Úrsula Perona: “Conocer bien a nuestros hijos y alumnos nos permite adaptar y personalizar su educación”
Úrsula Perona es psicóloga infantil y madre de tres hijos. Lleva más de diez años desarrollando su labor como psicóloga sanitaria en su clínica de Alicante, el Instituto de Psicología Úrsula Perona, donde atiende a personas de todas partes del mundo. Además del abordaje clínico de trastornos complejos, está especializada en Niños de Alta Demanda, y asesora a las familias desde la perspectiva de la crianza consciente. Es docente universitaria, conferenciante y colabora habitualmente con medios de comunicación nacionales e internacionales.
Pregunta. ¿Qué es un Niño Altamente Sensible?
Respuesta. —El término “alta sensibilidad” hace alusión a un rasgo de la personalidad identificado y acuñado por la psicóloga estadounidense Elaine Aron durante la década de los 90. Se conoce como rasgo de la Sensibilidad de Procesamiento Sensorial (SPS), que implica una profunda sensibilidad sensorial y emocional. Se trata de un estilo de personalidad, una serie de características que engloban gran emocionalidad, sensibilidad sensorial y empatía, así como una análisis profundo de la información. Veremos un niño muy reactivo a los estímulos del entorno, ansioso, y a menudo son tildados de llorones, maniáticos o quisquillosos.
¿Cómo distinguirlo de los demás? ¿En qué se distingue de un niño con altas capacidades o superdotado?
—La sensibilidad es la capacidad para percibir sensaciones, pero no solo del exterior a través de los sentidos: olores, ruidos, texturas… también los propios estados internos, el propio curso del pensamiento. Un niño con alta capacidad intelectual es un niño muy inteligente, talentoso, pero hablamos de inteligencia, no de sensibilidad. Los NAS son niños que al margen de su coeficiente intelectual, presentan una elevada sensibilidad, son muy vulnerables al entorno y las emociones, los cambios, impactan en ellos fuertemente. Por otro lado, veremos niños que analizan profundamente la información, analizan y toman decisiones basadas no tanto en la experiencia, sino en el análisis: primero pienso, y luego actúo. El 70% de los NAS son introvertidos, necesitando a menudo periodos en soledad, pues se abruman fácilmente con el exceso de información y estímulos.
¿Es bueno, malo o irrelevante ser un NAS?
—Ni es bueno ni malo, simplemente es un tipo de personalidad, podríamos decir. Como todo, bien encauzado y guiado, este rasgo puede ser un regalo, pero si no se tiene el apoyo y la guía adecuada, puede comportar mucho sufrimiento, pues el mundo puede sentirse como hostil.
¿Hay que corregirlo o educarlo teniendo en cuenta sus características?
—Conocer bien a nuestros hijos y alumnos nos permite adaptar y personalizar su educación. Tendemos a tratar a todos los niños como si fueran iguales, según estándares normativos por edad. Esperamos uniformidad, cuando la riqueza del ser humano es precisamente su individualidad. No necesita lo mismo de nosotros un niño independiente, por ejemplo, extrovertido y vital, que uno tímido y ansioso. En cualquier caso debemos adecuar su crianza a su temperamento, brindándole lo que necesita ahora, y trabajando para que en el futuro sea una persona plena y feliz.
¿Qué deben hacer los padres y profesores para educar NAS?
—Ser conscientes de que su sensibilidad hace a estos niños vulnerables al exceso de estímulos, a la sobrecarga. Posibilitar momentos y espacios para que puedan sosegarse. Ofrecer comunicación y escucha activa, haciendo valer sus emociones y la manera en la que las experimentan, y mostrándonos empáticos y comprensivos. Respetar sus ritmos y sus manías, pues es frecuente ver que no toleran determinados tejidos, costuras, etiquetas de la ropa, sabores o ruidos. Su fineza sensorial es tan grande que cualquier estímulo puede resultar muy perturbador. Algo de lo que otra persona ni es consciente (como la costura de un calcetín), pues suponerles una gran incomodidad. También es importante no hacerles sentir mal por ser como son, evitar etiquetarles y ningunear sus emociones.
¿Cree que la escuela está preparada para afrontar este tipo de singularidades personales? ¿Qué medios se necesitarían para que estos niños no se frustren?
—Lo más importante sería que los docentes puedan conocer este tipo de personalidad y sus necesidades, pues en la práctica, adaptar ligeramente ciertas situaciones a sus necesidades no implica gran problema. La dificultad surge más bien del desconocimiento, y de la atribución errónea de sus comportamientos (por ejemplo, las rabietas o mal comportamiento como forma de expresar sus emociones).
¿Y los padres, están preparados?
—A menudo no, por desconocimiento y por la complejidad con la que este rasgo se expresa. Por ello es tan importante formarnos para criar. No nacemos con un manual de psicología infantil y pedagogía bajo el brazo, y la crianza es cada vez mas difícil en un mundo estresado y exigente.
¿Qué consejos daría a los propios NAS?
—Que tomen tiempo para conocerse y aceptarse. Que abracen sus sensibilidad y la valores como el bien preciado que es, y que trabajen en sí mismo para brillar con todo el potencial que encierran. Así mismo les recomendaría que aprendan a cuidar psicológicamente de sí mismos, pues son más vulnerables a la depresión y ansiedad, por lo que el autocuidado se vuelve fundamental.
¿Es importante detectarlos a tiempo o en la adolescencia se está a tiempo de afrontar su educación?
—La educación es un camino que empieza en el nacimiento y nunca acaba, desde mi punta de vista, solo cambia de manos. Si desde la primera infancia somos conscientes de la personalidad del niño y sus particulares necesidades, podremos ayudarle.
¿La pandemia ha agravado el problema de la infancia NAS o ya existía antes?
—La pandemia ha agravado todo, pues ha supuesto un enorme estresor y ha tenido impacto en el estilo de vida, en la crianza y en la educación. Las personas altamente sensibles han existido siempre, no es algo nuevo, lo que sucede es que antes no se conocía o simplemente se les tachaba de tímidos, retraídos o exagerados, por ejemplo. Lo que sí es cierto es que obviamente, ante cualquier estresor, un niño altamente sensible se verá más impactado que otro más frío emocionalmente.
Alta sensibilidad
El término alta sensibilidad hace alusión a un rasgo de la personalidad identificado y acuñado por la psicóloga estadounidense Elaine Aron. No se trata de timidez o exageración en las reacciones; el niño altamente sensible nace con una tendencia a ser más consciente de todo lo que le rodea. Dispone de una profunda capacidad de reflexión interior, piensa mucho antes de actuar o tomar decisiones, es empático, creativo, inteligente e intuitivo, además de atento y muy concienzudo en su proceder.
Esto también tiene su parte negativa: percibir tantos estímulos con semejante lujo de detalle a veces puede ser agobiante, destapándose así su carácter sensible, quizá a veces tímido o retraído porque necesita evitar este tipo de situaciones intensas para no abrumarse.