Secuestro parental: los hijos no son propiedades
Un tema recurrente en los juzgados de familia son las denuncias de los padres por el no acatamiento de los compromisos sobre los hijos posteriores a la separación de la pareja. En algunos casos, esta ausencia de responsabilidad con lo sentenciado por el juez es llevada al límite cuando uno de los padres decide desaparecer con sus vástagos. Es lo que todos conocemos como secuestro parental, también llamado abducción parental o abducción familiar. Este hecho produce consecuencias importantes tanto a nivel psicológico como legal en las diferentes partes implicadas. Y no es un problema menor para la sociedad o comunidad en la que residen todos ellos. Según los datos de que se disponen, en España se produce una media de algo más de un caso al día. Concretamente en el año 2021, hubo 434 denuncias de raptos de niños y niñas por sus padres. Una cifra que, aunque sorprendente, a buen seguro no es la definitiva a causa de que algunos progenitores deciden no denunciar por vergüenza o porque inician las pesquisas por su propia cuenta.
De cualquier forma, el secuestro parental es un problema serio en todo el mundo, lo que expone a los niños a consecuencias graves, como pueden ser la pérdida de contacto con el otro progenitor, la interrupción de su educación o un trauma psicológico que se puede prolongar a lo largo de toda su vida.
Este delito tiene desde hace bastante tiempo sus propias regulaciones, entre las que se encuentran, la Convención de La Haya de 1980 (Convenio sobre los aspectos civiles de la sustracción internacional de menores) y, en España, sus códigos civil y penal. De todos modos, todavía faltan aspectos importantes por cubrir, sobre todo a nivel práctico. Entre estos están los de establecer acuerdos claros sobre la custodia, una vez que los padres desean separarse o divorciarse, y hacer que los juzgados apliquen los recursos necesarios para que se cumplan. Esto ayudará a que los progenitores dejen de utilizar argucias o estratagemas alegales para esquivarlos o generar conflictos.
Otra medida importante es la de informar a las autoridades de posibles indicios de que este delito se pueda llegar a producir. Esta denuncia se podrá llevar a cabo tanto ante la policía como en el juzgado o a través de un representante o abogado. Tampoco estaría de más que los padres mantuviesen actualizados los registros de información sobre sus hijos, incluyendo en ella la sanitaria y escolar, así como aquellos datos de contacto que pudieran ser esenciales para actuar en caso de emergencia y, así, facilitar su búsqueda.
Otro capítulo bastante importante es el de facilitarles formación a aquellos niños sobre el peligro del secuestro. En ella se deberá tener en cuenta la identificación de las personas de confianza y de cómo pedir ayuda en caso de apremio.
Para prevenir el secuestro parental, todas las autoridades implicadas en su desarrollo deberán realizar tanto una planificación cuidadosa de los recursos, como la aplicación de medidas legales y de seguridad de los niños, pues estos, son, en la mayoría de los casos, grandes víctimas de una actuación negligente en la que se están vulnerando buena parte de sus derechos fundamentales.
José Manuel Suárez Sandomingo