¿CUÁLES SON LAS NECESIDADES DE NUESTROS HIJOS?
Los niños llegan a la vida desarmados y vulnerables. Para criarlos adecuadamente y conseguir su correcto desarrollo y bienestar es preciso tener en cuenta sus necesidades. Estas, en un principio, primarias y básicas, se van completando con la edad y varían de intensidad a medida que estos crecen y van logrando un mayor grado de autonomía hasta llegar a la independencia. Establecer unas condiciones favorables en su crianza que le permitan satisfacerlas, nos asegurara, en gran medida, que su manera de interactuar con el entorno será apropiado.
Diversos autores, Maslow, López, Garbarino, coinciden en que las necesidades de los niños admiten una clasificación. Así tendríamos:
- Necesidades físicas y biológicas relacionadas con la alimentación, el abrigo, el sueño, la higiene, la salud.
- Necesidades emocionales y de seguridad, que tendrían que ver con la manera de establecer relaciones seguras, estables y afectivas con los cuidadores; en recibir el apoyo y la ayuda necesaria para resolver problemas; en la aceptación de las características personales y el respeto por su desarrollo.
- Necesidades cognitivas e intelectuales que son satisfechas en la medida que reciben estimulación sensorial, se le ofrecen experiencias de exploración y aprendizaje y se le integra en otros espacios educativos independientes de la familia que le permita adquirir conocimientos y habilidades.
- Necesidades sociales que tienen que ver con el establecimiento de límites y disciplina, el aprendizaje de conductas adecuadas para la vida en sociedad, la relación, a través del juego, con sus iguales; la disposición de ayudas para resolver los conflictos con sus iguales.
De entre estas necesidades, que iré abordando de un modo más minucioso en próximas entregas, en esta ocasión quería poner el acento en algunas de ellas.
Destacar la necesidad del recién nacido de establecer un vínculo emocional seguro y estable con sus cuidadores. Este vendrá determinado por la manera en que estos responden y son sensibles a las señales más primarias (sonidos, llanto, expresiones de la cara, posturas corporales) que presenta el recién nacido relacionadas con la alimentación, el sueño, el abrigo, el malestar y el afecto. La disponibilidad del padre o madre, de cómo sean las respuestas, de cómo se establezca este vínculo, determinará, en gran medida, el modo en que cada individuo establecerá sus relaciones personales en los diferentes contextos y construirá su imagen personal. Sabemos que privaciones afectivas severas y prolongadas provocan daños importantes en el desarrollo físico, emocional, intelectual y social. Esto nos indica que un vínculo de apego sólido y constante, que le asegure una aceptación incondicional de su ser, contribuirá positivamente a su desarrollo.
Otra necesidad básica del niño es la estimulación y la exploración del medio, en un principio mediada por la familia y posteriormente encontrada en la relación con otras personas, principalmente en la guardería y la escuela. Es por ello que necesitamos escoger espacios educativos ricos en estímulos, que favorezcan el descubrimiento del mundo a través del juego y la manipulación de diferentes objetos y materias (agua, tierra, arena, pintura…), escapando de espacios excesivamente rígidos y normativos que restrinjan esta actividad exploratoria natural
Por último señalar la importancia de establecer unos límites protectores que permitan la acción del niño dentro de espacios seguros. Quizás sea este uno de los aspectos que causa más controversia entre los cuidadores, en esa búsqueda de equilibrio entre el dejar hacer y el limitar. Debemos tener presente que el niño carece de conocimientos y experiencias para determinar cuáles son los riesgos reales que le rodean, por ello cualquier límite establecido debe estar orientado hacia la enseñanza del cuidado de uno mismo. Límites pensados para él, para el entorno donde realiza sus acciones, para su bienestar físico y mental, no basados en los miedos y temores de los adultos.
Dolores Armas Vázquez, Psicóloga