RINCÓN DE LA PEDAGOGÍA(*): Adolescencia
La adolescencia es una época de transición entre la vida de niño y la juventud. Es cuando el ser humano comienza a sentir la necesidad de tomar decisiones importantes por sí mismo y adueñarse de su vida. Las familias, con muchas dudas y miedos, reconocen la necesidad de este paso y fomentan un cierto grado de independencia y autonomía, aunque siguen teniendo un papel protector. La experiencia de vida de los padres en ocasiones les obliga a limitar la acción de sus hijos y esto choca con los deseos y necesidades del adolescente. Esta fase puede llenarse de discusiones y enfados, de encontronazos muy intensos.
¿Qué podemos hacer?
Una de las habilidades que proporcionan mayor sintonía familiar en esta época es la negociación. Al mismo tiempo que el adolescente aprende esta buena habilidad para su vida, también reconoce que no siempre uno puede ganar y ha de regular las emociones que se despiertan en estas situaciones.
¿Qué es negociar?
Negociar es la manera en que dos partes interesadas, en este caso padre e hijo, acuerden unas condiciones que satisfagan en la medida de lo posible los intereses de cada uno. No debe haber perdedor ni vencedor, las dos partes han de ganar y perder al mismo tiempo. Es necesario que se escuchen, que expresen con libertad sus intereses, que se respeten y que se comprometan a cumplir con lo acordado. Cuando sólo se beneficia una parte de esta acción es cuando hablamos de chantaje, y esto es inadmisible.
Adquiere gran importancia que dejemos claro a nuestros hijos que hay cuestiones o normas son innegociables. Cada familia, en función de su propia cultura, tendrá sus propias normas y sus propios valores que los deberá hacer valer. Como base general, e independientemente de las creencias familiares, es obligación de los padres proteger a sus hijos de cualquier experiencia que puede contener un potencial abuso físico, sexual o emocional.
¿Cómo se negocia?
La condición imprescindible para empezar una negociación es que las partes estén tranquilas, sin prisas y con una buena predisposición para escuchar. En primer lugar debemos ser receptivos a lo que el chico tiene que decir, a su problema o su demanda. Incluso será positivo, si fuera necesario, dar un lugar a la emocionalidad desbordada del adolescente, ofreciéndole recursos para regularla y frenar los impulsos. Luego los padres deberán dejarle claro su punto de vista, ofrecerle con sinceridad lo que opinan sobre el asunto planteado e indicarle si es negociable o no. Los criterios han de ser legítimos, coherentes y estar bien fundamentados. Los adolescentes han de saber cuándo y qué es negociable. En este caso, tanto padres como hijos, deberán buscar posibles soluciones que tengan en cuenta las opiniones de ambos. Para finalizar se llegará a un acuerdo que satisfaga a las dos partes, concretando el mayor número posible de detalles (cuándo, dónde, cómo, con quién, hasta cuándo,….), incluso las consecuencias por incumplimientos.
Mientras negociamos evitaremos los rapapolvos, reproches, críticas y consejos, así como sacar cualquier otro tema que pueda generar malestar. Los padres no deben mostrarse excesivamente duros, pues impedirán posibles acuerdos.
¿Y si no cumple con la negociación?
No siempre sucede que él que no respeta el acuerdo es el hijo, en muchas ocasiones son los padres también los que olvidan lo acordado haciendo que este proceso pierda total credibilidad para el adolescente; por ello los acuerdos deben ser reales y de fácil cumplimiento para las partes. En el caso de incumplimiento por parte del adolescente y si es necesario llegar a una sanción esta no debe aplicarse en público, debemos hacerlo en un lugar con cierta intimidad; además se ha de evitar dañar su dignidad. El tono de voz debe ser firme y con poca carga emocional, deben evitarse los gritos y los calificativos que desprecien su persona. No se debe cuestionar la esencia del adolescente, sino hacer referencia al acto equivocado no a su persona, de manera que la carga de la sanción esté solamente en el hecho.
Dolores Armas Vázquez
Psicopedagoga