Programas de prevención del suicidio en menores
Los programas de prevención del suicidio en menores son un elemento a la vez preventivo y disuasorio de una conducta que la sociedad considera en sí misma inaceptable. De hecho, nuestra conducta habitual es apartarnos de los peligros y nuestros instintos nos dirigen de forma natural a conservar la vida. Por eso, cuando alguien nos dice que ha intentado o intenta suicidarse nos llena de preocupación y congoja y la primera pregunta que nos viene a los labios no es otra que ¿por qué? Y una vez que nos cuenta los problemas de su infelicidad, de lo primero que echamos mano es de nuestro mejor argumentario para corregir esa nube negra que propicia sus infaustos pensamientos.
Desde la pandemia, la sociedad se hizo más consciente de las enfermedades mentales que aquejaban a la población española en general y a los menores de edad en particular. Las preocupaciones vitales de los adultos son, en cierta medida, distintas a las de los jóvenes, pero muchas veces su manera de afrontarlas es la misma. Pues si a un adulto le puede aterrar su pérdida de empleo o su falta de dinero para encauzar su vida y la de los suyos, a un joven le puede alarmar el no tener amigos o no encontrar la comprensión que necesita en su entorno familiar. Cualquiera de ellos puede sentirse un desdichado y con pocas esperanzas de lograr superar sus obstáculos con los únicos medios de que dispone.
Cuando su entorno o él mismo percibe su fragilidad, la primera alternativa por la que opta es la de aliviar sus temores con medicación clínica. No obstante, la mayoría de los fármacos no inciden sobre un único órgano o tienen consecuencias más o menos desagradables para el paciente, por lo que la clínica medicamentosa no consigue muchas veces la desaparición del conflicto interno del paciente. Llega entonces el momento de atajar el problema con otras soluciones o añadirle a la receta biológica otros procedimientos con características más intelectuales. Es hora entonces de actuar desde las terapiasemocionales, aportándole al sujeto nuevos medios para luchar contra sus dificultadesy, así, poder superar los traumas que padece.
En ocasiones, todo lo anterior se muestra insuficiente o ineficaz, por lo que su entorno no debe levantar la guardia y debe mantenerse vigilante ante cualquier recaída o síntoma que pueda derivar en nuevas ocasiones para tomar una acción desesperada. Y es aquí donde entra en funcionamiento los programas de prevención del suicidio, donde además de las técnicas personales y materiales con las que todos los que están a su alrededor deben actuar, también hay que mantener a la persona en un lugar en el que no pueda autolesionarse o agredir a otros con su propio cuerpo o con otros elementos a su alcance.
En la actualidad, algunos hospitales españoles tienen un número restringido de plazas destinadas a menores con problemas psiquiátricos. Unas unidades que, sin embargo, sólo pueden atender a niños y jóvenes menores de 16 años, lo que es una gran limitación, puesto que muchos de los problemas mentales se desarrollan de forma más enérgica a partir de esa edad. La carencia de este recurso sanitario se está cubriendo, en alguna medida, con algunas plazas en los servicios sociales de protección de menores o de educación, que, por su parte, tienen que contratar además de alos educadores y maestros con los que seguir sus procesos integradores y culturales, a psicólogos y psiquiatras, para cubrir sus facetas médicas y psicológicas.
En estos momentos hay una crisis sanitaria importante en toda España. Crisis en la que Galicia también está plenamente involucrada debido a su falta de médicos, en general, y de pediatras, en particular. Está claro que el sistema sanitario no está cumpliendo las expectativas que se han depositado en él. Por ello, todo él debe ser revisado y adaptado a las nuevas características de la población a la que debe dar atención, y en ella deben estar los niños y jóvenes que no deben ser nuevamente excluidos por derivación hacia otros servicios que no tienen esta función social. Si no es lógico que los hospitales contraten a los maestros para dar clases en los hospitales, tampoco parece que lo sea que los psiquiatras ejerzan en los centros de menores.
Suárez Sandomingo, José Manuel