.
Reclama, como Unicef, un pacto por la educación: “Es vital porque el profesorado en este momento necesita otro tipo de formación, nuestras enseñanzas no atraen al alumnado, también formación en nuevas tecnologías, en resolución de conflictos, porque cada vez hay más, y en interculturalidad”.
Fuente: Faro de Vigo