La cabeza también se entrena
“Sigue a tu corazón, pero lleva siempre contigo a tu cabeza”. Se ha hablado mucho de la importancia del papel que puede jugar el deporte como aliado del bienestar y la salud mental de niños y jóvenes, pero ¿qué hay de la relación a la inversa?, ¿cuál debe ser el rol de la salud mental en el deporte para que pequeños y no tan pequeños desarrollen una relación sana con las distintas disciplinas y logren sus objetivos?
“Nuestra cabeza es la que hace que nuestro cuerpo funcione. Ella es la que toma las decisiones, la que nos guía. Por eso es tan importante trabajarla dentro y fuera de los entrenamientos. Afortunadamente, ha dejado de ser un tabú y cada vez oímos hablar más de ello, cada vez son más los deportistas que se preocupan por cuidarse también a nivel emocional”.
Lo tiene claro el joven gallego Alex Núñez (1993), trabajador social y Máster en Coaching Deportivo por la Universidad Camilo José Cela de Madrid, que, a punto de acabar su segunda carrera —no podía ser otra que Psicología—, sigue aunando formación y experiencia para ayudar a “Entrenar su cabeza” a deportistas de la talla de Bárbara Las Heras, Campeona del Mundo de Pádel 2022; la velocista Cristina Lara, varias veces Campeona de Europa; o el futbolista profesional Britos. Precisamente ese — @entrenatucabeza— es el nombre que recibe el proyecto de Coaching Deportivo a través del que también trabaja con niños y jóvenes y sus familias.
La cabeza también juega y lo primero es tenerla en su sitio. Sabe de lo que habla Núñez y es que con solo 16 años recibió una beca para estudiar en el Centro Gallego de Tecnificación Deportiva (CGTD) de Pontevedra como atleta: “Desde el primer día me di cuenta de que faltaba algo, sobre todo necesitaba a alguien con quien hablar, que me orientarse frente al cambio, la inseguridad, la frustración, el miedo… Ahí me entró curiosidad, empecé a pensar en qué figura me habría hecho falta”.
Con el tiempo, no solo la encontró, sino que la convirtió en su objetivo profesional y quizás sea por ello que ahora entiende tan bien la necesidad de que los niños aprendan desde pequeños a disfrutar del deporte, a conocer sus límites y necesidades y a desarrollar herramientas para darles respuestas y prevenir problemas como la sobrecarga y el estrés, los desórdenes mentales y/o físicos, la anulación del individuo en otros campos…
Qué podemos controlar y qué no
Para todo ello, explica, lo primero es hacer hincapié en la formación y preparación emocional y ayudar a los chavales a alejar el foco de todo aquello que no pueden controlar como es el “resultado” — depende de muchos otros factores como la preparación del rival — para ponerlo en todo lo que sí está en su mano como pueden ser la implicación, el esfuerzo, las rutinas de planificación, la actitud durante el partido…
De tal modo pueden aprender a gestionar adecuadamente la frustración a través de sesiones individualizadas en las que trabajan con microobjetivos relacionados con todos aquellos aspectos que sí dependen de ellos. En la misma línea, debemos animarles a dejar de compararse y a centrarse en la propia trayectoria, valorando su evolución: “No debemos perder esa perspectiva de trabajo porque hará que seamos conscientes de todo el camino que llevamos y nos permitirá hacer una autocrítica más constructiva”.
Organización y equilibrio
Además y aunque parezca obvio, nunca debemos descuidar aspectos tan básicos de la salud como son el descanso o la nutrición.
“Una de las primeras cosas que hacemos con ellos es una rueda de la vida con varios apartados fundamentales: hábitos saludables, relación con familia y compañeros, estudios… Los vamos puntuando de forma individualizada para ver cómo se encuentra el niño en cada uno de ellos y detectar qué debemos trabajar más en las próximas sesiones”, cuenta Núñez sobre un contexto en el que el correcto equilibrio entre estudios, entrenamientos y ocio puede complicarse: “Estamos encontrándonos con muchos problemas en este sentido. La respuesta suele ser siempre la misma: organización. Les ayuda algo tan sencillo como tener una agenda en la que se marquen su horario, o un cronograma con una pauta diaria que les permita lograr sus objetivos”.
Tu hijo te está mirando a ti
Aprender a poner nombre a lo que sentimos para poder gestionarlo de forma adecuada y prestar atención a lo que podemos controlar frente a lo que no, además de cuidar el descanso o la alimentación, son así algunas de las claves fundamentales para los pequeños deportistas de alto rendimiento, pero puede que nada de eso funcione sin la colaboración de las familias.
“El padre o la madre son el mayor modelo de comportamiento para el niño. Un solo gesto de su persona de referencia puede influir muchísimo en su rendimiento: ‘Mi padre me está mirando mal porque he fallado dos bolas’ y, ahí, aunque vaya ganando, ya sabemos que el partido va a ir en picado”, explica Alex Núñez el motivo por el que muchas veces “se trabaja casi más de forma indirecta con las familias que con los niños y las niñas”.
Y es que son muchas las que quieren estar ahí, pero no saben cómo: “A veces, algo tan sencillo como preguntarle a tu hijo qué prefiere puede marcar la diferencia”, aconseja el experto antes de apuntar a la falta de comunicación entre niños y padres como uno de los mayores problemas que existen actualmente.
De hecho, sugiere empezar por ahí: “Lo primero que debemos hacer antes de iniciar ningún proceso es identificar qué quiere conseguir nuestro hijo realmente a nivel deportivo porque puede no coincidir con nuestras aspiraciones y deseos: es posible que él solo quiera disfrutar de una actividad extraescolar y, nosotros, que compita y se convierta en un Nº1; o puede que sea al revés”.
Referentes sanos
Lo cierto es que para entrar en los centros de alto rendimiento, los jóvenes tienen que tener buenas notas. Cuentan con modelos capaces de compaginar estudios y deporte de élite dentro del propio proyecto como Barbara de las Heras, que acaba de proclamarse Campeona del Mundo de Pádel 2022 y, al mismo tiempo, ejerce como médica.
“Es fundamental que cuenten con modelos que les demuestren que es posible, pero también con otros que les enseñen la importancia de saber parar”
“Ellos son sus ídolos e ídolas y les hacen ver que, con esfuerzo, es posible lograrlo”, nos cuenta Alex, que con todo considera fundamental trabajar con otro tipo de ejemplos que nos enseñen también la importancia de saber parar cuando el deporte “se nos está poniendo a la contra”.
No “todo se puede”
“Claro, también les ponemos ante otros casos. Por ejemplo, trabajé con una deportista para la que mi recomendación fue que parase porque no solo no estaba disfrutando, sino que se estaba poniendo en riesgo. Se dice “todo se puede”, pero al final no es así, no “todo se puede” y no debemos jugar con nuestra salud. Yo mismo tuve que dejarlo con 18 años porque la presión y el esfuerzo me estaban jugando malas pasadas; y hoy considero que fue la mejor decisión que tomé en mi vida”, rememora Alex, que no quiere despedirse sin subrayar que la mayor parte de los atletas con los que trabaja no acuden a él porque tengan un problema concreto o porque lo estén pasando mal, sino porque quieren seguir mejorando y entienden que la salud mental hay que trabajarla en todo momento como una parte más del entrenamiento.
Una buena vía de escape
Y es que, bien entendido, el deporte puede representar y de hecho representa una gran vía de escape para muchos niños y jóvenes en un contexto en el que, por poner el ejemplo gallego, casi un 20% de los adolescentes sufre problemas de depresión.
Un ocio saludable, con viajes y nuevos contactos relacionados con sus intereses; la gran amalgama de emociones de la vida cotidiana que se experimentan en partidos y entrenamientos; o las ventajas para la autoestima que implica saberse parte de un equipo pueden ser algunos de los beneficios en este sentido.
“Lo que tenemos que hacer como padres o tutores es tener la mente abierta y dejarles probar entre varias disciplinas e incluso actividades distintas, porque también están las artes, el teatro o la música. Mi recomendación es esa: que prueben y que disfruten”.