Los comedores escolares, de ayer a hoy
La pobreza de las familias durante las primeras décadas del siglo XX era una realidad palpable. Ante esta situación, muchos maestros pensaban que la escuela no solo debía centrarse en el desarrollo intelectual de sus alumnos, sino también atender sus necesidades físicas básicas. Para estos docentes, el simple hecho de que sus estudiantes pudieran desayunar en la escuela representaba mucho más que una taza de café; algunos incluso lo describían como “una fiesta diaria”. Pero, sobre todo, esta medida tenía un profundo significado social: demostraba que la sociedad de la época se preocupaba por el bienestar de los más pequeños e interesaba por sus vidas. Este gesto de los docentes no solo inspiraba gratitud en sus alumnos, sino que también les inculcaba un sentido de deber y responsabilidad en su conciencia.
En la década de 1920, la Dirección General de Primera Enseñanza notificó a algunos ayuntamientos la posibilidad de concederles una subvención destinada a la creación de cantinas escolares en sus colegios. Una ayuda económica que fue recibida con entusiasmo por ellos. A partir de ese momento, las subvenciones comenzaron a extenderse por toda España, motivadas principalmente por la insuficiente alimentación de los niños y por el hecho de que la mayoría vivía a considerable distancia de las escuelas en las que estaban matriculados.
Todas las cantinas escolares seguían un funcionamiento similar. Los menús ofrecidos estaban cuidadosamente planificados para cubrir las necesidades básicas de los alumnos. por las mañanas, el desayuno consistía en un tazón de café con leche acompañado de un bollo de pan. al mediodía, se servían diferentes platos según el día de la semana, siguiendo una programación semanal como la siguiente: lunes: caldo gallego y bacalao con arroz; martes: sopa de fideos y carne con patatas; miércoles: potaje y bacalao con patatas; jueves: caldo gallego y carne con arroz; viernes: potaje y carne con arroz.
De este modo, las cantinas no solo proporcionaban alimento, sino también una rutina nutritiva que ayudaba a mejorar la salud y el bienestar de los estudiantes.
A pesar de la expansión de los comedores escolares en España a lo largo del siglo XX, su cobertura resultó claramente insuficiente para atender las necesidades de todos los estudiantes. Los maestros más comprometidos con la formación integral de sus alumnos advertían que, si no se resolvían las carencias fisiológicas básicas de los niños y niñas, la labor educativa tendría un impacto muy limitado. Esta preocupación quedó reflejada en diversos artículos de la época, donde se evidenciaban la precariedad de los recursos y la importancia de garantizar una alimentación adecuada en la escuela para que el proceso de aprendizaje fuera realmente efectivo: “el hambre en el niño y la alimentación insuficiente es, además de una situación cruel, un peligro para la salud tan expuesta, en esta época de la vida, a toda clase de enfermedades, que encuentra campo abonado en esas tiernas naturalezas debilitadas por la desnutrición. Los que, a pesar de todo, alcancen la edad adulta, no serán, seguramente los ciudadanos fuertes, activos y normales que la sociedad necesita; serán un deplorable producto del incompleto desarrollo alcanzado en la infancia. Es, pues, hacer PATRIA, proteger a esos futuros ciudadanos, evitando que sean pasto de las enfermedades (especialmente del raquitismo y de la terrible tuberculosis) y que resulten víctimas de diversas degeneraciones, pero, además, el problema de la alimentación del niño no pudiente tiene un aspecto interesantísimo relacionado con la asistencia a las Escuelas primarias: tales niños son empleados por sus padres (por regla general) en ocupaciones que no les permiten, por lo menor, ganar su sustento; y de aquí resulta que por tener que dedicarse a buscar el pan del cuerpo (primero es vivir…) abandonan por completo o casi por completo el pan del alma. La solución a este problema será nutrirlos y obligarles, así, a concurrir a las Escuelas dándoles, así, la alimentación, la educación y la instrucción más indispensables” 640 “Obra benéfica altamente simpática”. (Víctor Castro. “Obra benéfica altamente simpática”. La Voz de Ortigueira, 9 de noviembre de 1929).
El maestro concluía su artículo señalando que esta solución era la implantada en todos los países civilizados para garantizar la alimentación de los escolares y mejorar su bienestar y rendimiento académico.
En la actualidad, persisten muchos de los problemas de acceso a una alimentación adecuada que ya existían en el pasado. En España, un número significativo de niños y niñas sigue sin recibir la cantidad y calidad de alimentos necesarios para un desarrollo saludable, lo que hace que los comedores escolares continúen siendo un recurso esencial para garantizar su nutrición y bienestar.
Sin embargo, la sociedad española ha cambiado notablemente: aunque hoy existe una mayor variedad y disponibilidad de productos, las familias son mucho más diversas en su composición, cultura y formas de vida. España ha pasado de ser un país relativamente homogéneo a otro multicultural y plural, lo que se refleja tanto en la tipología de sus habitantes como en sus hábitos alimentarios y necesidades específicas,
A pesar de la abundancia de alimentos, la pobreza infantil y la malnutrición siguen siendo una realidad grave: cerca de medio millón de niños no pueden permitirse comer carne, pollo o pescado al menos cada dos días, y aproximadamente un tercio de la infancia está en riesgo de pobreza y exclusión social. Por ello, los comedores escolares no solo cumplen una función nutricional, sino que también son una herramienta fundamental para luchar contra la desigualdad y fomentar la integración en una sociedad cada vez más diversa.
En respuesta a estos cambios, el Gobierno ha aprobado el Real Decreto de Comedores Escolares Saludables y Sostenibles, que redefine la alimentación en los centros educativos desde una perspectiva integradora y diversa. Esta normativa afecta a colegios públicos, concertados y privados, y tiene como objetivo garantizar que todos los estudiantes accedan a una alimentación nutritiva, variada y alineada con las recomendaciones sanitarias oficiales, independientemente del nivel de renta de sus familias.
Además, el alumnado de nuestros colegios podrá elegir entre menús omnívoros y opciones veganas, asegurando así el respeto a las diferentes necesidades y preferencias alimentarias. Los nuevos menús escolares incluirán una mayor presencia de legumbres, frutas y verduras frescas, promoviendo una alimentación más equilibrada y saludable. De este modo, se garantiza que todos tengan acceso a cinco comidas saludables a la semana, contribuyendo así a su bienestar y desarrollo integral.
La nueva normativa también aborda otros aspectos clave para mejorar la alimentación infantil. Por un lado, elimina la bollería industrial y las bebidas energéticas de los menús escolares, además de prohibir su venta en máquinas expendedoras y cafeterías de los centros educativos. Igualmente limita la presencia de alimentos precocinados y frituras: los platos precocinados, como pizzas o empanadillas, solo podrán servirse una vez al mes, y las frituras elaboradas en el día, una vez a la semana. Y fomenta el consumo de alimentos sostenibles y de temporada, así como la adquisición de productos de proximidad procedentes de la producción agrícola y ganadera local, con el objetivo de promover las economías locales y reducir el impacto ambiental.
Para facilitar la implantación de esta nueva programación, el Gobierno ha aprobado una partida de hasta 200 millones de euros destinada a las comunidades autónomas, que les permitirán poner en marcha los mecanismos necesarios para garantizar su aplicación en todos los centros escolares, ya sean estos públicos, concertados o privados. Además, este presupuesto se destinará a reforzar las políticas de protección a la familia y atención a la pobreza infantil, así como a financiar becas de comedor y otras ayudas sociales.
Todo sea por una mejor salud de nuestros hijos e hijas y su mejor rendimiento académico y personal futuro.
José Manuel Suárez Sandomingo