Lo que se puede aprender de Singapur
Singapur es la perla educativa de oriente y un modelo educativo de referencia. Líder en PISA y TIMSS (primaria), hay cosas que hacen de Singapur un lugar único (es prácticamente una ciudad estado) de difícil réplica pero otras sí pueden importarse. Estas son cuatro claves que España podría adaptar y dos que no debería:
Un buen profesor es lo más importante
No se espera que un profesor salga de su carrera como un número uno, sino que es el NIE (National Institute of Education) el que forma a los maestros de entre los mejores graduados. Además de esta preparación inicial, los docentes realizan cursos de cien horas para estar al día en la política educativa y tendencias del Gobierno.
La carrera profesional se potencia a partir de la docencia directa, la investigación, el diseño de currículo o la ayuda a profesores en prácticas.
A eso se suma que los altos funcionarios del Ministerio de Educación viajan a las principales universidades del mundo para estudiar las últimas investigaciones en aprendizaje, que adaptan después a las condiciones del país. Esto se hace por un proceso de planes piloto con validación periódica antes de su implantación en todo el sistema.
currículo: calidad frente a cantidad
Las reformas educativas han ido limando el currículo de las diferentes materias, sobre todo en los primeros años de escolarización, para poder profundizar más en cada asunto. El objetivo es que la enseñanza sea más activa y los estudiantes puedan debatir entre ellos y pensar por sí mismos.
En España una de las mayores y más unánime crítica es precisamente lo contrario. Un ejemplo es lo que ocurre en Historia de España de segundo de bachillerato, ya que siendo una materia de tres horas semanales (en Galicia) el temario abarca desde el Neolítico a los gobiernos de Rodríguez Zapatero.
pensar como un matemático
El aprendizaje de las matemáticas es el mayor motivo de orgullo académico en Singapur. El objetivo es aprender a pensar como un matemático, por lo que al inicio se centran en información visual y manipulativa para los alumnos, dejando al margen la memorización. Los niños juegan con las piezas, las tocan y después las usa de forma matemática pero lejos de realizar operaciones con ellas o convertirlas en números abstractos en el encerado.
Hay un esfuerzo por incluir a todos los alumnos, y el profesor se pasea por la clase animando el debate y el análisis.
cultura de la exigencia
La cultura del esfuerzo es algo que sobra en Singapur. Las familias exigen al máximo a sus alumnos y tienen tanto ellas como los profesores enormes expectativas. Eso exige a los alumnos pero a la vez garantiza que cada uno intenta dar lo mejor de sí.
Por definición se valora más el trabajo que el talento. Se ha constatado en PISA que los alumnos que creen que con ayuda de su maestro mejorarán en Matemáticas tienen resultados más altos en la materia que quienes creen que la clave es haber nacido o no con capacidad para los números. Y esta es una idea vertebral en Singapur: las expectativas son altas para todos los alumnos y de hecho los que van peor en las clases son mucho mejores que los estudiantes de otros Estados.
Eso sí, a los alumnos excelentes se les mima de forma especial: un grupo aparte y con expertos universitarios para enseñarles de forma puntual. Una vez en la universidad, estos jóvenes tienen beca para ir a cualquier universidad anglosajona de nivel (aunque deben comprometerse a volver y desempeñar cargos de responsabilidad).
Lo que no debería copiar España
Centralización
El Gobierno de Singapur es el encargado de todos los asuntos de educación y sigue una férrea disciplina organizativa. Hay mucha estabilidad, y eso es bueno, pero España no se puede comparar con un país recién nacido (en 1965) y del tamaño de la ciudad de Madrid (que no la comunidad autónoma) y con seis millones de habitantes.
Competitividad
Es excesiva. Va unida a la cultura del esfuerzo, que siendo encomiable se puede convertir en un asunto patológico. En Singapur intentan ahora matizar esa competitividad para evitar los suicidios y sobre todo permitir que cada alumno encuentre su propio camino.
Hasta ahora, el examen final de primaria determina bastante el futuro del alumno, y por eso muchas familias pagan dinero extra para prepararlo, lo que repercute en mejores notas pero en niños sin tiempo de ocio.
Fuente: La Voz de Galicia