Lo que nuestros mayores necesitan
Hace muchos años, a principios de los años 2000, le propuse a uno de los periódicos más leídos de Galicia hacer un suplemento semanal para los mayores. Pero la experiencia no les pareció muy interesante, así que la rechazaron. Hoy con Internet, parece que todo el mundo está servido de información. Sin embargo, muchos de nuestros mayores siguen, unos sin saber manejarse en él y otros sin encontrar aquello que les interesa y les hace disfrutar. Así que, a día de hoy, muchos de nuestros mayores, habituados a un estilo de vida que ya no reconocen, siguen necesitados de encontrar sus referentes.
¿Y que podrían encontrar ellos en un suplemento semanal? Cuando ellos dejan de estar en la vida laboral, sobre todo los hombres, buscan actividades acordes con sus parámetros o capacidades de vida, tanto nuevas como aquellas que no han podido ejercer anteriormente por falta de tiempo.
A los mayores les cuesta pasar a la electrónica. Ellos tienen una clara preferencia por la lectura en papel, que es la que realizaron toda su vida, así que poner a su alcance textos de su interés en los que puedan leer cosas atractivas para ellos es todo un estímulo. ¿Pero cuáles pueden ser esos centros de interés que les animen a dar el paso a la acción?
En primer lugar, las tareas que les fueron comunes en otros tiempos y que van desde la cultura en la que se desarrollaron hasta los juegos y entretenimientos que ocupaban sus momentos de ocio. Si esto se acompaña de la descripción de todo ello y de donde físicamente pueden encontrarse con gente a la que le importen los mismos temas, ya habremos descubierto un eje para que sus vidas sigan evolucionando.
En segundo lugar, está el hecho de que a nuestros mayores muchas veces se les rechaza por eso que ahora se llama edadismo, es decir, por ese conjunto de estereotipos y prejuicios que los descarta por tener una determinada edad y comportarse de una manera específica. Pero, lejos de ser así, cada uno tiene su propia visión del mundo; muchas veces sólo necesita que le expliquen qué es lo que le falta para entender que lo que piensa no está acorde con lo que hacen las nuevas generaciones. Ese puente es el que hay que ofrecerles a los mayores para que se sientan en sintonía con los que les rodean.
La mayoría de la gente no quiere esperar el día de su partida sin ilusión por hacer cosas o conocer a personas nuevas con las que comunicarse, ni tampoco sin dejar un poso de lo que aún puede hacer o una impronta que recuerde su paso por este mundo. Por todo ello, tener hoy unas condiciones de vida aceptables más allá de los 70 años parece algo asumible para bastantes personas, por lo que la nueva frontera vital, o cuarta edad, se ha situado en los 85 años, donde los problemas biológicos y mentales empiezan a ser más acuciantes para muchos.
Así pues, entre la edad en que se jubilan del mundo laboral y esos 85 años, la sociedad ha de prepararse y prepararlos para que vivan en ella con dignidad. Por ello, a las fórmulas de los cuidados familiares y de grandes residencias se han de ir sumando nuevos modelos de proximidad que no sólo les permitan residir, sino crear expectativas para una vida participativa, armoniosa y vital.
José Manuel Suárez Sandomingo