El 20% de los jóvenes tuvo problemas para estudiar durante el confinamiento
Tener que quedarse confinados en casa durante meses no solo afectó social y anímicamente a una buena parte de los jóvenes, sino que también les afectó en sus estudios. Es uno de los datos que se obtienen de la investigación De puertas adentro y de pantallas afuera. Jóvenes en confinamiento, realizada por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de Fad, con el apoyo de Telefónica y Banco Santander.
Concretamente, siete de cada diez jóvenes de entre 15 y 29 años que pudieron continuar sus estudios de manera conectada durante el confinamiento encontraron inconvenientes para hacerlo: la mitad de ellos (el 51%) tuvo “algunas dificultades” y el 20% se topó con “bastantes” problemas que le impidieron continuar las clases de forma adecuada.
Las dificultades sufridas por los jóvenes tienen que ver, sobre todo, con no poder concentrarse en el hogar (31,4%); falta de preparación del profesorado para impartir clases online (28,9%); dudas que no pudieron resolver en soledad (24,7%) o no encontrarse bien anímicamente (23,1%), entre otras.
Para los responsables del estudio, “la imposibilidad para acceder a bibliotecas u otros espacios públicos en los que estudiar, junto con la escasez de espacios de intimidad en el hogar, producto de la concentración prolongada del resto de integrantes de la unidad de convivencia en un mismo espacio, son los motivos que generan estas dificultades”.
En segundo lugar, otro reto fundamental ha sido la adaptación a la Educación telemática, tanto por parte del profesorado como del alumnado. Ambos se han visto obligados a aprender, aceleradamente y de forma más o menos autónoma, a desplegar toda una nueva serie de habilidades comunicativas mediadas por la tecnología.
Resulta imprescindible resaltar que estas dificultades no han afectado a todo el mundo por igual: la clase social, el nivel de estudios y la posición ideológica son las variables que más determinan la brecha en la adaptación al sistema no presencial de enseñanza.
Aquellos jóvenes que se posicionan en clases sociales más bajas declaran haber experimentado más dificultades para poder continuar con sus estudios que el resto. Junto a esto, la imposibilidad para acceder a espacios adaptados para el estudio en su hogar también es más común en este tipo de perfiles. La brecha de adaptación a la Educación no presencial, por tanto, tiene un componente muy importante de clase social.
Por otro lado, se observa una relación negativa con el rendimiento académico entre los jóvenes que se encuentran cursando enseñanzas postobligatorias (Bachillerato o FP de Grado Medio) y quienes se posicionan en la izquierda ideológica.
Pasando a analizar el empleo, ya antes de la pandemia, los salarios bajos, el desempleo y la alta temporalidad se mencionaban como los principales problemas de la juventud en España. Actualmente, el Covid-19 ha llevado a un empeoramiento de su situación económica, situación en la que se encuentra un 45,7% de los jóvenes, especialmente quienes han perdido su empleo. De estos, aproximadamente un tercio ha podido acogerse a ayudas económicas públicas para paliar su situación.
En cualquier caso, hasta el 62,3% afirma depender en mayor o menor medida del apoyo familiar para poder mantenerse. De nuevo, las personas que pertenecen a clases bajas declaran sufrir más las consecuencias económicas de la pandemia.
Pese a lo que pudiéramos pensar inicialmente, la valoración de la convivencia durante este periodo tiende a ser positiva, y un 74,1% de los jóvenes la califica como buena o muy buena. Uno de los motivos que explican esto es que un 60,5% atribuye una nota elevada a la comodidad de la vivienda en la que pasaron la cuarentena, especialmente los que estaban en el domicilio familiar, quienes se sitúan en la derecha ideológica y quienes pertenecen a clases altas o medio altas.
En el caso de jóvenes que calificaron su convivencia como regular o mala (23,9%), los principales motivos están vinculados a la falta de intimidad y a la pérdida de libertad.
Los datos muestran un incremento notable en la intensidad comunicativa tanto con la familia como con amigos habituales para aproximadamente la mitad de los jóvenes. Además, hasta un 53,8% declara haber retomado el contacto con personas con las que se habían distanciado previamente.
Sin embargo, hasta un 37,7% afirma haber experimentado soledad con mucha o bastante frecuencia y un 27,5% la ha sentido en alguna ocasión. Mujeres y jóvenes de menos de 25 años destacan como grupos más afectados por la soledad.