¡Basta ya de teletrabajo inútil para el ciudadano!
Estamos en el año 2023 y a muchos todavía se les antoja que la situación es la misma que cuando había confinamiento o todo el mundo llevaba mascarillas por la calle. Bueno, más que antojársele lo que hace es perpetuar su pasividad personal ante tener que ir todos los días a su puesto de trabajo y cumplir con sus obligaciones presencialmente con aquellos que le pagan su nómina, ya sea en la actividad empresarial o en alguna de las diferentes formas de la Administración pública.
Lo que voy a exponer a continuación a buen seguro será refrendado por muchos de los lectores de este artículo. La semana pasada tenía que acercarme a la delegación de la Dirección General de Tráfico en Santiago de Compostela para resolver el extravío de unos documentos de mi coche. Como todos sabemos, todavía sigue vigente y es requisito imprescindible que, antes de acudir, uno pida cita previa. Para ello esta dirección general cuenta con una página en la que se le indica al usuario que puede hacerlo a través de un teléfono, el 060, o rellenado un formulario. De los teléfonos, ni hablemos. Yo no sé si están colapsados o simplemente están descolgados, pues después de cinco intentos lo de dejé por imposible. Entonces le dediqué mis esfuerzos de conexión al otro sistema. Intenté rellenar el formulario, pero su inteligencia artificial es más inteligente que la humana, así que mi correo electrónico le daba error, lo que impedía terminar el proceso.
Como la Administración en España sólo trabaja de mañana, no me quedó más remedio que ir a pedir la cita presencialmente, teniendo que abandonar mi puesto de trabajo. Así que viviendo en Santiago, decidí acercarme hasta la sede de la DGT. Allí me encuentro que hay un guardia de seguridad que no me deja entrar sino tengo la dichosa cita previa. Le comentó mis cuitas y él, en un alarde de generosidad, me da un papelito en el que aparecen el mismo número de teléfono y un email en el que tendré que trasladar mis peticiones. También me dice que los operativos que he utilizado (teléfono e internet) funcionan perfectamente. Ante esta provocación, cojo mi teléfono, lo conecto a la página de la DGT, hago lo que ya he dicho anteriormente y le demuestro que no tiene razón. Sólo entonces parece apiadarse de mí y me pide mi carné. Iluso de mí, pensé que lo hacía para dejarme pasar a hacer la gestión que iba a realizar. Pero no. Solamente lo quería para que fuera uno de los técnicos del operativo de Tráfico quien procediera a darme cita.
Pero ahora les cuento lo mejor. Y lo mejor es que sólo había una persona en la ventanilla, atendiendo al público y otras dos en las mesas. Yo tengo ido en otras ocasiones y, como mínimo, había tres o cuatro personas en las ventanillas y muchas otras en las mesas. Claro que, como público, no había nadie. Bueno, si me descuento a mí y al guardia de seguridad, claro.
Mi cita con estos eficaces gestores es para principios de marzo: mes y medio después de pedirla. No obstante, esto no es todo lo que les quería contar. Pues esta fórmula impresentable de atención al ciudadano es además de inmoral, ilegal. Y no lo digo yo en mi situación de ultrajado y cabreado ciudadano, sino el Defensor del Pueblo y cuantos valedores delosJuanes Pueblos que hay en España. Estos, aludiendo a nuestra manoseada Constitución, advierten de que el pedir una cita previa supone “un incumplimiento objetivo y directo del artículo 103.1 de la Constitución” en el que se recoge que la Administración debe servir con objetividad a los intereses generales y desempeñar su labor de manera eficaz. Por cierto, el mismo guardia me confesó que esa mañana habían aparecido otros muchos ciudadanos igualmente cabreados por no poder coger su cita.
Si algunas empresas quieren dejar de atender a sus clientes presencialmente, allá ellas, pero el personal de las Administraciones no puede burlarse de los ciudadanos que les pagan sus salarios, escondiéndose de sus deberes al exigirles preceptos caducados, como es la cita previa, o adueñándose de su tiempo haciendo que sea él el que le haga sus gestiones telemáticamente.
Suárez Sandomingo, José Manuel