La literatura infantil ya no es lo que fue, ni falta que hace
A cualquiera que recorra hoy las estanterías de una librería o de un hipermercado seguramente le sorprenderá la cantidad de libros que existen para niños y jóvenes. Nada que ver con los libros de otras épocas ni por temática ni por formato ni casi por nada. Los que ahora ya tenemos cierta edad y hemos viajado a la Edad Media con El Jabato o El capitán Trueno o hemos entrado en combate en Hazañas Bélicas o hemos estado sonriendo entretenidos con Mortadelo y Filemón, Carpanta o muchos otros personajes vemos cómo los autores de hoy se centran en series que poco o nada tienen que ver con nuestro juvenil pasado.
Actualmente, los autores y autoras -de las que cada vez hay más- centran sus temáticas en la ciencia ficción, la literatura novelesca y de misterio, cuando se dirigen al público juvenil. Mientras que los que buscan un público más infantil lo hacen manteniendo su pulso por la literatura tradicional, en donde las fábulas, leyendas y mitos todavía tienen mucho que decir, aunque, ahora, sus argumentos sean otros, más en consonancia con las visiones de los niños de hoy, dejando atrás las brujas y los ogros, para ir más al terreno de los seres fantásticos, como monstruos, unas veces buenos y otras no tanto.
Poco podíamos esperar los niños de antes a que nuestros héroes de papel traspasasen sus historias al cine o la televisión, algo que los de hoy pueden hacer con bastante naturalidad. Y así tenemos a los Harry Potter y toda su saga, que no sólo ha tomado cuerpo y mente sino que ha traído consigo todo un merchandising que ha sido capaz de elevar a la enésima potencia el arsenal de seguidores del mago inglés.
Galicia goza desde hace bastantes años de una editorial propia que ha encontrado en los niños y jóvenes a su público más numeroso, me estoy refiriendo a Kalandraka, que no sólo trata de poner sobre el papel sugerentes textos, sino que también busca ilustradores que expongan su talento en imágenes atrayentes.
Hay que decir que este maremágnum de compromisos de autores, ilustradores, editoriales y librerías no ha surgido de la nada. Toda esta actividad viene de unos infantes y unos jóvenes lectores de otro tiempo que han se decidido a trasladar su visión literaria hacia nuevas entidades, convirtiéndose así en entablilladores de historias, que, animados y apoyados por padres y correligionarios de sus generaciones, han hecho que sus hijos sigan viajando por las páginas de los libros, manteniendo, así, la ilusión de ver más allá de las palabras para reinterpretar los sueños de otros como propios.
Está claro que la literatura infantil y juvenil está hoy más fuerte que nunca y esto se debe no es que sólo a que haya casi más lineales de libros para ellos que para los adultos, sino que también a que existen bibliotecas, librerías, editoriales exclusivas para ellos. Todo esto hace que lo que nació como programas de animación a la lectura no hace tanto tenga su plasmación práctica en el hecho de que nunca tantos libros se hayan editado para el público infantil y que esto se haya contagiado con un sinfín de premios para destacar a autores noveles en todo tipo de géneros.
La realidad es tozuda y siempre está por encima de los criterios. Así, lo que a muchos les interesa leer hoy casi nunca coincide con lo que les interesó a sus mayores; más bien lo contrario: estos toman las lecturas actuales de los jóvenes, cuando les hablan de ellas como anodinas o estrafalarias. A los que antes leíamos con avidez las aventuras relatadas por Emilio Salgari, Ian Fleming o Edgar Rice Burroughs, quizás nos parezca que el manga o la Tierra Media de Tolkien no son literatura de aventuras y, por tanto, no las tratemos como interesantes. Sin embargo, no dejan de ser las que atraen a los lectores de hoy y, por ello, es una lectura de mundos tan inexplorados como los que eran para nosotros los de nuestros héroes.
José Manuel Suárez Sandomingo