RINCÓN DE LA PEDAGOGÍA: Paternidad/Maternidad
La condición de ser padres es uno de los roles que podemos adquirir a lo largo de nuestra vida. Puede ser deseado y planificado o accidental; se puede presentar en cualquier momento de nuestra etapa fértil, desde la adolescencia a la vida adulta; podemos acceder a él en pareja o en solitario; por maternidad biológica o por adopción; pero de cualquier modo ocasionará cambios importantes e irreversibles en nuestro proyecto de vida. Con él emergerán nuevas responsabilidades relacionadas con la crianza y se establecerá un vínculo emocional y personal muy intenso con el hijo. Comenzaremos a tomar nuevas decisiones y a excluir otras para asegurar su crecimiento y su socialización, aportándole un clima de afecto, facilitándole una estimulación que le permita entender su entorno y desarrollarse en él, e integrándolo en nuevos espacios educativos que contribuyan a su educación. De este modo se pondrá en marcha la difícil y maravillosa tarea de ser padres. Es importante facilitar la tarea de ser padres a través de la compresión y el conocimiento de las necesidades de los hijos en cada etapa del desarrollo. Tratar de acercarnos al mundo infantil, sus condiciones y su modo de responder a los estímulos del ambiente en cada edad, para así poder tomar nuestras propias decisiones acerca del cuidado y educación. No hablaremos por tanto de la idoneidad de las figuras paterna/ materna, no hay modelos de padres ni de familias perfectas, sino que hay muchas maneras diferentes y válidas de atender las necesidades de nuestros niños.
Un poco de historia…
Hasta los años 60-70 la familia se configuraba bajo un único modelo, que podía incluir alguna variación en función de la pérdida de alguno de los cónyuges. Se establecía alrededor del matrimonio de un hombre y una mujer, que pasaban a vivir bajo un mismo techo y que engendraban a uno o más hijos. Este modelo, en la actualidad, coexiste con otros que han ido apareciendo como consecuencia de importantes cambios sociales y culturales. Así hoy nos encontramos con una variada tipología familiar real y válida: familia tradicional, familia homoparental, familia adoptiva, familia de padres divorciados, familia reconstituida, familia monoparental, familia de acogida,…. que responde a una sociedad plural, diversa y democrática. Es por ello por lo que definir a una familia tipo entraña excesivas dificultades y limita las posibilidades de desarrollo de los hijos. Cada relación paterno-filial, cada estructura familiar tiene sus propias características y valores, que viene determinada por la historia personal de cada uno de sus miembros, lo que la hace única y válida. Es dentro de ese sistema de relación donde debemos atender las necesidades de los niños que son universales. En este sentido, cualquier figura de apego que establezca con él un vínculo emocional estable y seguro le proporcionará, sin ninguna duda, el bienestar y el equilibrio necesario.
Cuando pensamos en la maternidad/paternidad….
Antes de ser padres y madres generalmente ideamos y fantaseamos sobre nuestro futuro hijo. Es curioso preguntarle a un adolescente cómo será tu hijo por la cantidad de detalles que es capaz de describir de él acerca de sus comportamientos, sus gustos, sus habilidades y sus valores. Antes de ser concebido, el niño ya es imaginado y construido, lo que supone una gran limitación para ese ser. Ya tiene un proyecto de vida ajeno a sí mismo y que determinará muchas de la emociones de sus padres y sus posibilidades para desarrollar su propia identidad. Este encuentro entre lo que el niño es y lo que desean sus padres generará satisfacciones, alegrías, conflictos y frustraciones. Conozco el rechazo de algunas madres hacia su bebé en el mismo instante del nacimiento por no responder a la imagen que ellas se habían creado, imposibilitando en esos primeros momentos que se estableciera un vínculo de apego seguro y cálido, con el consiguiente daño para el desarrollo de esa criatura. Esa tendencia a proyectar en nuestros hijos nuestros deseos, nuestros anhelos y nuestros proyectos frustrados, nos impide ver, en gran medida, sus verdaderas fortalezas y debilidades y acompañarlo en su crecimiento de un modo coherente, respetuoso y estimulante.
¿Qué es entonces la crianza?
Desde una perspectiva abierta, podemos decir que la crianza supone satisfacer esa necesidad primordial del ser humano de saber cuidar de él mismo, de desarrollar su identidad, de entenderse como un individuo único con capacidad para influir en su entorno y para establecer relaciones con sus iguales. En la medida que nos esforcemos por comprender esas necesidades de nuestros hijos y confiar en sus capacidades, mayores posibilidades tendrá de desarrollar habilidades emocionales, cognitivas, sociales, intelectuales y físicas que le permitan hacer frente a las situaciones que le irá planteando la vida de un modo exitoso y enriquecedor.
Y esto cómo se hace?
Sabiendo en primer lugar que este proceso no es unidireccional, de padre/madre hacia el hijo, sino que es bidireccional. A cada estímulo nuestro obtenemos una respuesta del niño y viceversa, y esto supone que una acción educativa determinada no obtenga las mismas respuestas en criaturas diferentes. Lo que hace que este proceso sea dinámico y único para cada uno de los descendientes. Por ello, el modo de satisfacer las necesidades del niño viene determinado por sus propias características y respuestas, armonizadas con las de los padres, sus valores, creencias y su estilo educativo. Será el modo en que se construya esta relación única, ajustada al desarrollo infantil, con expectativas realistas, la que asegure el bienestar familiar.
(*) Colaboración dominical especial de la Asocaición de Pedagogía de Galicia “APEGA con Carriola de Marín
José Manuel Suárez Sandomingo