Tirar la piedra y esconder la mano
La escuela de la vida. Tirar la piedra y esconder la mano.
José Manuel Suárez Sandomingo.
El conselleiro de Educación primero tira la piedra y después esconde la mano. Primero impone su criterio y después se esconde detrás de argumentaciones que pone en la boca de otros. La última ocasión ocurrió esta semana, cuando elevó el horario de los maestros de vinteuna a veinticinco horas alegando que era por que los padres reclamaban que los maestros se ocuparan de sus hijos desde el momento en que bajan del autobús. A los padres les quedó cara de tontos ante tamaña osadia. Vivir en un país democrático supone que los que ejercen el poder deben ser consecuentes con las necesidades de los ciudadanos y que les dén las respuestas idóneas, asumiendo, para eso, las responsabilidades que les tocan sobre las decisiones que adoptan.
Cuando se elige a los miembros de un gobierno se espera de ellos que actúen con inteligencia ante los temas que deben afrontar y, a la vez, que dispongan de la suficiente capacidad para saber pactar con sus intelocutores las decisiones que les van a afectar a los grupos que representan, pues saben de antemano que sus opiniones pueden ser diferentes y no menos oportunas. Eso es lo que llamamos normalmente consensuar las decisiones, y supone, en definitiva, el valor más importante que tienen las democracias. De otro modo, cualquier solución quizás puede parecer no solo inadecuada sino incluso arbitraria o interesada.
Un cambio tan importante como lo del horario lectivo de los profesores públicos en estos momentos debe ser, por tanto, negociado con valentía poniendo encima de la mesa las razones que lo determinan: el déficit presupuestario del departamento de Educación para cubrir todas las necesidades docentes mediante la contratación de más personal. Pero quien tiene miedo a la negociación quizás sea por que piensa que le pueden esgrimir argumentos que tiren por el suelo su argumentación, como puede ser lo de que para otras actuaciones sí se reserva dinero, como es el caso del inglés. Desde la implantación del decreto del plurilingüismo sí parece que hay dinero para formar a los profesores y para traer todos los lectores que avalen esta idea partidista.
La verdad es que la gente de la Educación empieza a estar harta de oír razones interesadas y de que no se atiendan nunca sus necesidades. Tal vez sea preciso un cambio en sus responsables para que las decisiones sean oportunas y consensuadas.
Puedes leer este artículo en gallego en el periódico Galicia Hoxe.