No es abandono, es exclusión
El profesor de Ciencias de la Educación en la Complutense Mariano Fernández Enguita resume en la frase «no es abandono, es exclusión» una realidad que nuevamente nos ha pintado PISA en este diciembre: los jóvenes de familias desfavorecidas sacan peores notas, repiten más y dejan más la escuela. Por eso los mejores sistemas educativos son equitativos y por eso Galicia, en los primeros puestos en equidad en España, ha mantenido sus medias en PISA.
En el último informe de la OCDE se detecta que vivir en un entorno socioeconómicamente vulnerable es el peor punto de partida para un estudiante. La entidad determina el riesgo de exclusión social en el llamado índice socioeconómico y cultural (ISEC), que mide (a través de la encuesta anexa a la prueba) la formación y ocupación de los padres del estudiante y la cantidad de determinados recursos (libros, dispositivos digitales o lavavajillas) que hay en un hogar. Para PISA 0 es la media de la OCDE, con los extremos en Islandia (0,55) y México (-1,19). En España solo superan el cero de media Madrid, Cataluña y el País Vasco. España está por debajo de la media de la OCDE con un -0,12 (a la altura de Hungría o Polonia); por su parte, Galicia está en el medio de la tabla pero en negativo, con un -0,08.
En educación hay dos parámetros que ningún país quiere tener altos, que son el fracaso escolar y el abandono escolar temprano, ahora todos incluidos en este último. El fracaso escolar hace referencia a los jóvenes que no terminan la enseñanza obligatoria, dejan sus estudios antes de tener el título de ESO, y el abandono escolar a aquellos que solo tienen este título, no siguen estudiando. España tiene un fracaso del 7% y un abandono (que incluye el fracaso) del 18%. Galicia, estando mucho mejor, ronda el 14% de abandono, por encima de la media prevista para la UE el próximo año, que es del 10% (a España se le exige llegar al 15%).
Una de las claves del fracaso escolar son las expectativas del estudiante y su familia. Muchos quieren tener un trabajo altamente cualificado, pero de estos, el 90% de los niños “ricos” cree que debe terminar la universidad para conseguirlo mientras que solo lo piensa el 70% de los “pobres”. Según el informe, «existen investigaciones que demuestran que los individuos que a la edad de 16 años subestiman el nivel académico necesario para alcanzar sus objetivos profesionales son más susceptibles de terminar engrosando la lista de ninis».
Y es que solo el 60% de los estudiantes de entornos desaventajados en España creen que terminarán la universidad frente al 90% de los que viven en familias acomodadas. Las medias son muy similares en Galicia, mientras que en las comunidades ricas la brecha se acorta (el 70% frente al 90%).
Estos datos son la base para entender las notas en PISA. Los jóvenes más aventajados socioeconómicamente (el 10% más rico) sacan, de media en la OCDE (se mide el examen de Lectura, del que no hay datos españoles) 550 puntos frente a los 400 de los adolescentes de familias desfavorecidas (el 10% más pobre). 150 puntos suponen hasta cinco cursos de distancia.
¿Qué hacer ante esto? Galicia puede dar lecciones importantes en ese sentido, ya que a pesar de la crisis mantuvo el programa PROA (dentro de los contratos-programa) que eran clases de repaso gratuitas en el colegio/instituto para alumnos que iban atrasados. El 86% de los que participan en este programa pasan de curso.
El problema está en los alumnos que no pueden seguir el ritmo y repiten. La repetición es un estigma que los expertos no se cansan de señalar, y en España uno de cada tres estudiantes de 4.º de ESO repitió en alguna ocasión (la media es muy similar en Galicia). Las notas en PISA de los repetidores es de hasta 100 puntos con respecto a sus colegas de edad en 4.º de ESO; si se tiene en cuenta que 30 puntos es un curso y PISA examina al alumno de 15 años esté en el aula que esté, esos 100 puntos suponen repetir tres cursos o estar totalmente descolgado en la clase.
Según Enguita, en España «no hay vías de continuidad accesibles para quienes no se titulan en la ESO, que llevan medio siglo entre el 25 y 33% en España»; la FP básica (los alumnos desenganchados están dos años y pueden titular en ESO y pasar a FP de ciclo medio o incluso bachillerato) puede paliar esta situación, aunque hasta el momento su éxito es muy variable según el centro educativo que la desarrolle.