¿Es cierto que la inteligencia se hereda de la madre?
EL REVÉS DE UN FENÓMENO VIRAL Un estudio compartido en redes dice que el cromosoma X manda en la cabeza.
Lanzamos la piedra y abrimos la mano. «La inteligencia se hereda de las madres», dice un titular compartido en Facebook más de medio millón de veces. Más allá del aplauso o el pique y la broma fácil, ¿es serio, lo damos por bueno? La conclusión se basa en un estudio llevado a cabo por dos doctores de la Universidad alemana de Ulm que, según leemos en algunos medios y redes sociales, advierte que el cromosoma X tiene la voz cantante en la transmisión a los hijos de la gracia del saber.
Los expertos nos sientan a pensar. «¿Qué es la inteligencia?», plantea Ana Pravia, psicopedagoga y asesora educativa. ¿Cómo la definiríamos? «¿Es la inteligencia lo que miden los test de inteligencia? Porque esta es una definición aceptada», que se maneja a menudo. Y, sin embargo, parece insuficiente. «Más allá del chiste o el chascarrillo, no se puede generalizar ni dar por bueno que la inteligencia se herede de la madre -dice Pravia-. No creo que haya diferencias sustanciales en la inteligencia de hombres y mujeres. No hay estudios que lo demuestren. Las diferencias son más sociales y culturales que naturales. Y es importante ver que, además de la parte genética, en la inteligencia influyen el ambiente y los estímulos».
El genetista Antonio Salas advierte que decir que son las madres quienes aportan la inteligencia es entrar en el terreno de las meras especulaciones «y las pelotudeces». Este profesor de la Universidade de Santiago nos remite al Diccionario de la Academia, donde la primera definición de inteligencia es ?la capacidad de entender?. ¿Concuerda con la visión común, con lo que suele evaluarse en los test y en los centros educativos? «La inteligencia es también la capacidad de resolver problemas. Se refiere además a la habilidad, a la destreza y tiene otras acepciones según la RAE», dice Salas. Así que, para plantearla como un bien que se hereda, «primero habría que asumir que tenemos una buena herramienta para medirla; yo personalmente la desconozco», afirma el experto. «Después, es importante saber que una buena parte de lo que entendemos como inteligencia es ambiental. Seguramente las madres contribuyen de manera especial a este componente, ese vínculo es decisivo», pero no se ha demostrado que el cromosoma Y ponga menos en el legado genético de los dones emocionales y la sed de conocimiento.
CROMOSOMAS VIAJEROS
Es más que una intuición. La influencia de la madre en los primeros meses de vida «es muy relevante para el desarrollo cognitivo de su hijo -subraya por su parte la psicóloga y trainer de Disciplina Positiva Bibiana Infante-, pero hay otros factores que ayudan a ese desarrollo. Yo soy de las que dicen que las personas somos procesadores de información (no meros almacenadores), y nuestra experiencia, historia de aprendizaje y vivencias van modulándonos a todos los niveles, incluido el intelectual».
Hay muchos tipos de inteligencias, y hoy las miradas (y parece que el futuro de la educación e incluso del mundo) se centran en la emocional. Ahí está la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner, como contrapeso al modelo de una inteligencia única. Pero hay que cuidarse de la compartimentación del cerebro, de hacer divisiones a la ligera que enfrentan, por ejemplo, el hemisferio derecho con el izquierdo «como si fuesen compartimentos estancos. El cerebro no es un mueble con cajoncitos independientes», subraya Ana Pravia.
«Que nadie se engañe -interviene José Manuel Suárez Sandomingo, presidente de Apega, la Asociación Profesional de Pedagogos de Galicia-. En general, la mujer tiene más canales emocionales que el hombre. Y suelen ser más resistentes ellas que ellos. Somos diferentes, pero eso no quiere decir que aporte más intelectualmente el cromosoma X que el Y. En todo caso, lo que somos no viene determinado solo por la genética. Uno es uno, sus circunstancias y los añadidos; es decir, los instrumentos para manejar esas circunstancias». Suárez Sandomingo nos remite a Jean Piaget, una autoridad en el estudio de la infancia, a las aportaciones sobre inteligencia emocional de Coleman y a las leyes de Mendel, pautas que rigen la transmisión de la herencia genética.
¿Pero puede parecerse la provechosa inteligencia humana a los guisantes de Mendel? «Yo no metería a Mendel en esto. Significaría simplificar la complejidad que encierra la inteligencia», afirma Salas. «Esa noticia viral es obvio que no la escribió un genetista -asegura-. Además, hay que pensar que el cromosoma X que hoy está en un padre ayer estaba en su madre y mañana estará en sus hijas biológicas; de manera que los cromosomas X viajan de padres a madres y viceversa a lo largo de las generaciones. Podríamos entrar en un razonamiento del tipo: ¿qué fue antes, el huevo o la gallina?». Está claro. La inteligencia dice no a la guerra de sexos.
Fuente: La Voz de Galicia