Escuelas para padres adoptivos
Galicia es una de las pocas comunidades españolas que aún no cuenta con escuelas para padres adoptivos como así lo dispone el Convenio de La Haya en su articulado, donde considera que los Estados han de “desarrollar servicios de asesoramiento en materia de adopción y para el seguimiento de las adopciones”.
Algunos autores señalan que cerca de un 20% de las familias adoptivas en algún momento buscan apoyo terapéutico profesional y que un 75% estarían dispuestas a demandarlo. Todo ello es indicativo de las dificultades que se les presentan tras la llegada de su hijo y que, muchas veces, esta deriva en la ruptura de la pareja o en conflictos importantes entre la misma y sus hijos e hijas.
Por todo ello, algunas comunidades han dado el paso de contar con servicios de post-adopción. o, lo que es lo mismo, de apoyar a estas familias en los momentos posteriores a la adopción y así facilitarles el proceso adaptativo a su nuevo contexto familiar, educativo y social, y, en consecuencia, prevenir, en la medida de lo posible, aquellas dificultades que pudieran surgir. Con este tipo de servicios, la Administración pretende brindarles una amplia gama de coberturas que van desde informarles y asesorarles en la resolución rápida y eficaz de sus problemas hasta derivarles a recursos sociales y educativos. Pero también ofrecerles charlas sobre temas monográficos concernientes a la post-adopción, en función de sus intereses familiares y culturales.
Este tipo de escuelas o formaciones están pensadas como un espacio de encuentro, reflexión y trabajo para las familias con intereses e inquietudes comunes sobre la educación de sus hijos. Y, por último, pero no menos importante, para diseñar un tratamiento psicoterapéutico individual de sus hijos e hijas, tanto en su etapa infantil como en su adolescencia, en el que se incluye la realización de una valoración diagnóstica de la situación familiar, si las circunstancias la requiriesen.
Todo esto supone la posibilidad de ofrecerles a estos padres y madres unos servicios de tutorización desde los que se les pueda asesorar sobre las cuestiones que les preocupen, a la vez que evitar o, cuando menos, minimizar el fracaso de la adopción, algo muy traumático para ambas partes, a la vez que problemático para la Administración e inaudito para la sociedad. Para la primera, porque ha puesto todos sus recursos institucionales a disposición de este tipo de familias con el fin de cubrir las necesidades del niño sin, por ello, haber conseguido su objetivo y, para la segunda, porque no puede llegar a comprender que unas personas que deseaban ser padres por encima de todo, después intenten que la Administración se vuelva a hacer cargo de su hijo, al mismo tiempo que dudan de que esta haya obrado con criterios de valoración suficientemente acertados y rigurosos.
Además, muchas familias adoptivas se pueden sentir emocionalmente angustiadas por el hecho de que no han sabido darle a sus hijos las respuestas más adecuadas o considerar que los padres naturales tengan un don innato para serlos o puedan saber, en cierta medida, cuál es el proceso educativo más conveniente para sus hijos.
En el mismo momento en que estos futuros padres y madres toman la decisión de adoptar ya empiezan a sentir sobre sí una lupa social que les examina acerca de todos los términos de su vida (profesional, familiar, sanitaria, de pareja, escolar, económica, penal, etc.), y que, aún después de su adopción, les seguirá evaluando, no sólo administrativamente a través de los seguimientos periódicos requeridos por los países de origen de sus hijos, sino también a través de sus amistades y familiares, e incluso por las investigaciones y la publicidad que se va a hacer de los datos recabados sobre ellos particularmente. Estos contextos imaginarios requieren de un gran trabajo de apoyo, que progresivamente se irá rebajando, a medida que los padres y madres vayan integrando en su currículo familiar e individual las experiencias de vida que les hagan asumir y relativizar sus problemas.
La llegada e integración de un hijo adoptivo en una familia, quiérase o no, rompe con toda una serie de pautas instituidas en el hogar, originando que cada uno de los adultos (en pareja o monoparental) y otros miembros, si los hubiese, deban reequilibrar y redistribuir sus funciones respecto al nuevo formato familiar, en el que se crea una nueva estructura relacional en la que todos son tenidos en cuenta.
José Manuel Suárez Sandomingo